Endogamia y exogamia .

**Sin tacto . 

 

/ Por Sergio González Levet /

Muchos que se dicen de izquierda seguramente han leído y conocen a la perfección el libro de Engels El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre. En él, el compañero de Marx explica cómo la evolución le permitió al hombre enseñorearse de las demás especies y transformar a la naturaleza.

En los tiempos de las cavernas, cuando empezaban a formarse los grupos humanos, hubo dos tipos de asociación, la endogámica y la exogámica. La primera consistía en que el grupo original se mantenía puro y no permitía la llegada de individuos de fuera, y la segunda era abierta.

En el devenir del desarrollo humano, los grupos exogámicos tuvieron mayor éxito por razones genéticas y prácticas. El apareamiento sólo entre personas de la misma familia trae un deterioro hereditario y el hecho de no aceptar extraños hacía que los grupos se mantuvieran numéricamente reducidos. Las familias exogámicas permitieron la formación de clanes y después tribus que terminaron por dominar a los más débiles.

Como creo que dejé explicado de manera general esto de la endogamia y la exogamia, paso a hablar de un conflicto que veo en la estrategia que está desarrollando el grupo cuitlahuista en Veracruz para impulsar a sus aspirantes a la gubernatura -Rocío Nahle- y a la Presidencia de la República –Claudia Sheinbaum-.

El equipo del Gobernador se ha visto muy endogámico en sus tácticas de promoción de sus precandidatas, y me explico por qué.

En el caso de la ingeniera Nahle, le han organizado varios eventos “multitudinarios” en el World Trade Center a los que han convocado a funcionarios y empleados del Gobierno del Estado y dependencias federales morenistas, a alcaldes afines, a beneficiarios de los programas sociales de AMLO, a los funcionarios del comité estatal de Morena en la entidad.

Obvio, los eventos les han salido de maravilla y han quedado muy bien con la Secretaria de Energía. La colocan en una zona de confort en la que está rodeada de los más fieles seguidores, y ella únicamente percibe aplausos, calor, entusiasmo por su persona.

Pero en cada evento en Veracruz no consigue un solo voto adicional, porque sólo ha interactuado con los convencidos.

No le han organizado actos realmente populares, encuentros con sectores que puedan exponer sus necesidades y sus quejas, agarrones con periodistas profesionales que le pregunten libremente. No, para doña Rocío los cuitlahuistas sólo han tenido el mundo de rosa de sus grupos controlados.

Y así no se forja una figura popular, no se hace una campaña exitosa, no se gana una elección limpia y democrática -como el Patriarca Andrés Manuel exige que sea la del 2024-.

Y con doña Claudia Sheinbaum lo mismo: la trajeron a Xalapa, platicó con 30 o 40 funcionarios de Cuitláhuac en Palacio de Gobierno, fue al Museo de Antropología casi en secreto, comió en petit comité y se regresó a la CdMx sin más pena ni gloria.

¿Cuántos votos nuevos consiguió la Jefa de Gobierno en esta visita? Cero.

Hay que repensar la estrategia, y pasar de la endogamia a la exogamia.

Remember Darwin.

 

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Veracruz y la actividad minera 

 

Yamiri Rodríguez Madrid

Tras la tragedia que ocurre en una mina en Sabinas, Coahuila, no podemos sentirnos lejanos de los estragos que, en muchos sentidos, provoca esta actividad primaria. En 2019, la Secretaría de Economía publicó el Panorama Minero del Estado de Veracruz, el cual arranca con un interesante repaso histórico: desde la Compañía Mexicana en las minas de oro y cobre de Tatatila en 1826, pasando por la compañía Pearson Sons. Ltd., en la cuenca salina del Istmo de Tehuantepec; la empresa Brady Company con las exploraciones por azufre; la compañía Azufrera Panamericana, la Compañía Central Minera S.A. o la Compañía Azufrera Veracruz S.A., por mencionar algunas.

Aunque no hay datos más recientes, la dependencia federal puntualiza que el valor de la producción minera estatal durante el período enero-diciembre de 2018 ascendió a 20,481,098,553 millones de pesos, participando con el 6.01 % del valor total nacional; y que en la entidad había 103 concesiones tituladas de 2015 a 2016, notándose una disminución en el 2017, con un incremento en 2018 a 108 concesiones tituladas para disminuir a 87 concesiones tituladas en el 2019.

De ahí la preocupación de activistas ambientales y de ciudadanos, pues a pesar de que no hemos enfrentado tragedias como la de Pasta de Conchos o esta de Sabinas, sí hemos padecido el impacto de la minería en nuestro entorno.

Uno de los principales argumentos que durante décadas han presentado los ecologistas es el del uso de sustancias sumamente tóxicas, como el arsénico, para la extracción de minerales, los cuales contaminan los ríos y los mantos freáticos y que terminan por pegar también en la salud de los pobladores de la región. Pero está también la erosión que provoca en cerros la extracción de cal, de arena y de otros minerales, al punto de comérselos por completo.

En Actopan, por ejemplo, existe un sólido movimiento en contra de la actividad minera contaminante; aunque las autoridades van y vienen, poca atención han prestado a este tema. Ojalá que como dice el dicho: cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar y se haga una revisión minuciosa por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y la Procuraduría Ambiental. Aún estamos a tiempo.

@YamiriRodriguez

Veracruz y la actividad minera 

 

Yamiri Rodríguez Madrid

Tras la tragedia que ocurre en una mina en Sabinas, Coahuila, no podemos sentirnos lejanos de los estragos que, en muchos sentidos, provoca esta actividad primaria. En 2019, la Secretaría de Economía publicó el Panorama Minero del Estado de Veracruz, el cual arranca con un interesante repaso histórico: desde la Compañía Mexicana en las minas de oro y cobre de Tatatila en 1826, pasando por la compañía Pearson Sons. Ltd., en la cuenca salina del Istmo de Tehuantepec; la empresa Brady Company con las exploraciones por azufre; la compañía Azufrera Panamericana, la Compañía Central Minera S.A. o la Compañía Azufrera Veracruz S.A., por mencionar algunas.

Aunque no hay datos más recientes, la dependencia federal puntualiza que el valor de la producción minera estatal durante el período enero-diciembre de 2018 ascendió a 20,481,098,553 millones de pesos, participando con el 6.01 % del valor total nacional; y que en la entidad había 103 concesiones tituladas de 2015 a 2016, notándose una disminución en el 2017, con un incremento en 2018 a 108 concesiones tituladas para disminuir a 87 concesiones tituladas en el 2019.

De ahí la preocupación de activistas ambientales y de ciudadanos, pues a pesar de que no hemos enfrentado tragedias como la de Pasta de Conchos o esta de Sabinas, sí hemos padecido el impacto de la minería en nuestro entorno.

Uno de los principales argumentos que durante décadas han presentado los ecologistas es el del uso de sustancias sumamente tóxicas, como el arsénico, para la extracción de minerales, los cuales contaminan los ríos y los mantos freáticos y que terminan por pegar también en la salud de los pobladores de la región. Pero está también la erosión que provoca en cerros la extracción de cal, de arena y de otros minerales, al punto de comérselos por completo.

En Actopan, por ejemplo, existe un sólido movimiento en contra de la actividad minera contaminante; aunque las autoridades van y vienen, poca atención han prestado a este tema. Ojalá que como dice el dicho: cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar y se haga una revisión minuciosa por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y la Procuraduría Ambiental. Aún estamos a tiempo.

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