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/ Sandra Petrovich /
“Difícil es luchar contra el deseo, pues lo que quiere lo compra a cambio de vida”. Heráclito fragmento 85
Entre el caos de los elementos, la asunción de un nuevo presidente en Uruguay, carnaval y un 8M bajo el signo de lucha feminista contra el fascismo, muchas cosas nos colocan frente a un límite en donde todo se tensa. Nos damos cuenta que el aire nos puede faltar, tenemos sed, no soportamos nuestra propia piel. Los aires acondicionados funcionan a pleno, las rutas se saturan de coches; la gente busca desesperadamente mar y sombra. El cielo nos regala un espectáculo de nubes de formas cambiantes y reflejos deslumbrantes, casi nos hacen olvidar que nos hemos adentrado un poco más en las consecuencias de un colapso, que se lo nombra más comúnmente, cambio climático.
Levantar la cabeza, mirar el cielo, seguir la trayectoria de los pájaros, fijar la vista en el horizonte y simplemente contemplar. Los pájaros se reparten los territorios, donde comen, cantan y donde duermen. El movimiento determinado por las necesidades rige sus vidas. Las necesidades que tienen son básicas se resumen a dos o tres. Nada más alejado de nosotros los humanos, que hemos sumado una cantidad de falsas necesidades que además nos han vuelto dependientes. ¿Adónde nos lleva la mente cuando conseguimos algo de tiempo de reposo? Entrar en estado de reposo, es suspender todo, es abrir un paréntesis. En ese espacio tiempo es donde se nos abre la posibilidad de acceder al deseo, a lo imaginado, lo que podría suceder en un deambular sin trabas ni fronteras, sin condicionantes.
Cuando nos hacemos la pregunta qué hacer tal vez podríamos actuar como el pintor que crea desde el gesto mismo, desde la acción; empezando con algo mínimo que cambia el espacio en blanco, algo que nos invita a entrar en una construcción donde espíritu y materia van generando mundos, situaciones, desafíos, descubrimientos y revelaciones.
El filósofo italiano Franco “Bifo” Berardi en su último libro “Desertemos” nos habla de cinco deserciones importantes, estas son: el trabajo, el consumo, la participación política, la guerra y la procreación.
Cada vez más personas en el mundo y en especial los jóvenes ven cómo las condiciones de trabajo se vuelven insoportables y además les hace perder tiempo de vida volviéndolos dependientes, además que nadie está viendo allí la tan prometida felicidad sino más bien precarización. Bifo nombra resignación para significar un rechazo al trabajo, un auto abandono del mismo. Cita el ejemplo de China donde muchas personas se niegan a salir de sus camas. Claro, también advierte que se deberá buscar las formas de sobrevivencia, cubrir las necesidades básicas como techo y comida. Esto nos lleva a la urgente necesidad de encarar formas de vida autónomas; ello es más difícil de conseguirlo de forma aislada, de dónde reforzar redes y expandir las comunidades parecen ser una de las salidas, de punto de fuga.
El consumo estaría perdiendo adeptos, en todo caso no ha retomado como antes de la pandemia. Para muchos ir de compras ya no es más un sustituto emocional. Así la llamada última generación sentirá tanto un rechazo ideológico al consumo como también estético. La gente está siendo invadida por la basura además de ver como el desequilibrio ambiental está devastando zonas del planeta.
La falta de participación política y no sólo en los partidos políticos sino también en las instancias sociales es algo que todos podemos constatar en mayor o menor medida. Sin embargo, las estructuras políticas y financieras modelan y condicionan el comportamiento de la gente a través de las redes sociales. Ya no hay sueños, lo que campea es la desilusión de todo, se produce un repliegue hacia lo individual, se expande la depresión. Tenemos por un lado un sistema hiper organizado y por otro la atomización de las energías anti sistémicas. A manera de ejemplo traemos lo que ha sucedido con los medios alternativos de información, se fueron debilitando como consecuencia que hoy todos se improvisan en periodistas y difusores de noticias sin ninguna selección ni análisis ni criterio alguno. La hegemonía de los grandes medios de comunicación masivos a través de las redes sociales tiene el poder absoluto de la manipulación mediática. La adhesión y la adicción a las pantallas es la causa de la desinformación y de la ruptura de los lazos sociales. Estamos ante una verdadera enfermedad, suerte de pandemia digital, esto actúa como un narcótico, adormece, paraliza, aísla.
La deserción de la guerra no es evidente ni fácil, pero se está produciendo entre los soldados israelíes y rusos; ninguna guerra lleva más que a la destrucción y decir que al frente de ellas se encuentran los estados democráticos o totalitarios. ¿Preguntamos, puede haber posiciones de neutralidad hoy cuando la perspectiva es una guerra nuclear? Ya no hay dudas de que no condenar un genocidio, por ejemplo, es ser cómplice del mismo.
Llegamos a la quinta deserción, la procreación.
¿Procrear para qué? Traer hijos a un mundo en descomposición asusta, solo un acto de fe lo podría justificar, pero todos sabemos que la fe es ciega, irracional. No traer hijos al mundo de hoy es un acto de deserción tal vez el más radical. Esto no es ni bueno ni malo, es uno de los síntomas de que estamos mal como sociedad. De todas maneras, más allá de un acto racionalmente pensado seguirán naciendo niños y es nuestra responsabilidad dejarles algo distinto a lo que se está desmoronando hoy.
Hay una palabra: ESPERANZA. Se ve en toda la cartelería del Frente Amplio en Uruguay. No sabemos dónde se ha elaborado, problematizado ese concepto. Estábamos acostumbrados a ver la palabra esperanza en los carteles religiosos, ligado a lo místico. Hecho sorprendente que nos intriga. Entramos en un terreno próximo al de la incertidumbre, ya no se anuncian cambios, solo queda una palabra escueta: Esperanza.
Volvemos a Bifo, para retomar con la Deserción que plantea como única conducta ética para no ser cómplices del horror actual, de la violencia, de la prepotencia, dice “es una forma de sabotaje al poder”. Pero también hace una precisión, la Deserción no excluye las insurrecciones – sublevaciones, que ve como formas de desertar que tienen los cuerpos, totalmente desprovistos de la ilusión de conquistar ningún gobierno. La invitación es a cambiar nuestras vidas.