Entre humo, ritos y parcialidades

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*EL LINCE
/ Por: Cesar A. Vázquez Lince /

La Suprema Corte dice renovarse, pero lo que vemos es la misma obra con actores distintos.

Ahí está el caso de Lenia Batres. La propia Corte la había declarado impedida para tocar los asuntos de Ricardo Salinas Pliego, porque sus declaraciones públicas evidenciaron enemistad y sesgo. Pero de pronto, como si el humo del copal limpiara pecados, el Pleno le devuelve un expediente millonario contra Elektra. La justicia, en este país, no se mide por la ley, sino por el turno político.

Kelsen decía que el derecho debe ser válido por sí mismo, no por quien lo aplica. Aquí, la validez depende de la ministra de moda. Y la ministra en cuestión, con un historial de parcialidad evidente, es ahora juez de aquello de lo que había sido apartada. ¿Eso es justicia o ajuste de cuentas disfrazado?

Al mismo tiempo, la Corte se estrena con rituales prehispánicos: copal, ofrendas y bastones de mando en un Estado que presume laicidad. Nada contra las raíces culturales, pero mezclar la justicia con ceremonias religiosas es la mejor metáfora de lo que ya sabemos: la imparcialidad se volvió humo.

Y mientras allá arriba juegan con símbolos, abajo, la realidad golpea. En Veracruz no necesitamos ministros con coronas de flores, sino sentencias claras que resuelvan los amparos de Pemex, los litigios fiscales y la distribución de recursos que afectan directamente a municipios como Coatzacoalcos o Xalapa. Cada retraso, cada expediente congelado, significa menos inversión, más incertidumbre y más excusas para no cumplirle al ciudadano.

La ex primera dama Beatriz Gutiérrez Müller ya deslizó advertencias de que con el nuevo Poder Judicial “se podrá denunciar y hacer justicia”. Más que un comentario inocente, parece un recordatorio: la Corte está bajo observación política. Y si la independencia judicial se convierte en un mito, ¿qué esperanza queda para la libertad de expresión y la certeza jurídica?

Lo decía Montesquieu: “No hay libertad si el poder judicial no está separado del legislativo y del ejecutivo”. Hoy, lo que hay es una Corte que pretende ser tribunal y ceremonial al mismo tiempo.

La justicia no necesita ofrendas ni linchamientos digitales: necesita consistencia, transparencia y criterios que no cambien según el destinatario. El resto es humo… con o sin copal.