En el Centro Cultural Universitario La Fiesta del Libro y la Rosa se realizó en formato presencial

La Fiesta del Libro y la Rosa regresó a su formato presencial, y además de ponernos en contacto con la literatura, nos da una oportunidad para reflexionar sobre lo vivido en estos últimos dos años, en los que hemos estado resistiendo e imaginando.

Así lo afirmó el rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers quien, acompañado por la escritora Elena Poniatowska, inauguró este espacio de encuentro literario y fomento a la lectura, titulado en esta edición En el camino: resistencia e imaginación.

“La lectura nos permite imaginar otros mundos, entender la otredad, pensar que podemos ser distintos, ilusionarnos y aspirar a tener un mundo mejor”, afirmó el rector en el Centro Cultural Universitario.

Se trata de una fiesta porque también nos permite reencontrarnos presencialmente; que los jóvenes regresen a nuestra Universidad con el entusiasmo de leer y poder aspirar a otro mundo, recalcó Graue.

La coordinadora de Difusión Cultural, Rosa Beltrán Álvarez, celebró poder realizar la fiesta “de cuerpo presente”, aunque señaló que también hubo actividades telemáticas durante los tres días del encuentro con escritoras y escritores para escuchar cómo desarrollaron sus obras; acercarse a la oferta de las distintas editoriales, entre otras.

“Después de dos años de pandemia, estamos en el camino de la sobrevivencia, del reencuentro, de toparnos con esa parte humana que no es sustituible a través de las pantallas”, resaltó.

Expuso que hubo diversos homenajes: por los 10 años del fallecimiento de Carlos Fuentes; con motivo de los 140 años del natalicio de Virginia Wolf; en Memoria de Álvaro Uribe, entre otros. La mesa inaugural fue un Homenaje a Elena Poniatowska.

Paisaje después de la batalla

La escritora Elena Poniatowska tuvo un encuentro con estudiantes de la UNAM, con quienes compartió sus experiencias como periodista y escritora, entre ellas su cobertura sobre la matanza de Tlatelolco, en 1968.

“Elena tienes que venir porque hay manchas de sangre en el suelo, los elevadores perforados, vidrios por toda la Plaza”, recordó que le expresó su amiga María Alicia Martínez Medrano, vía telefónica.

El 2 de octubre, la autora de La noche de Tlatelolco no fue a la Plaza de las Tres Culturas porque tenía poco de haber sido madre, pero al día siguiente, al alba, se trasladó y encontró el paisaje después de la batalla. “Todavía había tanques, soldados y algunos hacían fila frente a un teléfono público. Uno decía: ‘pásame al niño, no sé cuánto tiempo nos vayan a tener aquí, pásame al niño’, lo cual mostraba que la orden de estar allí era inaudita, inesperada”, dijo la escritora.

Sin embargo, remarcó, lo que más le impresionó de la Plaza fue la cantidad de zapatos regados en el sitio, tacones de mujer, incluso zapatos de niños que daban la idea de personas que buscaban escapar como pudieran.

Leer como acto de resistencia

Previamente, durante la inauguración, Anel Pérez, directora de Literatura y Fomento a la Lectura, destacó la importancia de festejar los libros y la lectura, pese a que en los días que corren hay guerra, desapariciones forzadas, feminicidios, polémica por recursos naturales, injusticia, inequidad y enfermedad.

“Justamente porque leer y escribir son actos de resistencia, de reexistencia y de reforma crítica; justamente porque imaginación y utopía son aquello que nos hace creer, soñar, mover y actuar hacia un mundo mejor –por lo menos, más justo–, por eso sí estamos para festejar; porque los libros y la lectura son por lo menos un camino”, subrayó.

Leer es emprender un camino para encontrar el sentido profundo que transmiten las palabras. Acercar la palabra escrita a la comunidad universitaria, fomentar el gusto y el placer por los libros es responsabilidad y privilegio, añadió.

En la inauguración estuvieron Vicente Quirarte, integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM; Socorro Venegas, directora General de Publicaciones y Fomento Editorial, y Guadalupe Nettel, directora de la Revista de la Universidad de México.

Más de 150 actividades dieron vida a la Fiesta del Libro y la Rosa, que cruzó fronteras del cine, el teatro, la danza, el periodismo, las artes visuales, la narrativa gráfica, la oralidad y los derechos humanos, entre otros.

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