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/ Azul Etcheverry/
Mucho se ha hablado en los últimos tiempos sobre el fentanilo. El debate se ha centralizado en la región de Norteamérica, por ser Estados Unidos uno de los principales consumidores y, sobre todo, principal víctima de los mortales estragos de esta droga. México también ha sido mencionado en la plática cuando se habla de producción y distribución.
Y con justa razón. A pesar de que en las últimas décadas el fentanilo cumplió con un tema médico de alivio para el dolor, ahora el opioide sintético ha causado varios estragos en el país estadunidense, en primer lugar, generando muertes por arriba de diez mil al año y, en segundo, en materia de seguridad, con los cárteles fortaleciéndose dada la popularidad de la droga y su gran potencia combinada con su bajo costo.
¿Qué tiene que ver China en todo esto?, ¿cómo logran entrar a la conversación?
Hasta 2019, gran parte del fentanilo fabricado que ingresaba a Estados Unidos lo hacía desde China, en ese año, el país asiático impuso una prohibición que ayudó a detener el flujo, sin embargo, la delincuencia organizada burló esta barrera, importando ahora solamente los componentes que, posteriormente, son enviados, supuestamente a México para su fabricación final.
En respuesta, esta semana, el gobierno de China, en acuerdo con el gobierno de Estados Unidos, anunciaron controles más estrictos para algunos de los componentes base del fentanilo.
El acuerdo ha sorprendido a propios y extraños, tanto por la naturaleza de las medidas como por el acercamiento entre estos dos países que se encuentran tan opuestos, a veces, y no sólo geográficamente hablando.
A pesar de que en el papel el acuerdo parece un paso hacia adelante sin precedentes en la lucha contra este veneno, la realidad es mucho más compleja. En la mayoría de los casos, los insumos para la elaboración del fentanilo son componentes legítimos como químicos para perfumes, tintes o insecticidas, lo que dificulta la etiqueta de “ilegal”. Además, las estructuras muy bien amalgamadas y al mismo tiempo fantasmas de los grupos delictivos hacen muy complejo su seguimiento.
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Más allá del tema de salud pública y lucha contra el fentanilo, resulta también muy interesante analizar la decisión de Beijing para colaborar con un país que no sólo es diferente, sino que, incluso, es considerado como su “rival” económico (y olímpico).
La determinación pudo estar basada, en gran medida, en un tema reputacional para China, ya que ante la elección en Estados Unidos, al país asiático le conviene que las relaciones estén no tan tensas y hacer así un guiño de amistad.
Además, los desafíos políticos que vienen para China son importantes por lo que Xi Jinping también estaría buscando aminorar los económicos, el mandatario está viendo a futuro y probablemente está intentando acceder a estabilidad y mercados económicos a cambio de colaborar con sus competidores.
