Fiscalía: la sed de venganza

/ Gil Gamés /

Gil siguió la huella del escándalo: el gobierno ha perseguido a un grupo de 31 investigadores y ex funcionarios del Foro Científico y Tecnológico y pidió órdenes de aprehensión. Gilga no recuerda algo así en el mundo de la investigación y de la ciencia. Tratar a los científicos como delincuentes.

Gilga sigue aquí el hilo de redes de Raúl Trejo Delarbre: el Foro fue creado como organismo autónomo por la ley de Ciencia y Tecnología de 2012: el Conacyt debía apoyarlo financieramente. No hubo ilegalidad alguna en recibir recursos y ejercerlos. Las acusaciones no tienen sustento jurídico.

Ahora mal sin bien, o mejor, bien sin mal: un juez adscrito al Centro de Justicia Penal Federal en Almoloya, Estado de México, negó en definitiva a la Fiscalía General de la República girar órdenes de aprehensión contra científicos y ex funcionarios del Foro Consultivo.

Gil lo leyó así en su periódico El Universal: “La FGR puede impugnar la resolución del día de hoy ante un tribunal colegiado. Los 31 académicos imputados por la FGR están en proceso de ser notificados de la sentencia”. Así las casas (muletilla patrocinada por Bartlett Chu-chu-chu), Gil se pregunta de verdad y sin mentira: ¿liberamos a Ovidio, el hijo de Guzmán Loera, y encarcelamos a 31 científicos? Si hay alguien que puede detener esta locura, y si tuviera un gesto, por cierto, de grandeza, sería el Presidente de la República.

“Se ve mal” que el Presidente no detenga para siempre está barbaridad. ¿Por qué? Porque es el jefe del fiscal Gertz, cuyas maneras no son las más aseadas, ¿o vamos a jugar a la gallinita ciega? Todo es muy raro, caracho, como diría Jean de la Bruyére: “Una cualidad de la Justicia es hacerla pronto y sin dilaciones; hacerla esperar es injusticia”.

La Fiscalía ataca de nuevo Mientras Gilga escribía estas líneas, la Fiscalía publicó un comunicado en el cual insiste en que sí hubo delitos y afirma que solicitará de nuevo las órdenes de aprehensión contra los científicos e investigadores. Gil no da crédito y cobranza: nadie se va a tragar la paparruchada de los dineros del Foro, pero la sed de venganza, la decisión de atacar a la investigación, al conocimiento y a la pluralidad de visiones del mundo no desaparecerá fácilmente: el poder es el poder y es el poder, diría el filósofo.

Gil se pregunta: ¿será el mismo juez quien tome el caso o será otro? Gil no quisiera ser optimista y escribir aquí que todo pasará. Si pasa, la línea de fuego quedará marcada en la hierba quemada denuestra historia reciente.

De nuevo Gil se pregunta: ¿es verdad que vamos a pedir de nuevo una orden de aprehensión para un grupo de investigadores por motivos al menos burocráticos? El fiscal Gertz está enfadado y su compañera de ruta, la directora del Conacyt, lo sigue en su cólera.

O al revés, que es lo mismo, pero igual volteado. Se sabe, hay días en que Gil piensa que perderá la razón. Una raya más al tigre de la locura del gobierno. Gabinete de curiosidades David Sarnoff, un joven ingeniero de la American Marconi Company, llamó la atención pública cuando en 1912, tras el hundimiento del Titanic, se encargó de transmitir desde una estación neoyorquina los insólitos mensajes procedentes de la escena del desastre.

La edad de oro de la radiofonía se dio entre los años de 1930 y 1950, dos décadas pobres para la sociedad norteamericana. La radio fue considerada como un refugio para la vida diaria.

Los aparatos transmisores se volvieron modernos al punto de poder ser trasladados a diferentes sitios dentro de la casa. Al final de 1930, cada familia norteamericana contaba con al menos un receptor de radio en su casa. Al final de la Segunda Guerra Mundial y con la llegada de la televisión, el grado de la aceptación de la radio bajó considerablemente, aunque mantuvo su atractivo.

La radio es la suma de muchos años de desarrollo e invención de diferentes aparatos ligados a la investigación del uso de la electricidad, como el electroimán, el telégrafo y las aportaciones de Graham Bell con sus transmisiones de voz a través de cables eléctricos en el año de 1876. (30 objetos. Necesidad e ingenio humanos. Trilc, 2006).

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