TIERRA DE BABEL
Jorge Arturo Rodríguez.
A estas alturas, vaya en la actualidad, al día de hoy, ¿cuál es lo prioritario? Puesto que todo se nos junta y hemos dejado que “el destino nos alcance”; no hay nada que no cuente con la prioridad debida, al menos que insertemos la palabra “depende”… ¿Depende de qué? De las malditas circunstancias. Pero llega la situación en que nos preguntamos: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina? Un escritor contestó –bromista el cabrón-, que fue el pollito.
La prioridad es la salud, la seguridad, la igualdad de oportunidades, el trabajo. Luchar contra la corrupción, la impunidad, la discriminación, la pobreza… ¡Uuuff! El asunto no es fácil. Y menos cuando cada quien jala agua –cuando hay, ya nos queda poca- para su molino, y nos vale madres el vecino. Cada quien que se rasque el… como pueda. De que lloren en mi casa… otra vez ¡uuff! ¿Pos a dónde queremos llegar? “¿Queremos, Quimosabi?” Ahí ‘ta, Chato.
El julio del año pasado, Amlito, en su discurso del Zócalo capitalino, expresó: “Cumpliremos a cabalidad el criterio de atender y respetar a todos los mexicanos, pero se dará preferencia a los humildes, a los más necesitados, porque por el bien de todos, primero los pobres”. Bueno, bien, primero ellos, pero aún no se ve ni se siente que esas palabras realmente hayan pasado del bla, bla, bla, ocurrencias y supuestas ironías, a las acciones, porque la pobreza sigue (por referirnos solo a esta prioridad). Claro, demos el beneficio de la duda, y el tiempo que nos quede.
Hace unos días, el coordinador del Gabinete de Crecimiento Económico, Alfonso Romo, señaló que si la economía del país no avanza, no habrá manera de ofrecer atención a 50 millones de pobres, considerados como la prioridad del Gobierno federal. Me lleva la que me trajo, y ahora en el avión presidencial, digo, si soy el afortunado de la rifa cuyo boleto no compraré, desde luego.
Vaya, ¿por qué no mejor se elimina la pobreza por decreto? O mínimo algo así como el programa “Borrón y placas nuevas” instrumentado por el gobierno de Veracruz, y que sea “Borrón a la pobreza”. O “Burrón y la pobreza”, qué sé yo.
Lo dijo George Orwell: “Lo característico de la vida actual no son la inseguridad y la crueldad, sino el desasosiego y la pobreza.” Yo agregaría la ignorancia. Por ahí hay una canción en inglés que dice “Los ricos más ricos, lo pobres más pobres”. No sé dónde leí lo siguiente: “Una cosa es segura y no hay vuelta de hoja/ los ricos se hacen más ricos y los pobres… tienen hijos”. Quien entendió, entendió.
Si no es con acciones concretas, al menos que se haga por decreto, ocurrencias y palabrerías, para eliminar la pobreza. A ver si funciona. ¿Hay tiempo?
Nelson Mandela dijo: “Erradicar la pobreza no es un acto de caridad, es un acto de justicia”.
Pero si no, ahí les va:
“El profesor le pregunta a Jaimito:
-Jaimito, ¿por qué Robin Hood le robaba a los ricos?
Y Jaimito responde:
-Porque a los pobres no podía robarles nada!”
Bueno, ahora la delincuencia jala parejo, ricos y pobres y…
De cinismo y anexas
Si prefieren la prioridad de la seguridad, ahí les va:
Inseguridad ciudadana.
Mis vecinos y yo estábamos cansados de tanto robo y atracos en nuestro sector residencial…
Yo estaba desesperado así que tome algunas medidas de locura:
Desactive todas las alarmas de mi casa.
Desconecté las cámaras de vigilancia.
No pague más el servicio de celadores.
Vendí mi perro.
Colgué tres banderas en el balcón: La de Afganistán, la de Paquistán y otra negra del estado Islámico.
Le coloqué vidrios polarizados a mi viejo automóvil.
Desde ese día, somos vigilados por la Policía Local, la Guardia Nacional, La CIA, La Interpol, FSB, MAD, MI6, y otros más.
Ahora tenemos vigilancia permanente las 24 horas del día durante los 365 días del año:
Mi casa está protegida con agentes secretos por los cuatro costados.
Mi hija es vigilada cuando va y regresa del colegio.
A mi esposa la acompañan cuando sale, ya sea de compras, o a visitar a una amiga.
A mí me siguen cuando voy a mi trabajo y cuando regreso, además me “acompañan” si salgo de copas.
Estoy súper protegido… ¡NUNCA ME HABÍA SENTIDO TAN SEGURO…!
Ahí se ven.