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/ Yamiri Rodríguez Madrid /
Por años, el futbol fue más que un deporte en Veracruz: fue identidad colectiva, impulso económico y motivo de orgullo regional. Hoy, con el estadio Luis “Pirata” Fuente reluciente pero vacío, la ausencia de futbol profesional no solo tiene gradas desiertas, sino también negocios en pausa y generaciones sin un referente deportivo que inspire y una.
Las voces de Pascual “Pato” Ramírez, exfutbolista rojiazul, y de Abigail Guzmán, presidenta de la CANIRAC Veracruz, coinciden en lo esencial: el futbol no es solo un espectáculo, es motor de desarrollo social y económico.
Como en Buenos Aires, donde equipos como Boca Juniors y River Plate detonan turismo, empleo y orgullo barrial, Veracruz tiene la capacidad y la historia para replicar ese fenómeno. La pasión ya está; lo que falta es voluntad institucional.
Pato Ramírez recuerda con emoción los años en los que el “Pirata” Fuente era una fiesta quincenal. Las familias iban al estadio no solo del puerto, sino de todo el estado: Orizaba, Coatzacoalcos, Medellín. La afición veracruzana es vasta y leal. Pero el desmantelamiento del futbol profesional en la entidad ha significado mucho más que una pausa deportiva: ha sido una pérdida de identidad para los jóvenes, un freno al desarrollo de talento local y un duro golpe para la economía.
“Se perdió toda la cadenita”, señala el futbolista con razón. El que vendía volovanes afuera del estadio, el restaurante que abría una hora más los sábados, el hotel que hospedaba a los visitantes, el taxista que cerraba la noche con carreras extra. Todo eso desapareció. La presidenta de la CANIRAC lo confirma: con el futbol, cada 15 días había un impulso económico previsible y constante. Sin él, se depende de eventos esporádicos que no logran sustituir ese ritmo sostenido.
Y el presidente de COPARMEX Veracruz, Adrián Maynes García, quien también ya se pronunció al respecto, resaltó el valor estratégico de la plaza veracruzana, con una gran afición, un estadio moderno y un legado histórico en el balompié nacional, al tiempo que respaldó el proyecto de los Piratas de Veracruz como una oportunidad concreta para reactivar la economía local y ofrecer a la juventud un referente deportivo que fortalezca el tejido social.
Insisto: ahí está el ejemplo de Buenos Aires. En la periferia del estadio del Boca, hay toda una economía con los restaurantes, bares, tiendas de ropa deportiva, de recuerdos; hasta de fotografías con réplicas de la copa del mundo. Hay un museo de la historia del equipo Boca Juniors -Veracruz podría tener el suyo-, y cobro por los recorridos al museo.
El Puerto tiene estadio, tiene afición, tiene historia y tiene hambre de futbol. Lo que urge es que la Federación Mexicana de Futbol reconozca el valor real de esta plaza. El proyecto de los Piratas de Veracruz, aún sin poder usar el nombre de Tiburones, representa una oportunidad para reconectar a la ciudad con su espíritu deportivo y, al mismo tiempo, reactivar toda una economía local que gira en torno al espectáculo futbolero.
Mientras en otras ciudades se invierte en estadios para atraer turismo deportivo, Veracruz tiene uno listo y sin equipo. Es, como bien lo dice la presidenta de la Canirac, una lástima que esté sin uso. Pero más que una lástima, es una omisión estratégica que puede y debe corregirse.
Es hora de ver al futbol como lo que realmente es: una industria que genera empleos, cohesiona comunidades y proyecta a las ciudades al mundo. Veracruz no pide un favor. Exige un lugar que ya se ha ganado en la cancha y en la grada.
Ahora sí que el balón está en la cancha de la Federación. Que no dejen fuera de juego a una de las plazas más apasionadas de México; nuestro Veracruz.
@YamiriRodríguez