Fuimos un montón

**Sin tacto

 

/Por Sergio González Levet /

 

Seguramente en el equipo de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, alguien le tuvo que explicar a Martí Batres, que sólo sabe contar hasta 12 mil, la cantidad de asistentes que aceptaron oficialmente que llegaron al Zócalo el histórico domingo 26 de febrero, ayer mismo, pues la cifra reconocida a regañadientes fue de 90 mil ciudadanos vestidos de blanco y/o rosa. Es decir, más de siete veces la docena de miles que nomás alcanzó a ver el Secretario de Gobierno de la corcholata consentida en la manifestación del 13 de noviembre del año pasado.

Para los morenistas, imbuidos por la grata sensación de paz que les contagia el presidente López Obrador, los números de la asistencia a eventos pueden alargarse o disminuirse de acuerdo con su origen ideológico o político.

Así, cuando hubo un evento organizado por la propia Claudia Sheinbaum y que fue apalancado por el grupo Firme, a la plancha del Zócalo le cupieron 280 mil personas, pero ayer que hubo una concentración ciudadana que no le agradó para nada al Patriarca y que llenó hasta un poco más la plaza más importante del país, probablemente se imaginaron que la gente de la oposición ocupa más espacio con su cuerpo, y así el número apenas alcanzó una tercera parte.

Pero después de cien mil mentiras mesiánicas en las mañaneras y de millones de ellas de parte de los funcionarios de la Cuarta Transformación y de los directivos del partido que dicen que es movimiento, pues como que el apreciable público termina por comprender -aunque nunca aceptar- que de esa madera falsa están hechos los conservadores arrimados al conservador mandatario.

Porque no me digan que los luchadores sociales y los analistas profundos que por años criticaron con su dedo flamígero los excesos del poder y que ahora se convirtieron en dóciles borreguitos que balan al son que les marca su líder moral (bastante inmoral, por cierto) son gente de izquierda, liberales, honestos intelectualmente, honrados.

El Gobierno neoliberal de AMLO se llenó de personajes conservadores que tenían su historia priista, como Alejandro Gertz Manero o Manuel Bartlett u Olga Sánchez Cordero y de socialistas que bajaron su bandera para dedicarse a enderezar loas al Presidente, y justificarlo hasta en los peores arrebatos de su ocurrente y fértil imaginación, tan dada a hacer estropicios de todo tipo.

La marcha del domingo 26 se suma a la inaugural del domingo 13 de noviembre en la importancia social que tendrán, como goznes en la historia del camino mexicano hacia la democracia.

El movimiento mexicano en favor del INE recuerda otras manifestaciones relevantes de la historia contemporánea del mundo como la Primavera de Praga de 1968 en la antigua Checoslovaquia; el plantón y la masacre de la plaza Tiananmen de 1989 en China; la Primavera Árabe de 2010 a 2012 en Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen, Argelia, Omán, Jordania, y las protestas de 2001 a 2015 de los Indignados en España.

Hoy el Presidente saldrá seguramente a insultar y a denostar a organizadores y a los participantes, como ha sido su costumbre.

Distinto a lo que hicieron los ciudadanos que acudieron a las marchas de ayer, que mostraron respeto y civilidad.

 

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