**Sin tacto .
/ Por Sergio González Levet /
Hasta los chairos más chairos se ven obligados a reconocer que el Gobierno de la 4T y su Presidente son dados a practicar la marrullería como un medio fundamental de competencia ante sus adversarios y de convencimiento ante sus seguidores.
A partir de esa idea, Andrés Manuel López Obrador en su papel de Patriarca marca una línea de acción en la que se permiten todas las triquiñuelas, entre ellas el engaño, la violación de todas las leyes y el empleo de recursos gubernamentales en favor del partido oficial.
Un elemento fundamental de la estrategia es la propagación de la idea de que Morena es inexpugnable en las elecciones, y que los ciudadanos tienen una preferencia definitiva hacia ese partido, de modo que cualquier intento de luchar contra el invencible solamente tiene como destino la derrota.
La idea de AMLO es infundir el desaliento entre los ciudadanos opositores, de modo que dejen de acudir a votar, porque un alto abstencionismo favorece los números del partido oficial, puesto que cuenta con un voto duro que le garantiza el triunfo en votaciones con menos del 50% de participación.
De ahí las encuestas de antes de las elecciones del domingo pasado en el Edomex, que le daban un margen a favor de más de 20 puntos, ventaja total y absolutamente inexistente, como se demostró en la realidad de las cifras, pues Delfina Gómez ganó solamente con ocho puntos de diferencia, debido en gran parte a que más de la mitad de los votantes se quedaron en su casa.
Pero como ganaron la gubernatura del Estado de México, festinaron enormemente el triunfo, al grado que AMLO llegó cantando a su mañanera del lunes 5, y de ahí no pararon los morenos en difundir la idea de que habían obtenido un triunfo arrasador, habían sacado al PRI del estado más populoso y se encaminaban a un triunfo arrollador igualmente en las elecciones del próximo año.
Peeeeero…
Resulta que el triunfo de Delfina, con ser bueno, no resultó tan magnífico ni tan completo como lo festinan desde el Presidente hasta el último de los militantes. Lo cierto es que aunque ganaron la elección de Gobernador, perdieron las de diputados locales y de presidentes municipales.
En los ayuntamientos, Morena y aliados tuvieron las siguientes victorias: 28 en coalición, 2 de Morena y 6 del Partido Verde, 36 en total, lo que les dio una votación de 40.97%
Y el PRI y aliados ganaron 50 ayuntamientos en coalición, el PRI consiguió 22 solo, el PAN 4 y el PRD 1, es decir, 82 alcaldías que gobernarán, con un 42.84% de la votación.
Y en la legislatura estatal los morenos y sus aliados no tendrán mayoría, pues obtuvieron 22 curules, con 36.20% de la votación. Mientras, el PRI y sus aliados ganaron 20 curules en coalición, dos el PRI solo y una el PAN, es decir 23 diputaciones, lo que representa el 42.25% de los sufragios.
Así que Delfina Gómez y el equipo que le nombren tendrán una mayoría de diputados adversa y deberán negociar con 82 presidentes municipales de la coalición opositora, más seis de Movimiento Ciudadano, más dos de Fuerza por México, más uno de Redes Sociales Progresistas.
¿Cuál triunfo arrollador pues?
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