*Zona de Reflexión.
/ Escrito por Lucía Lagunes Huerta /
Con la muerte del Papa Francisco, se abre la posibilidad de la revisión de su legado en cuanto a los derechos humanos de las mujeres. Porque nos guste o no, comulguemos o no con la fé católica, sigue siendo un actor político importante en el tablero.
Si revisamos la historia, veremos que ninguna religión se ha destacado precisamente por abogar por nosotras. Hay momentos en la historia que son verdaderamente terroríficos como fue la inquisición que durante su existencia mato a miles de mujeres acusadas de brujería. En su gran mayoría, eran sanadoras, curanderas, maestras y practicantes de la medicina tradicional.
Hoy en día, hablar de conservadurismo no es hablar de una iglesia en específico o de alguna religión en particular, los conservadores machistas están hasta en los progresistas.
Por eso, en estos momentos perder a un personaje como el Papa Francisco tiene un impacto que iremos sintiendo con el paso de los días.
Durante su papado colocó temas que no habían ocurrido antes más allá de lo políticamente correcto. Durante su llegada, el Papa Francisco buscó reconocer la dignidad de las mujeres y su igualdad con los hombres.
Incluso en estos tiempos que podría pensarse que no era necesario, recordó que las mujeres también fuimos creadas a imagen y semejanza de Dios, y buscó que dentro de la propia organización eclesial del Vaticano ellas pudieran jugar un papel más protagónico.
Sin romantizar la presencia del papa Francisco sino hablado de hechos, este año nombró a la primera mujer prefecta del Dicasterio, que es un organismo de la Santa Sede que tiene como misión la supervisión de las órdenes religiosas. Me refiero a la Monja Simona Brambilia, una monja italiana católica.
En febrero la monja Raffaella Petrini, fue nombrada como gobernadora del Vaticano, una monja franciscana, quien preside desde entonces la Gobernación del Estado Ciudad del Vaticano, el principal cargo en la administración civil de este territorio.
El papa Francisco no solo hizo declaraciones a favor de las mujeres, sino que fue abriendo camino para que ellas lograran ocupar cargos dentro de la administración y gobernanza del Vaticano, como los casos anteriores que mencioné.
Desde octubre de 2023 las mujeres participan en la asamblea sinodal, con voto no solo con voz. En aquel año hubo 54 mujeres de los 364 miembros con derecho a voto. En 2024 la representación femenina bajo a 45, lo que nos corrobora lo lejos que aún se encuentra por lograr la igualdad en la vida eclesial.
Francisco vertió en más un de ocasión su inclinación por reconocer el valor de la dignidad humana de las mujeres tanto en la sociedad como dentro de la Iglesia, ya en enero pasado, apuntó a la necesidad de eliminar la mentalidad «clerical y machista» en la Curia.
Dos temas fueron colocados insistentemente por el pontífice, no solo al interior de la iglesia sino en su papel como jefe del Estado del vaticano: el llamado a los gobiernos a actuar a favor de la dignidad humana de las mujeres y eliminar todas las formas de violencia en su contra.
De manera reiterativa Francisco llamó a los Estados a trabajar para garantizar los derechos fundamentales de las mujeres y a respetar su dignidad humana. La presencia de las mujeres era vista por el pontífice como un avance dentro de la sociedad en su camino por la humanización.
Cuando vivimos una nueva oleada de gobiernos retrogradas y misóginos, la ausencia de las voces con poder pesan aún más. Buen descanso al papa Francisco, veremos quien llegará a ocupar su lugar, esperemos que se siga el camino del progresismo y no de retrocesos.
*Periodista y feminista, Directora General de CIMAC.
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