Ellas resuelven, la solidaridad tiene rostro de mujer .

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/ Por Marisol Escárcega /

A las mujeres nos han llamado chismosas, mitoteras o metiches…, pero veamos, cuando falta el agua, se avería un transformador y no hay energía eléctrica, el camión de la basura tiene días sin pasar, fallece una vecina, desaparece una mujer o algún menor de edad, ¿quiénes son las primeras personas en preocuparse por estas situaciones?

Sí, las mujeres, y es así porque hemos crecido con la consigna de la preocupación y la atención a l@s demás. Volvamos a uno de los ejemplos, si no hay agua, las mujeres son las primeras en preocuparse, pero, sobre todo, ocuparse. Van con botes, cubetas o con lo que puedan y acarrean el agua hasta sus hogares, y si el problema persiste, se organizan y van con las autoridades correspondientes para que reactiven el servicio o, de plano, bloquean calles o avenidas hasta que les den solución.

La solidaridad tiene rostro de mujer.

En los conflictos bélicos, provocados cien por ciento por hombres, las mujeres son las primeras en ofrecerse como voluntarias para atender enfermos, para llevar comida y refugio, son la red de contención de miles de soldados.

Nuestro país no ha sido la excepción, en todos los conflictos armados que ha habido las mujeres han estado presentes: participando activamente con armas, como las soldaderas, o realizando actividades de cuidado y atención.

Así que no es de extrañar que, tras los desastres naturales, sean las mujeres las primeras en preocuparse y organizarse para llevar víveres a las zonas de desastre.

Recuerdo que en el sismo de 2017, diversas colectivas feministas nos organizamos para ayudar en todo lo que se pudiera, ya sea llevando víveres, cocinando, removiendo escombros, ofreciendo terapias online, difundiendo en redes rostros de personas desaparecidas…

Esta vez, en las recientes inundaciones, diversas colectivas feministas se han estado organizando para llevar ayuda a quienes lo están necesitando.

Por ejemplo, la colectiva feminista Las Serranas, de Huauchinango, Puebla, ha juntado víveres y personalmente los ha llevado a las zonas afectadas porque, como ellas lo han dicho, “sentirse acompañados, vistos y validados es muy importante”.

Otras como Marea Verde, Colectiva Colmena Verde, Cicata Ac Poza Rica, Marea Verde Totanacapan o Colectiva Feminista Ehécatl, entre otras, también se han solidarizado con l@s damnificad@s.

Por supuesto, no podemos olvidar el trabajo que están realizando madres y padres, miembros de diversos colectivos de personas desaparecidas que han detenido su búsqueda personal para ayudar a las familias que no encuentran a sus familiares, muchos de ellos, arrasados por las corrientes de ríos que se desbordaron.

La ayuda no se reduce a cobijas, ropa, calzado, alimentos no perecederos, agua, sino también a eso que muchas veces se olvida: productos menstruales, pues en localidades donde no hay agua potable y que los comercios han perdido todo, las mujeres se enfrentan a vivir su periodo menstrual con lo que tengan, como trapos que pueden ocasionarles infecciones graves, por ello, la gestión menstrual es de suma importancia.

En momentos como éste, en donde la ayuda se ha centralizado y etiquetado con el color de un partido político, es indispensable que se alce la voz para gritar el nombre de todas esas heroínas que, sin bandera partidista, se ponen en los zapatos de las personas afectadas para organizarse y llevar ayuda con o sin la colaboración de las autoridades.

No sólo necesitan víveres, también empatía, abrazos, palabras que reconforten y sobre todo, la certeza de que serán escuchad@s y acompañad@s en cada paso de su reconstrucción.