Falta menos .

*La inmaculada Concepción.

/ Vianey Esquinca /

Las campañas políticas han sido un mosaico de atinos y desatinos, improvisación, ocurrencias y muchas declaraciones desafortunadas en las que aflora el subconsciente. Muchos candidatos y candidatas están dispuestos a hacer el ridículo con tal de ganar likes o menciones en los medios de comunicación. “Que hablen mal, pero que hablen” se ha convertido en el mantra de muchos de ellos.

Entre los absurdos se encuentra que algunos morenistas han pensado fuera de la caja y utilizan un jaguarmovil (un batimóvil generación 4T) y recorren las zonas más pobres de Chiapas como Eduardo Ramírez; otros como María de Jesús Delgado piden a la gente que se una, “aunque sea a Satanás” para que Morena siga en el poder. Incluso utilizan a la Santa Muerte como símbolo de lucha, protección y defensa de Andrés Manuel López Obrador. Sí, el esoterismo es la nueva forma de marketing político.

Movimiento Ciudadano ha hecho de su campaña una oda a la superficialidad. Sin embargo, está funcionado en un sector de la población utilizando el color fosfo-fosfo, una canción pegajosa y logrando que los jóvenes lo utilicen como tendencia en redes sociales. Tal vez, los integrantes de su equipo de campaña sean los únicos que podrían repetir una propuesta del candidato presidencial Jorge Álvarez Máynez, quien reveló en un acto de campaña que en caso de ser presidente haría realidad todas las peticiones de su pequeño hijo, que incluye, entre otras cosas, que todo sea futbol y rock and roll, que el pasto no sea venenoso, que los conejos y las ovejas sean libres y que en la granja haya más bebés de los animales. Además, que las escuelas no sean caras y que todos los niños puedan ir a la feria.

Lo que sí, es que muchas personas hoy pueden replicar los pasos que acompañan el jingle de: “Máynez Máynez Máynez, Máynez presidente”. Sí, la humanidad merece que le caiga otro meteorito, aunque debe reconocerse y no regatear el talento del equipo de creativos que supieron aprovechar la forma ante la ausencia de fondo.

El PRI, PAN y PRD tampoco se quedan atrás. Por citar un caso está Santiago Taboada, quien subió un video en el que pone a un perrito, ¡a un perrito!, a elegir entre una persona que tenía su foto y otra que tenía la de la morenista Clara Brugada #CoLosLomitosNo, por favor, a ellos no.

Por otra parte, los debates, que deberían ser una forma en la que las y los ciudadanos, sobre todos los indecisos, puedan tener más elementos para elegir por quien votar pasan sin pena ni gloria. Salvo los presidenciales y uno que otro de candidatos a gobernador, en los demás podría cometerse un crimen y nadie se daría cuenta. Si los candidatos se dedican a mentir, dar cifras equivocadas o defender lo indefendible no pasa nada, como el caso de Miguel Torruco que, en un debate, señaló que Iztapalapa era más segura que la alcaldía Miguel Hidalgo. Sólo fueron las risas del público lo que dejaron claro que eso no se lo creía ni el más fanático morenista. En México, todavía no se encuentra el formato perfecto para los debates.

Por si fuera poco, en estas campañas la tortura de los miles de anuncios parece interminable. La contaminación auditiva y visual se ha vuelto parte de la vida de los mexicanos. El Photoshop es el rey de la política. En los pendones, carteles y espectaculares todos son agraciados, delgados, con un porte y un aire angelical. En algunos casos están volteando al infinito, cual quinceañeras al que el fotógrafo del barrio le pidió voltear a ver a un mar imaginario.

Falta poco más de un mes para que por fin lleguen las elecciones y se deje atrás la pesadilla que han dejado las campañas. Ahora sólo falta que, con su voto, la gente no vote porque la pesadilla se alargue seis años más.

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