*Retrovisor .
/ Ivonne Melgar /
El domingo nadie se quedó sin celebrar y nadie fue ajeno a las pérdidas: el autor de las elecciones judiciales; la presidenta Sheinbaum, la dirigencia de Morena, sus aliados, PAN, PRI y Movimiento Ciudadano.
En algunos casos exagerando, en otros ocultando o minimizando los tropezones, pero todos, y ahí están las declaraciones publicadas, cantaron sus respectivas victorias. ¿Autocomplacencia o pluralidad que resiste?
En el caso del gobierno y de Morena cómo no entender sus vivas y sus sonrisas, si con la primera elección judicial lograron la gran apuesta del expresidente López Obrador de integrar un Poder Judicial afín, partidista.
Claro que triunfaron en la 4T con una jornada en la que el INE movilizó su personal y 7 mil millones de pesos para esta novedad tan promovida que hasta en Facebook nos pusieron un contador recodándonos ir a votar.
Por eso el expresidente López Obrador se dejó ver después de ocho meses de ostracismo y gozó de nueva cuenta los reflectores de los medios que durante varias horas lo convirtieron en la noticia y el personaje del día. Igual actitud proyectó la mandataria por el ejercicio electoral y sus resultados, sin ocultar la satisfacción por los perfiles ganadores, los mismos del acordeón que se les hizo llegar a congresistas y operadores de Morena.
En la euforia de haber concretado el compromiso de una plataforma de campaña que AMLO definió en 2024, la Presidenta comparó los votos de la elección judicial con los obtenidos por “el PRIAN” el año pasado.
Asumiendo el carácter de partido único de Morena en la competencia, la titular del Ejecutivo federal recriminó a los críticos “¿por qué no decidieron organizarse y decir a ver, vamos a proponer…?”. Y es que la Presidenta consiguió que gobernadores, legisladores y militancia activa de su partido asumiera tal cual las propuestas que palomeó para la Corte, el Tribunal de Disciplina Judicial, la Sala Superior del Tribunal Electoral. ¡Un éxito! Por supuesto.
Una conquista empañada por el escuálido 13% de ciudadanos que asistieron a las urnas y el rechazo expresado en casi la cuarta parte de los votos que fueron anulados; para la Corte (SCJN), por ejemplo, la cifra fue de 22.8%.
Una demostración de fuerza que, sin embargo, bajo los parámetros del modelo electoral que todavía tenemos en la Constitución, termina siendo materia de caricaturas y de memes, pero también prueba de la farsa de un ejercicio que no merece llamarse elección.
Claro que parte del exitazo 4T es que las voces de consejeros en el INE y de magistrados en el Tribunal Electoral que con la ley en la mano señalarán que esos acordeones son un fraude terminarán diluidas por la mayoría de sus compañeros.
Pero el escándalo está registrado. No en balde el informe que ayer difundió la Misión de Observadores de la Organización de los Estados Americanos (OEA) califica de preocupante la baja participación y el alto porcentaje de votos nulos y recomienda revisar si conviene continuar en 2027 con este proceso. Y concluye tajante: “Las lecciones aprendidas resaltan la importancia de que toda reforma al modelo de selección de jueces se haga de manera gradual, a partir de un debate verdaderamente plural y, sobre todo, con base en un diagnóstico comprensivo, técnico y profesional sobre las problemáticas que se busca resolver y los mecanismos más efectivos para hacerlo. Dicho lo anterior, la Misión no recomienda que este modelo de selección de jueces se replique para otros países de la región”.
El reporte de la OEA es el eco internacional del balance que la oposición hizo –no sin histrionismo– desde el domingo, calificando la jornada como festival de acordeones, farsa consumada, fraude judicial, imposición disfrazada, simulación sin legitimidad.
Cuando Jorge Romero, presidente del PAN, y Alejandro Moreno, al frente del PRI, se regodearon por el desdén ciudadano a la jornada judicial lo hacían desde el respiro alcanzado –en alianza– en Durango y –por separado– en Veracruz.
Más allá de sumas y restas puntuales sobre los municipios retenidos y agregados, las dirigencias de ambos partidos convirtieron a la capital duranguense en un trofeo simbólico porque ahí se instaló a operar el secretario de Organización de Morena, Andrés López Beltrán. Y en su primera prueba electoral, el hijo del expresidente, a quien los obradoristas llaman Andy, ni siquiera pudo activar una denuncia de fraude o robo porque el partido en el poder quedó en tercer lugar en esa ciudad.
Movimiento Ciudadano, uno de los principales ganadores del domingo, fue colocado por los electores en el segundo sitio en Durango y avanzó en alcaldías en esa entidad y en Veracruz, territorio de su fundador, Dante Delgado y donde la dirigencia de Jorge Álvarez Máynez aplicó el método que el aún gran jefe mayor les enseñó: fichar a los inconformes de otros partidos.
Así que, con raspones y baños de realidad, los actores políticos y partidistas involucrados en las contiendas del domingo pueden decirse ganadores sin estar mintiendo. Y es que, vistos los resultados panorámicamente, la razón pareciera asistirles.
Porque, a diferencia del triunfo arrollador de Morena en 2024 y la contundente derrota entonces de la oposición, este 1 de junio el dominó de las urnas repartió fichas y señales para que todos puedan seguir jugando.