- Astrolabio Político.
/ Por: Luis Ramírez Baqueiro /
“El que no tiene fe, no puede pedir fe a los demás”. – Lao-Tse.
El reciente triunfo de Morena en Poza Rica, encabezado por su candidata Adanely Rodríguez, no solo marca un relevo generacional en la política local, sino que también envía un mensaje claro sobre el rumbo que la ciudadanía exige: nuevas caras, nuevos liderazgos y la erradicación de prácticas que durante décadas mantuvieron secuestrado el poder municipal.
La joven política, convertida ya en el rostro fresco de la transformación en el norte de Veracruz, representa la apuesta ciudadana por un modelo distinto de gobernanza, cimentado en la cercanía y la honestidad.
Este resultado adquiere mayor relevancia cuando se contrasta con otros municipios donde la oposición, encabezada por el PAN y Movimiento Ciudadano (MC), insiste en sostener cotos de poder.
En lugar de voltear a la ciudadanía, han preferido recargarse en viejas prácticas de componenda política. El respaldo del diputado federal Ricardo Monreal Ávila a la causa de MC se ha convertido en un salvavidas artificial para liderazgos caducos, particularmente en Boca del Río, donde el clan yunista se aferra a mantener privilegios a cualquier costo.
El problema va más allá de una simple alianza política. Lo verdaderamente grave es que, en su intento por sostener espacios de influencia, se busque abrir las puertas de la política institucional a personajes ligados con la delincuencia, incluso confesos de su actividad criminal.
Es un hecho que prende las alarmas y que obliga a mirar con atención lo que ocurre en el tablero nacional. La comparación con la Colombia de Pablo Escobar no es exagerada: en su momento, el capo antioqueño encontró cabida en el Congreso gracias a una clase política que privilegió negocios e intereses oscuros por encima de la voluntad popular.
En México, permitir que algo similar se geste en las filas de MC con el apoyo tácito de Monreal equivaldría a legitimar la narco política como proyecto real, abriendo un boquete a la institucionalidad democrática. No se trata de un riesgo lejano: es una amenaza latente que recuerda que la política, cuando se prostituye, deja de servir a la gente para convertirse en un negocio de complicidades.
De esta manera, el mensaje que la misma Armada de México envió a través del Secretario de Marina, Raymundo Pedro Morales Ángeles, reconociendo públicamente que ha sido duro aceptar la existencia de esos actos reprobables.
“Los actos no nos definen como institución, sino que podían enquistarse y quedarse para dañar a nuestro pueblo. Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable, callarlo”, dijo.
“Así, el mal tuvo un fin determinante en la Marina no encontró lugar ni abrigo. Fuimos nosotros mismos quienes dimos el golpe de timón”.
Durante su intervención el Almirante Secretario subrayó que la Secretaría de Marina ha actuado bajo una sola guía, que son la honestidad y la transparencia.
Reiteró que, pese a los señalamientos recientes, la institución mantiene su compromiso de servir con honor, deber, lealtad y patriotismo.
“Pase lo que pase, duela lo que duela, se trate de quien se trate, porque el amor al pueblo sólo puede corresponderse con el mismo sentimiento”, enfatizó el marino.
Frente a este escenario, el triunfo de Adanely Rodríguez en Poza Rica cobra un valor ejemplar. No sólo derrotó a la oposición tradicional, sino que mostró que la ciudadanía distingue entre proyectos políticos: uno que representa la continuidad de privilegios, y otro que encarna la esperanza de una nueva forma de hacer política.
Morena, con su joven candidata, demuestra que la transformación no es discurso, sino una práctica que, en manos de nuevas generaciones, puede blindar la vida pública contra los riesgos de la corrupción y del crimen infiltrado.
Al tiempo.
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