Faltan audiolibros .

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 / Juan José Barrientos /

Hace unos días me dijo un amigo que su mamá tiene 94 años y está muy lúcida, pero ya no puede leer ni ver la tele; sin embargo, escucha algunas novelas gracias a un dispositivo especial (Alexa).

Como ella fue mi maestra en la prepa y me animó a estudiar letras, pensé regalarle algunos audiolibros, y el primero de que me acordé es el de Los Revueltas: biografía de una familia, de Rosaura Revueltas, que leì hace poco, pero desafortunadamente no se consigue como audiolibro, y tampoco Mi vida por el mundo, de Maples Arce, ni Memoria, de Rosario Ferré; tampoco las Memorias de España 1937, de Elena Garro, ni Yo también me acuerdo de Margo Glantz.

Hace unos meses, la UNAM anunció que ya son de acceso libre las grabaciones de la colección Voz Viva de México, y así podemos escuchar “Diles que no me maten” y “Luvina” con la voz de Rulfo y fragmentos de El luto humano – unos 36 minutos- con la voz del mismo José Revueltas. También se puede escuchar a Alfonso Reyes, así como algunos fragmentos de Las genealogías y El rastro de Margo Glantz; incluso hay algunas grabaciones de Cortázar con su peculiar pronunciación de las erres, pues tenía “frenillo”, y que son parte de otra colección.

Desafortunadamente, la colección me parece que no incluye ninguna grabación de Fernando Del Paso, aunque él trabajó en la BBC durante años y seguro les habría enviado las grabaciones, si le hubieran pedido que leyera algunas secciones de Noticias del imperio o de Palinuro.

Y si eso pasó en la UNAM, no es extraño que, en la UV, a nadie se le ocurriera grabar a Sergio Galindo leyendo algunos fragmentos de sus obras o a Pitol o a Juan Vicente Melo.

La producción de audiolibros permitiría una mayor difusión de nuestra literatura, no solo entre personas que tienen problemas de la vista, sino también entre quienes realizan actividades manuales, como lavar los platos o cocinar, pues los podrían escuchar mientras las realizan, como una amiga mía que además escucha la radio mientras maneja de Coatepec a Xalapa.

Tengo entendido que no es recomendable leer mientras uno viaja en un autobús o un tren, pero podría escuchar algún libro con audífonos, sobre todo si lo hace de noche.

La Universidad Veracruzana podría encargarse de la producción de los libros mencionados de Maples Arce y de Rosario Ferré, que publicó hace tiempo, y también de algunos de sus textos autobiográficos, aunque ya no sería con las voces de los autores.

También puede pedirle a José Luis Rivas que grabe sus poemas, y yo podría leer mis notas de viaje y otros textos autobiográficos.

Falta que los responsables de Radio UV y de Difusión se pongan las pilas.

POSTDATA.

Esta nota, por cierto, coincide con otra titulada “Libros accesibles” publicada en Confabulario el 2 de diciembre y escrita por Hugoi Setzer, que es el presidente del Consejo directivo de la Caniem (Cámara nacional de la industria editorial mexicana).

Se las recomiendo:

Libros accesibles | Confabulario | Suplemento cultural (eluniversal.com.mx)

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