Fraude electoral con validez.

*Zurda .

/ Ruth Zavaleta /

Acordeón oficial para inducir al voto; candidatos no idóneos (varios no van a recibir su constancia), docenas de casillas zapato (100% votos a los mismos candidatos), cientos de urnas embarazadas (boletas ya sufragadas a favor de los mismos candidatos), miles de boletas planchadas (boletas que se presume que no son parte de la votación, incluso, con la misma caligrafía), operación ratón loco (intimidación o no hacer posible la votación en algún lugar incomodo a los intereses de quienes deberían ganar), y votantes acarreados son las irregularidades graves comprobadas que marcaron el proceso electoral del 1 de junio, que trasgreden el principio de certeza de los resultados que le dieron el triunfo a los nuevos integrantes del Poder Judicial, y que deberían ser motivo de vergüenza para la llamada izquierda mexicana que gobierna y que se dice heredera de la lucha por la democracia de la generación que encabezó el movimiento político de 1988, y que logró la creación de instituciones árbitro, precisamente, para acabar con esas prácticas que realizaba, en ese entonces, el gobierno y el partido de Estado.

Hoy, lamentablemente, el papel de árbitro de esas instituciones se encuentra en duda, porque a pesar de la oposición de cinco consejeros, después de concluir el conteo de los 458.7 millones de votos (incluidos 52.2 millones de votos nulos), el INE, en voz de su presidenta, Guadalupe Taddei, decidió declarar la aberrante validez de un proceso que nunca tuvo como objetivo que se eligiera democráticamente a los miembros del Poder Judicial, sino sólo la de legitimar el proceso de sustitución de ministros, jueces y magistrados independientes, por personajes afines a los intereses del oficialismo.

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De hecho, la elección ya estaba “cantada” desde el origen, cuando la gran mayoría de los participantes fueron palomeados por los mal llamados Comités de Evaluación del Poder Ejecutivo y Legislativo, así se redujo la posibilidad de que hubiera sorpresas en las tómbolas y salieran sorteados algunos personajes incomodo en las boletas (los candidatos del Poder Judicial los eligieron los senadores en tómbola directa).

Después de las rifas, el paso siguiente fue muy fácil de adivinar: hubo acuerdo político entre los diferentes liderazgos de Morena para palomear a quienes iban a ganar. Así quedó demostrado con las coincidencias de hasta 80% de quienes triunfaron con los nombres que estaban en el acordeón en los cargos a nivel federal y regional (la SCJN, el Tribunal de Disciplina Judicial y la Sala Superior, además, cuatro Salas Regionales del Tribunal Electoral).

De esta forma, los que ganaron ya sabían que lo harían, por lo tanto, no se trató de una competencia en la cual los ciudadanos decidieran con su voto libre y secreto, como lo dice la presidenta Claudia Sheinbaum, quien, a propósito, promovió el voto en conferencias matutinas y recorridos de forma ilegal, porque la ley sólo facultaba al INE para hacerlo.

Lamentablemente, para los seis consejeros que se impusieron fue mejor tratar de crear una ficción que reconocer el primer gran fracaso de la institución como árbitro electoral en la elección de ministros, jueces y magistrados del 1 de junio. La ficción, tal y como lo expone Yuval Harari en Nexus, tiene dos ventajas, la primera es que puede simplificarse frente a la compleja verdad que implica la realidad y, la segunda, es que la verdad suele ser dolorosa e inquietante.

La realidad es que, a pesar del show montado en las instalaciones del INE para entregarle su constancia a las y los ministros de la nueva SCJN, el proceso de elección judicial no fue un proceso democrático y que la Presidenta y cinco consejeros dejaron de ser árbitros confiables para garantizar la libertad política de los ciudadanos y la legitimidad de quienes resultan electos en los procesos electorales.

La verdad dolorosa es que no hay democracia si un solo partido político concentra el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. ¿Realmente, los actores que dirigieron, participaron y avalaron este fraude electoral, ¿reconocerán algún día el efecto de sus acciones?