Familias de desaparecidos en Ciudad de México exigen conocer hallazgos de búsquedas militares en el Ajusco.

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*Eliana Gilet

Foto: Jaqueline Palmeros junto al memorial instalado en honor de su hija Jael Monserrat, en el Ajusco, el 20 de agosto. (Axel Hernández)

23.08.2025 Ciudad de México.- Durante el acto de instalación del memorial para Jael Monserrat Uribe Palmeros, una joven madre que pasó cinco años desaparecida hasta que sus restos fueron hallados en noviembre último en el Ajusco, al sur de la Ciudad de México, familias de personas desaparecidas en la capital exigieron conocer el resultado de los trabajos que el ejército mexicano realiza en la zona.

Su instalación en un campamento militar en el cerro del Ajusco se vincula a otro caso, la desaparición de la estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Ana Amelí García Gamez, de 19 años, cuando el 19 de julio de este año acudió al Pico del Águila a practicar alpinismo. Aunque su familia, amigos y los colectivos de la Ciudad participaron en una salida a campo junto a las autoridades el 25 de julio, la tarea ha quedado en manos del ejército.

Según supieron las familias que integran el colectivo Una luz en el camino, de Ciudad de México, los militares están apostados en un campamento en el cerro y realizan búsquedas cotidianamente, ya que todos los días “están peinando el Ajusco”, de las cuales exigen ser notificadas de sus avances y resultados, pues la zona ha sido de interés para la localización de personas desaparecidas desde hace cinco años.

“Queremos saber qué está pasando con esos restos óseos que están siendo localizados por el ejército. Ellos dan parte a la Fiscalía para hacer el levantamiento, pero nadie nos ha dado cuentas, ni un informe a las familias que llevamos años caminando en el Ajusco”, dijo Jaqueline Palmeros, madre de Jael Monserrat, durante el evento de este 20 de agosto.

Foto: Marcha en exigencia por la búsqueda y localización de Ana Amelí, en el Zócalo capitalino, el 3 de agosto. (Axel Hernández)

Una lucha por justicia

Como una forma de dignificar la memoria de su hija y de las demás personas que han sido localizadas sin vida en este pulmón natural, en el límite sur de la Ciudad de México, Jaqueline Palmeros impulsó la construcción de un memorial en el paraje Llano de vidrio, ubicado en la carretera que une el Ajusco con Xalatlaco, indicando el sitio donde en noviembre del año pasado halló ella misma un conjunto de restos óseos, que probaron el feminicidio de su hija.

Desde entonces, su familia y los colectivos de la ciudad han regresado al punto para continuar la búsqueda de Monse y en exigencia de darle un retorno digno, que implica hallar la totalidad de sus restos. En este proceso, las familias han reclamado su derecho a la memoria y a intervenir el espacio público como una forma de reparar el daño sufrido y también de exigir justicia para un caso que permanece impune.

Aunque dos personas habían sido detenidas y vinculadas a proceso por desaparición, fueron liberadas en julio de 2024 por la jueza Belem Bolaños, que actuó sin perspectiva de género al ignorar las evidencias que vinculaban a estas personas -Adriana N y Miguel Ángel N- en el crimen, y optó por revictimizar a Monse, a quien se responsabilizó de su propia desaparición. Ese proceso judicial fallido ha sido repuesto por un juez de control a solicitud de Jaqueline, quien aseguró que espera que ahora el caso de su hija tenga la atención y respuesta que merece, después de salir del ámbito de justicia ordinario.

Por la importancia de este espacio para la investigación de un caso de violencia grave y que continúa en investigación, exigió por escrito al gobierno de la Ciudad de México la necesidad de inversión pública y mejoras en el sitio, que incluyen la instalación de malla ciclónica de dos metros de altura y dos cámaras de vigilancia monitoreadas por la red del C5 de la Secretaría de seguridad pública capitalina.

Militares apoyan en la búsqueda de Jael Monserrat, en Llano de vidrio, Ajusco. (Axel Hernández)

Memorial para Monse

Durante tres días de la segunda quincena de agosto, las familias lograron la presencia de las autoridades vinculadas en la búsqueda, que movilizaron cerca de cien funcionarios cada día para continuar la búsqueda de restos óseos e indicios que permitan esclarecer qué sucedió con Jael Monserrat. El miércoles 20, a la par, las familias del colectivo Una luz en el camino, junto a estudiantes y personas solidarias con ellas, construyeron en común el memorial en su honor.

Con muchas manos en acción, el sitio tomó la forma de un corazón de cemento trazado en el piso, al que se le colocó un retrato de Jael Monserrat en el centro, y fue coronado por una cruz plateada traída por su familia, y una imagen de la Virgen de Guadalupe, que cuida el espacio. Una por una, representantes de las autoridades y colectivos presentes colocaron pequeñas piedritas sobre el corazón, que simbolizan la necesidad de múltiples esfuerzos para hallar a las más de 132 mil personas que han sido reportadas desaparecidas en México, en su mayoría, en los últimos 20 años.

“Pedí que este memorial fuera sencillo, construido por las familias y por ustedes, que cada uno de ustedes con institución pusiera una piedrita, y que después viéramos que pudimos construir. Construimos un corazón precioso, un corazón de luz, y eso es lo que yo les invito a que construyamos en cada búsqueda, no sólo por Monse, sino por todos y cada uno de los que nos hacen falta”, dijo Jaqueline durante el evento, y la celebración ecuménica que brindó el Eje de iglesias y tres de los religiosos que acompañan a las familias.

Su madre hizo referencia a la dura lucha que ha llevado adelante para que la búsqueda de personas en Ciudad de México “no sean situaciones de indiferencia y hostilidad”, pero confió en la potencia que le ha brindado la organización, ya que el dolor que ha causado su muerte y su desaparición “no han sido en vano. Tú has sido luz en el camino de muchas personas, siguen abriendo puertas que creíamos canceladas”.

La solidaridad entre las familias que enfrentan la desaparición es el sostén que ha articulado un movimiento social potente, que tiene en la defensa de la vida y en la no repetición, en la exigencia de justicia y reparación, sus fortalezas; y que vive enfrentando el desafío de articular una tensa relación con las autoridades, cuya participación es imprescindible y necesaria, pero que ha tenido una posición reactiva, secundaria, frente a las miles de formas que las familias encuentran para buscar y hallar a los desaparecidos.

“Nunca me voy a rendir, hasta que la justicia del hombre alcance a los que te hicieron daño, porque la de Dios sé que ya la tienen bien ganada. No descansaré hasta que la dignidad se haga costumbre, descansa mi corazón, mi tesoro. Te amo hija, gracias por ser luz en caminos de oscuridad. Descansa en paz”, dijo Jaqueline Palmeros para bendecir a su hija, y cerrar el evento en su memoria.