*En la crisis de la COVID-19, a menudo se percibe a los jóvenes como infractores de las normas. En Alemania, solo en raras ocasiones se han abordado sus preocupaciones en estos tiempos. DW habló con ellos y con expertos.
Autor Thomas Kohlmann/ Deutsche Welle/
03 julio 2020.- Durante meses no hubo clases en las escuelas, hay menos puestos de capacitación y pasantías para quienes han terminado y en muchas carreras universitarias se presentaron al comienzo problemas con las clases virtuales. A esto se suma la enorme montaña de deudas que se supone dejará la crisis del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, cuyas consecuencias tendrán que afrontar futuras generaciones.
En Alemania, los jóvenes apenas participaron en el debate público. Solo se informaba en las noticias sobre sus fiestas ilegales o la violación de las restricciones de contacto. Casi nadie se ha interesado por lo que preocupa a los jóvenes, que tienen que lidiar con las limitaciones provocadas por la pandemia.
“Es por eso que decidimos averiguar cómo están, qué están haciendo y cuál es su situación actual”, dice en entrevista con DW Anna Lips, investigadora en temas sociales y miembro de un equipo de investigación de la Universidad de Hildesheim y de la Universidad Goethe, de Fráncfort, que ha examinado las “experiencias y perspectivas de los jóvenes durante la crisis”.
Estudio en línea
Entre mediados de abril y principios de mayo, los investigadores encuestaron a alrededor de 6.000 jóvenes de 15 años o más en todo el país utilizando, cuestionarios en línea. Allí los encuestados pudieron escribir también lo que les preocupa.
El tenor de las respuestas fue claro. “Muchos adolescentes o adultos jóvenes indicaron que no se sienten tomados en cuenta y dicen: ‘Sentimos que nuestras preocupaciones y problemas no son escuchados. ¡Nadie nos pregunta cómo estamos!'”, cuenta Lips.
Aunque esto se escuchaba a menudo incluso antes de la pandemia, durante la crisis del coronavirus muchos sintieron que a los políticos no les interesaba su situación. Una joven escribió: “Soy estudiante y tengo la sensación de que los políticos se olvidan de nosotros. Se trata de nuestro futuro”. Otros están preocupados por el futuro y por cómo se van a pagar los millones de euros de deuda. “No preguntamos esto específicamente, pero si miras las respuestas de texto libre, incluso hay algunos que dicen: ‘Sí, esto nos caerá encima algún día. En algún momento, se discutirá qué pasó con todo este dinero'”, explica Lips.
Por otra parte, sin embargo, también hubo encuestados que temían que se descuidaran temas importantes en la gestión de la crisis por parte del Gobierno, como la protección del clima, porque actualmente todo gira en torna a la economía y los intereses económicos.
En general, los adolescentes y adultos jóvenes parecen haber manejado la crisis bastante bien. “Hay una visión pragmática que, sin embargo, es muy sensible en muchas áreas”, asegura la experta de la Universidad de Hildesheim. “Los jóvenes ya se dieron cuenta de que, por supuesto, algo grande está sucediendo. Algo que está cambiando sus propias vidas enormemente, por ahora y tal vez a mediano o largo plazo. Y al mismo tiempo hay una alta empatía con el resto, no solo dicen: ‘Oh, esta es mi primera crisis. ¿Y ahora qué pasará conmigo?’. Ellos son conscientes de que hay gente que la está pasando mucho peor”, comenta Lips.
Cambio de planes
Lavinia Krick es una joven arquitecta que recientemente estuvo en Tanzania haciendo trabajo voluntario. En Kipili, en el lago Tanganica, estaba a punto de completar las primeras etapas de construcción de un ambicioso proyecto. Ella y otros jóvenes voluntarios alemanes, junto con la población local, querían construir allí un jardín de infancia, un centro médico y un albergue comunitario directamente en la orilla del lago. Todo hecho con los contenedores de carga que abundan en este país de África oriental.
A largo plazo, la organización sin fines de lucro Supertecture, una asociación de jóvenes arquitectos con sede en Múnich, quería establecer allí un proyecto hotelero que sea administrado por los habitantes del pueblo. “Debido a la crisis por la pandemia, tuvimos que interrumpir las obras y regresar a Alemania por un tiempo indefinido”, relata la joven de 24 años. En pocas horas, Lavinia tuvo que empacar sus cosas con los otros alemanes para llegar a la localidad de Dar es Salaam, en un viaje de dos días, cruzando Tanzania. Desde allí tomaron uno de los últimos vuelos a Alemania.
“Fue difícil para nosotros dejar el proyecto y decepcionar a la población local”, comenta Lavinia. El hecho de que haya tenido que dejar el proyecto sin concluir le preocupa más que el hecho de que su pasantía de verano haya sido cancelada. Ese era su plan antes de empezar su maestría en octubre. Ahora, después de cuatro años de vivir en un departamento compartido con otros estudiantes y de completar su licenciatura, está viviendo nuevamente con sus padres en Bonn. “Eso fue un gran cambio”, dice, “pero ahora también disfruto de ciertas libertades: puedo hacer cosas que siempre quise hacer”.
Graduaciones escolares sin celebración
Fynn Blömer acaba de graduarse de la escuela bajo las medidas de restricción tomadas para evitar la propagación del coronavirus. El joven de 19 años, de Colonia, también es pragmático ante esta inesperada situación y ha aceptado el hecho de que no habrá eventos ni fiestas de graduación. Ya olvidó también que perdió su trabajo en una empresa de catering por culpa del virus. De todas formas no necesita el dinero por el momento, porque su gran viaje planeado para después de la graduación no se podrá realizar en un futuro previsible. Lo que más le molesta es el desinterés generalizado por los problemas que preocupan a los jóvenes.
“No me siento tomado en serio por los políticos en esta crisis”, dice, recordando las peticiones y las campañas de firmas con las que los graduados de este año han querido tomar la palabra. “Que nuestras voces y tantas firmas se ahoguen en estos tiempos de crisis es muy decepcionante para mí y espero que esto cambie en el futuro”.
Sebastian, de 20 años, estudia informática en Münster y, como el 40 por ciento de todos los estudiantes, también ha perdido su trabajo en el sector de la gastronomía. El cambio a las clases virtuales funcionó mejor en su caso, a diferencia de estudiantes de otras carreras. Sin embargo. extraña el trabajo en equipo y espera que para el próximo semestre haya un regreso gradual a las clases presenciales. “Pero en general, tengo cada vez menos la sensación de que nuestros intereses y voces estén representados, de alguna manera, en la política, porque la economía es lo que más les interesa”, dice Sebastián. Por eso, como estudiante, siente que no es tan importante para los encargados de tomar decisiones. Mientras tanto, existe al menos un consuelo financiero: desde esta semana, los estudiantes con problemas económicos pueden solicitar una beca.
Los más olvidados
Al otro lado, muchos de los que querían empezar este año una carrera corta en institutos están en una peor situación. “Muchos de ellos ya están entre los grandes perdedores de la crisis”, advierte Stefan Sell, investigador en mercado laboral de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Coblenza. “El caso de los 1,4 millones de estos estudiantes casi no ha sido tratado en los medios y eso me preocupa”.
Los millones de jóvenes sin estudios en Alemania ya eran un gran problema antes de la pandemia y ahora se ha agravado: “Actualmente tenemos 2,1 millones de personas de entre 20 y 30 años sin alguna formación profesional. Este es nuestro grupo de alto riesgo en el mercado laboral”, alerta Sell.
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