Luis Acevedo
Los elevados niveles de aceptación del presidente López Obrador se sustentan en la popularidad y el manejo de sencillez de su imagen personal, pero no del convencimiento ciudadano sobre la eficacia y viabilidad de su proyecto de gobierno.
No existe certidumbre generalizada sobre las grandes decisiones que en materia de política pública se han tomado hasta la fecha.
Se ha preferido desarrollar la propaganda del líder mediante una presencia mediática intensiva y enunciativa de planes o programas carentes de explicaciones o estructuras de desarrollo, en lugar de desplegar un proceso de comunicación con la sociedad.
Cualquier cambio requiere de explicaciones para poder cimentar el logro de los objetivos.
Desde épocas remotas se supo que la comunicación es una de las herramientas más efectivas de y para la política.
La experiencia reciente en nuestro país confirma que cualquier reforma tiene más posibilidades de fracasar o de revertirse si no es comprendida, si no logra la credibilidad y, sobre todo, si no es aceptada por quienes se verán afectados por ese cambio.
Uno de los objetivos más preciados para la política es la conquista de la confianza de la sociedad, lo que sin duda es un tema complejo para nuestro país en donde los ciudadanos dudan de la palabra de los políticos y de las instituciones o los propósitos que dicen representar.
A ello se suma la polarización sociopolítica como estrategia para marcar distancia con regímenes anteriores que no atendieron la desigualdad creciente ni crearon condiciones de oportunidad en términos de trabajo, justicia y seguridad.
El resultado ha sido un clima de crisis que se enfrenta por la vía clientelar de la simpatía y la esperanza, pero no en la explicación de cómo y con qué recursos se resolverá el deterioro.
Los mejor informados dudarán de cualquier proyecto que no esté suficientemente documentado y que muestre signos de viabilidad, cuando menos en el mediano o largo plazo, pero si hay una comunicación fluida y constante son los que mejor pueden apuntalar los objetivos del cambio. El resto de la población, que busca soluciones de corto plazo, pueden ser los más crueles para los gobernantes si traicionan su confianza.
El objetivo básico es llegar al publico de manera directa y con la menor intermediación posible a fin de popularizar una ideología.
El desconocimiento o la ignorancia de los esquemas modernos de la comunicación se han volcado en la transmisión generalizada de mensajes idénticos en redes sociales sin conocimiento del comportamiento o la segmentación de los públicos que, para que los mensaje sean efectivos, exigen argumentos acordes a sus necesidades e intereses. No solamente eso, sino que estén clasificados por canal y contenido.
No basta la imposición de mensajes diarios y desarticulados del líder político cuyo objetivo evidente es el de establecer una agenda de carácter personal y no necesariamente aceptable para la diversidad nacional.
Hoy, por falta de comunicación no hay quien pueda argumentar las grandes decisiones del gobierno que no se limiten a palabras como corrupción, huachicol o frases como la mafia del poder ni a las razones para cancelar el aeropuerto de Texcoco, por falta de explicaciones y de resultados.
El tema del cambio es más profundo que una serie de ideas desarticuladas. Se sustenta necesariamente en la comunicación como esencia de la democracia.
Se requiere de información exhaustiva de los objetivos del gobierno a través de una estructura de comunicación social capaz de generar mensajes que al ofrecer explicaciones amplias de sobre el objetivo, articulación, financiamiento y medición en plazos definidos, sean tan sencillos que llamen la atención para que sean escuchados, comprendidos y, sobre todo, creídos.
La confianza es un factor crucial especialmente para nuestro país, ya que es fundamental para su funcionamiento y para el éxito de cualquier proceso de transformación nacional.
@lusacevedop