/ Por: Zaira Rosas /
México atraviesa una situación cada vez más difícil, los Estados se pintan de rojo en medio de una lucha constante de poder entre gobierno y crimen organizado. ¿Quiénes pagan las consecuencias? Civiles inocentes. Las noticias del día hablan de crímenes constantes, explosiones de vehículos, mineros que siguen sin ser rescatados y aún peor no hay responsables detrás del caso. Hay atentados en Chihuahua, Jalisco, Guanajuato y Baja California. El resto de información da cuenta de personas desquiciadas ejerciendo violencia contra otras personas, ya sea por trastornos emocionales, errores o el efecto de sustancias externas.
En medio de tanto caos cualquiera anhela un mínimo de esperanza. Una solución o propuestas de cómo hacer algo diferente. Llevo años escuchando cómo el crimen organizado se apodera de espacios, sin embargo, me rehúso a creer que la única solución esté en ejercer más violencia o pretender que con amor basta para un nuevo entorno. Tampoco imagino una vida total de encierro ante el miedo que genera el exterior.
Creo en la concientización de la humanidad, en la suma de voluntades y en el cambio que puede generar la educación. Entiendo a esta última como un trabajo constante en todos los espacios, no como una obligación que dejamos sólo en manos de las escuelas. La educación debe ser un esfuerzo colectivo, donde los gobiernos promueven la formación en los espacios públicos, las escuelas dotan de práctica y conocimiento, pero también se suman las empresas y la sociedad en cada uno de los espacios.
Al menos esos puntos son algunos de los que detecto como similitud entre las ciudades que se consideran más seguras en México. El ranking varía según la fuente, pero las más mencionadas en todas las encuestas son: Mérida, Querétaro, San Pedro Garza García e incluso en algunos análisis de años atrás Puebla figuraba en los primeros lugares, pero su realidad ha cambiado. Sin embargo, en su periodo de apogeo cumplía con los mismos elementos indispensables para ser un lugar seguro.
Lo que tienen en común las ciudades previamente mencionadas es su desarrollo, San Pedro Garza García es uno de los puntos con más inversión en el país, Mérida puede no tener el desarrollo de infraestructura que el norte, pero es de los puntos de México con más turismo, cultura y por ende los mismos habitantes son muy cuidadosos de preservar la armonía del entorno, además cuenta con importantes universidades para quienes viven en el sur del país.
Por su parte Querétaro también es un punto turístico, actualmente se encuentra en expansión, hay mucha inversión propiciando nuevas industrias, oportunidades de trabajo y al ser un punto cargado de historia también es una invitación constante a exposiciones culturales. En su momento Puebla cumplía un rol semejante, era un punto de encuentro para universitarios tanto del norte como del sur y ofrecía espectáculos similares a la Ciudad de México, por lo que llegó a ser considerado uno de los mejores espacios de residencia.
Actualmente de todos estos espacios podemos tomar como ejemplo la educación, normas civiles que se respetan, gobiernos que invierten en actividades sociales y empresarios vinculados con el entorno, además algo que he notado de manera particular tanto en Mérida como en Querétaro es la intervención de los espacios públicos, donde los lugares comunes también se vuelven obras de arte, donde incluso los ciudadanos pueden ser partícipes de la creación y terminan haciendo los espacios suyos, propiciándoles mayor atención y cuidado.
La clave para recuperar a nuestro país está en dejar de visualizarnos únicamente como individuos y empezar a entender que somos parte de una sociedad a la que podemos sumar positivamente. La idea de cuidar en conjunto de los espacios no es nueva, se ha demostrado en Brasil en las Favelas, en Medellín donde uno de los barrios que solían ser más peligrosos hoy son principales puntos turísticos, lo fundamental está en sumar esfuerzos y tener un interés real en recuperar nuestro entorno. Dejemos de lado las culpas y comencemos a pensar en propuestas y soluciones.