Feminismo para dummies.

ROCÍO ESTREMADOIRO RIOJA DE-LIRIOS

Mi admiración y respeto al colectivo feminista “Las Tesis” de Chile. Su canción de claridad política contundente, sumada a una puesta en escena de baile irreverente, dieron la vuelta al orbe. Hoy mujeres de todas partes cantamos “Un violador en tu camino” en diversos idiomas. Eso es un síntoma más de que entramos a una era en la que la acción colectiva, directa, espontánea y autoconvocada se convierte en protagonista gracias a la libertad interconectada de las redes sociales.

Sin embargo, también está la otra cara de la moneda. En pleno Siglo XXI, la liberación femenina sigue causando roncha en almas reprimidas y encerradas. Otros pregonan su ignorancia comparando al feminismo con el machismo. Para todos ellos/as (una vez más) una explicación para dummies de lo que implica el feminismo.

La invención del “otro” se tradujo, a lo largo de la historia de la humanidad, en una división social del trabajo donde los prejuicios y estereotipos sobre orígenes étnicos/culturales, nacionalidades, sexo, etc., han justificado el sometimiento y explotación de ciertas colectividades, junto con la asunción pasiva y acrítica de roles funcionales a las estructuras de poder establecidas. De esa forma, racismo, xenofobia, clasismo, sexismo y machismo tienden a ir de la mano.

Frente a ello, se han antepuesto las teorías y praxis políticas insurrectas y las utopías más bellas de las elucubraciones humanas, lo que consagró transformaciones sociales que nos permiten beneficios que hoy gozamos. Si no fuera por esas teorías y praxis insurgentes, continuaríamos reptando en un contexto en el que se compraban personas en calidad de esclavos, en el que se violaba a la “empleada” de la hacienda y se azotaba al “pongo”, en el que se lapidaba a mujeres cuyo único delito fue apasionarse con el conocimiento.

Paradójicamente, los pensamientos libertarios, y particularmente el feminismo, suelen ser perseguidos y estigmatizados. ¿Será porque osaron manifestar que allende el origen étnico o cultural, el árbol genealógico, la nacionalidad o la coyuntural función social, los seres humanos somos iguales? ¿El delito del feminismo es su atrevimiento a sostener que sin importar el sexo biológico o la condición de género, los seres humanos somos iguales?

Recalcar que cuando se habla de igualdad no es una referencia a la homogeneidad, una representación antojadiza y funcional a las relaciones de poder. De por sí, cada ser humano es asombrosamente diferente. Cada persona es un misterio a veces insondable (¡y qué maravilla que sea así!). Y ello no nos hace mejores o peores.

La igualdad se remite a aquello que se aleja de jerarquías, juegos de poder, “superioridades” y “elegidos” y nos faculta una convivencia en la que el pan, el sol, el descanso, el conocimiento, la libertad, etc. estén al alcance de todos/as. En ese marco, el feminismo se insubordina contra la opresión, denigración, abuso y sometimiento de la mitad de la humanidad.

Y a pesar de su crucial importancia, incluso en los círculos de los partidarios de otras teorías libertarias, el feminismo es una de las tendencias más resistidas, incomprendidas, relegadas y subestimadas. ¿Cómo es posible aquello?

Quizás tenga que ver con un hecho simple y que se constituye, por increíble que parezca, en un asunto incómodo y muy difícil de tragar para muchos/as. Finalmente, el feminismo es la corriente ácrata que ha coadyuvado a que las mujeres nos aventuremos a mirar directamente a los ojos de nuestros pares varones. Y sea desde las aguas del amor, de la amistad, del deseo, de la complicidad, del compañerismo, de la atracción o la curiosidad, como también a través del cuestionamiento, la rebeldía o la insurgencia, sosteniendo la mirada y sin miedo, asegurarles: Soy tu prójimo, soy tu semejante, soy tu igual.

 

La autora es socióloga.