*Análisis Sin Fronteras.
/ Ana María Salazar /
Van empatados. Es la única forma de describir lo que está sucediendo en el proceso electoral estadounidense: Simple y llanamente van empatados… según las encuestas nacionales y las encuestas de los seis estados columpios que podrían definir las elecciones presidenciales.
Y estamos a casi dos semanas del 5 de noviembre, último día de que se puede votar en Estados Unidos. Digo el último día porque desde hace más de una semana, dependiendo del estado, los electores ya pueden emitir su voto ya sea en forma presencial, puede enviar su boleta por correo, o simple y llanamente pueden llevar su boleta y depositarla directamente en urnas públicas como si fueran una carta o llevarlos a la embajada o consulado más cercano.
Hay otro método, pero la verdad no se si todavía se usa: Enviar copia de la boleta por fax y después enviar la boleta oficial por correo para respaldar el fax. De hecho, así voté en el 2008, pero parece que mi boleta no fue recibida a tiempo por las autoridades oficiales en Arizona, porque no se vio reflejado en mi historial electoral.
Ese es otro dato interesante del proceso electoral estadounidense: Información de que el partido al perteneces es público y con frecuencia también es público por quién votas y otros datos personales como dirección y teléfono. Esto permite que los operadores políticos usen esta información para literalmente acosar a las personas, con cartas y publicidad, además de llamadas diarias.
Y estando tan cerca de estas elecciones históricas, por el impacto que tendrá a largo plazo para la democracia estadounidense, es terrorífico pensar que según las encuestas nacionales y las de los siete estados columpios, básicamente la contienda está empatada.
De hecho, varios encuestadores y operadores políticos, que han participado en mis programas de radio y TV, aseguran que las únicas encuestas que presidenciales que valen la pena revisar son las de los estados de Arizona, Carolina del Norte, Georgia, Pensilvania, Michigan, Nevada y Wisconsin. También en estos estados literalmente van empatados, según las encuestas.
También las encuestadoras han señalado el temor de equivocarse simple y llanamente porque en este proceso electoral se ha invertido menos dinero en encuestas locales. Además, hay el temor real de que se vuelvan a equivocar, ya sea subestimando el voto de los republicanos, subestimando el voto de los demócratas, o simple y llanamente subestimando el voto de los hombres sexistas que no van a votar por Kamala Harris por ser mujer.
Es difícil imaginarse alguna “sorpresa de octubre” que pueda cambiar dramáticamente el rumbo de las elecciones: En los últimos meses no solo hubo un cambio de último momento de candidato a candidata demócrata, también hubo dos atentados en contra de uno de los candidatos, mejoraron considerablemente los datos económicos, el candidato independiente se retiró y continúan los procesos penales en contra de uno de los candidatos, que posiblemente esté sufriendo públicamente síntomas de demencia o dificultades cognitivas.
Este último factor tal vez explica por qué el presidente Donald Trump se rehúsa a hacer público un reporte del estado de su salud, tradición que no solo ha respetado la candidata Kamala Harris, sino todos los candidatos en la historia reciente.
Pero esto no le importa al electorado, que conoce perfectamente quién es Donald Trump, gracias a sus cuatro años de gobierno. Y parece que este mismo electorado ya decidió quién es Kamala Harris, que hasta hace unos meses era una actora relativamente desconocida.
Por eso, cualquier nuevo escándalo, cualquier información personal, cualquier palabra o expresión facial, cualquier error, algún spot político mal planteado, podría definir quién será el siguiente presidente o presidenta de los Estados Unidos.
Pero en realidad, en este momento la apuesta son los endorsos políticos, que tal con mucho menos impacto y en esta ronda electoral. La arraigada tradición de buscar el endorso político tenía como objetivo fortalecer las candidaturas, ya sea por un fenómeno de contagio de popularidad y credibilidad que debería traducirse en más votos y más potencial de recabar dinero.
Y en algunas ocasiones el endorso de un personaje podría cambiar por completo los resultados de las elecciones. En el caso de Kamala Harris, es mucho más valioso un endoso de la canta autora Taylor Swift, que el apoyo de los expresidentes Barack Obama o de Bill Clinton (aunque hay que decirlo, los expresidentes les han agregado mucho humor a sus ataques a Donald Trump-Obama recordando el tamaño de sus manos, Clinton recordando que tiene dos años menos que Trump.)
Pero de llegar a ganar Donald Trump probablemente será por el endoso de Elon Musk, que no solo acaba de anunciar la entrega de 70 millones de dólares adicionales a la campaña del expresidente, sino que ha hecho uso de su red social y presentaciones públicas para buscar el voto a favor del republicano. Pero con certeza no sabremos quién fue más exitoso, Taylor o Elon, hasta semanas después de las elecciones.