*Fey huyó de Guatemala a sus 27 años, pero no es la primera vez que huía, pues se vio obligada a dejar el núcleo familiar a los 17 años. Foto: ©️ACNUR/Alejandra Leyva
18.05.2024. Fey llegó a México con la determinación de retomar su proyecto de vida. Huyó de Guatemala porque la violencia y la inseguridad la forzaron a cerrar su pequeño negocio de comida, al que decenas de clientes asistían a diario para compartir una buena plática y la sazón de sus platillos.
Con un marcado acento tapatío, Fey, una mujer refugiada trans viviendo en Guadalajara, relató que creció en una pequeña ciudad costera en Guatemala, donde cursó el bachillerato en letras y obtuvo un título de técnica especializada en computación. Siempre quiso trabajar en una empresa grande que le asegurara estabilidad laboral y le permitiera crecer profesionalmente. Reconoció que siempre fue autodidacta y que, pese a cualquier circunstancia, ha sabido salir adelante sola.
Fey huyó de Guatemala a sus 27 años, pero no es la primera vez que huía, pues se vio obligada a dejar el núcleo familiar a los 17 años, para alejarse del rechazo y la discriminación que sus familiares mostraban hacia su identidad de género.
“Mi orientación era notoria desde los ocho años. Siempre fui muy directa en decir lo que me gustaba, mi estilo de vida era diferente, cocinaba y limpiaba para ayudar a mi mamá y pese a que mis padres lo veían, no lo aceptaban. Me pidieron cambiar y dejar esa vida y al sentir su rechazo decidí salirme de casa. Eso significó también dejar de estudiar”, señaló.
En Ciudad de Guatemala tenía que valerse por sí misma y enfrentar la nostalgia de haberlo dejado todo. Trabajó cinco años entre una empresa de servicios de limpieza y en un call center donde sus colegas la trataban como mujer, pero aún se sentía incómoda.
Por razones familiares tuvo que regresar a su ciudad natal, donde, sin mayores oportunidades de empleo, abrió con una amiga un negocio de comida que atendía por la mañana y por la noche.
A un par de años como emprendedora y de haber iniciado su proceso hormonal, fue víctima de varios episodios de delincuencia y persecución. Recibía amenazas en redes sociales y, un día, un grupo de desconocidos asaltó su negocio a mano armada y se llevó dinero, herramientas de trabajo y su ilusión de moverse a un local para seguir ampliando su proyecto.
La frustración y el miedo hicieron que Fey huyera casi de inmediato.
“Quizá lo que nos pasó estuvo relacionado, en parte, con mi identidad de género, porque en esa época y en una ciudad tan pequeña no era común ver personas trans trabajando en el rubro de comida. Yo ya lucía más como mujer por las hormonas, pero mi nombre aún era el que me pusieron al nacer” comentó.
En el sur de México, por miedo a ser reconocida por sus persecutores, se vio forzada a ocultar su identidad de género para evitar riesgos. Consiguió empleo con una señora que le dio la oportunidad de atender un negocio de comida y que la llevó a las oficinas de COMAR donde le comentó, ayudan a las personas que llegan huyendo.
La visita a COMAR significó el inicio de una nueva etapa en su vida. Solicitó el reconocimiento de la condición de refugiada en 2021 y conoció ACNUR, donde le comentaron que podía ser reubicada a otra ciudad del país y recibir apoyo para encontrar empleo, vivienda, continuar estudios, e, incluso, naturalizarse mexicana.
Aunque vivió momentos de incertidumbre en los que se cuestionaba qué hacía tan lejos de su país, recordó que todo comenzó a mejorar cuando llegó a Guadalajara, con varias maletas llenas de ropa y artículos personales con las que apenas cargaba en el autobús. Haciendo equipo con otras personas solicitantes de la condición de refugiada, consiguió donde rentar e iniciar su proceso de integración local.
Con el acompañamiento de la agencia, logró entrevistarse y aprobar el proceso de reclutamiento en Continental, empresa que desarrolla tecnologías y servicios para el rubro de vehículos y transporte.
“Las personas refugiadas sienten agradecimiento a las oportunidades que se les brindan, a las empresas que les abrimos las puertas, por eso su rotación como personal es menor y esta estabilidad es importante para nosotros; además la multiculturalidad genera valor agregado a los grupos de trabajo, el personal refugiado que tenemos hace vínculos con quienes son mexicanos porque se identifican con la compañía, hacen parte de un grupo formal, una misma compañía a la que pertenecen ahora”, dijo Osvaldo Baltazar, responsable de comunicación de Continental.
“Al principio estaba bien perdida en la ciudad, preguntaba todo. Me he topado con mucha gente muy buena, me han brindado mucho cariño y ayuda en todo sentido. Ha habido momentos duros, pero me siento a gusto aquí integrada en esta ciudad que me regaló el nombre de Fey. Ahora pienso en naturalizarme y comprar una casa”, comentó de buen humor.
Como Fey tuvo que hacerlo, muchas personas LGBTIQ+ siguen viéndose forzadas a salir de sus países y comunidades de origen por causa de la discriminación y la violencia que viven debido a su orientación sexual o identidad y expresión de género.
Es por esto que, desde ACNUR, recordamos en este Día Internacional en Contra de la Homofobia, Transfobia, Bifobia y Lesbofobia (IDAHOT), la importancia de asegurar que existan espacios y lugares seguros para que todas las personas LGBTIQ+ puedan vivir en paz, con dignidad y en libertad. ACNUR trabaja directamente y con socios y aliados para generar estos espacios seguros y buscar que las personas LGBTIQ+ forzadas a huir puedan ejercer sus derechos plenamente.