¿Elección o revolución?

Sin tacto.

Por Sergio González Levet.

Vean la magia de las palabras: no es lo mismo decir “partido” que “movimiento”, porque un partido gana elecciones y un movimiento encabeza una revolución.
Del mismo modo, no es lo mismo haber ganado con el voto del 25 por ciento de la población total del país que haber tenido el mayor número de votos a favor de la historia moderna.
Y tampoco es igual un gobierno efectivo que haga mejoras sensibles en la forma de administrar el poder y los bienes públicos, que pretender hacer una transformación del tamaño de la que lograron nuestros héroes mayores: la primera, Hidalgo, Morelos y Allende; la segunda, Juárez, Zaragoza y Díaz; la tercera, Carranza, Villa y Zapata.
Aquí va el punto, porque el presidente López Obrador al parecer quiere dale una vuelta de tuerca de 160 grados al gobierno mexicano, y hacerlo pasar de una república democrática federal a una república popular centralista.
Lo que no parece tomar en cuenta es lo que querían esos 30 millones de ciudadanos que votaron por él, cuando acudieron en masa a las urnas.
Primero, no fueron los que votaron por él solamente los originarios del pueblo bueno y honrado, los pobres por los que dice luchar férreamente. También se volcó a las casillas la clase media atormentada por tantos estropicios y tal corrupción galopante de los gobiernos priistas y panistas, que estuvieron a punto de acabar con toda la riqueza nacional.
Segundo, también una buena parte de la clase adinerada, de los ricos (a los que les da Covid-19, a los que secuestran, y los que se van a ir al infierno cuando mueran), se puso a mano con la campaña de Morrena y aportaron sus milloncitos para que Andrés Manuel pudiera recorrer todos los pueblos de México con su mensaje alentador en contra de los latrocinios gubernamentales, en contra de los funcionarios deshonestos, en contra del Mal… para que AMLO Pudiera conquistar por fin la Presidencia anhelada por tantos años.
Pero ahora resulta que no, que no fue una elección democrática en la que la mayoría ciudadana entronó a un partido político en la Presidencia, en las cámaras del Congreso de la Unión, en muchas gubernaturas, en innumerables legislaturas estatales y ayuntamientos.
Ahora nos quieren vender que el Movimiento de Regeneración Nacional (Mo-rre-na) en realidad ganó como si hubiera ganado una revolución armada, y como tal se puede dar el lujo de hacer los cambios que quiera a la ley, a las estructuras del gobierno, al uso de los dineros públicos.
Concentración del poder en el Ejecutivo, desmembramiento de los organismos autónomos, toma de control de los presupuestos destinados a las entidades federativas, campañas de odio contra la prensa libre -y por tanto crítica-, estrategias financieras y mediáticas en contra de gobernadores de oposición.
Todo el poder concentrado en un solo caudillo. Toda la ideología enrumbada hacia un mismo camino. Toda la fuerza del Estado para un solo partido (que no es partido sino movimiento).
¿Por qué votamos, carajo?

sglevet@gmail.com