En el marco de las elecciones presidenciales del 19 de junio en Colombia, Francia Márquez y Gustavo Petro son los nuevos gobernantes del país latinoamericano
Francia Márquez, la nueva vicepresidenta de Colombia: representante de las mujeres y las minorías
Esta elección de gobierno refleja los cambios abismales en la concepción de país de los colombianos y las colombianas en la actualidad. Con la primera vicepresidenta afro y lideresa de los derechos humanos y el primer presidente progresista, Colombia se suma a la lista de países latinoamericanos que le han apostado a la izquierda.
Los analistas políticos concuerdan en que gran parte de la decisión de los y las votantes recaía en la presencia de Francia Márquez en la vicepresidencia, ya que la lideresa representaba no solo a la población afro del país, sino a las minorías golpeadas por la guerra, la pobreza y el olvido del Estado. Al final de la contienda electoral, Márquez era la candidata de todas las mujeres feministas, jóvenes, lideresas y líderes ambientales y de los marginados de la región norte del sur del continente.
Francia Márquez es oriunda de la vereda Yolombo, del municipio de Suarez en el departamento del Cauca. Empezó su activismo desde la defensa de los derechos humanos y del medio ambiente. Quienes la conocen aseguran que desde temprana edad trabajaba por su comunidad y que el liderazgo la llevó a tomar defensa de los recursos ambientales de la región, muy importantes para las comunidades negras en Colombia.
Luego de finalizar sus estudios escolares, se certificó como técnica agropecuaria en el SENA (Servicio Nacional de Aprendizaje) para aplicar sus conocimientos prácticos en el cuidado de los recursos hídricos durante el usufructo de la tierra con fines agropecuarios. Sin embargo, más adelante, ingresa a estudiar derecho en la Universidad Santiago de Cali para combatir la minería –legal e ilegal— que azotaba su territorio, la cual estaba muy propiciada por el conflicto armado y el desplazamiento de las distintas comunidades afro hacia las ciudades, sobre todo hacia Cali y Medellín.
Durante repetidas ocasiones, denunció el racismo y la violación de DDHH hacia su comunidad, agresiones que son sistemáticas en muchas regiones de la nación. Hizo parte del proceso que confirmó el impacto socioambiental negativo de la desviación del Río Ovejas a la represa Salvajina, el cual siguió adelante, por lo que fiscalizó y exigió la reparación de los impactos del megaproyecto.
Tras las peleas legales por la desviación del rio, se le sumaban las discrepancias con las empresas extrajeras dedicadas a la explotación minera, luego de que se les fueran otorgados títulos de explotación por parte del gobierno, los cuales violaron el debido proceso a la implementación del derecho fundamental a la Consulta previa, libre e informada. Tras su lucha con la minería, venían las retaliaciones y hostigamientos por parte de grupos paramilitares presentes en la zona.
Fue invitada a La Habana, Cuba como parte de la mesa de víctimas en los Procesos de Paz, cuyo tema central fue el impacto del conflicto armado económico y político en la comunidad de mujeres afrocolombianas.
En el 2015, fue premiada con el Premio Nacional como Defensora de Derechos Humanos.
Márquez representa y ejemplifica la situación de una vasta cantidad de ciudadanos y ciudadanas que se sienten aislados y desprotegidas por el Estado y que sienten que su figura política más cercana es esta mujer empoderada. Desde las comunidades rurales afrocolombianas, hasta los colectivos de mujeres jóvenes feministas hoy siguen a esta política y lideresa social. Su cargo y su gestión estarán direccionados hacia la inclusión de las mujeres, la protección de las comunidades y la protección de los defensores de DDHH y del medioambiente, colectivo que le dio la presidencia, tanto a Gustavo Petro como a ella.
Foto: archivo AmecoPress.
