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08.07.2025 Ciudad de México.- Zainab Jama, representante de Somalia en el Miss Mundo realizó uno de los actos políticos más poderosos: Nombrar la violencia y narrar desde la experiencia una de las prácticas de extrema violencia más frecuentes en su país de origen; la mutilación genital femenina, donde 9 de cada 10 mujeres fueron sometidas a la infibulación, proceso de recorte de clítoris, labios menores y mayores durante la infancia.
Zainab Jama hizo uso del micrófono para contar de forma detallada cómo se había dado este hecho cuando tenía apenas 7 años. La violencia en que su ropa fue cortada por un grupo de mujeres; el dolor agonizante y la tristeza que acarreó en su vida cargar con un episodio traumático que no podía nombrar porque la costumbre del pueblo somalí así lo exigen.
Sacar del espacio privado una conversación como esta implica una revolución, pues a pesar de que esta sea la realidad de millones de niñas y mujeres en todo el mundo, existe un desconocimiento profundo sobre la mutilación genital femenina, su vigencia y la muerte de docenas de niñas que languidecen ante el dolor.
Zainab Jama advirtió ante el jurado que, comprendía que lo que iba a decir era un hecho incómodo, pero necesario nombrar, pues su experiencia constituye el motor de su vida como promotora para la erradicación de la mutilación genital femenina. Miss Somalia narró que tiene en la memoria el momento en que 3 mujeres la tomaron por la fuerza cuando se encontraba jugando; cómo la desvistieron de forma violenta y ahí, la sujetaron con fuerza de sus extremidades.
A su alrededor, había navajas y tijeras, era un ambiente insalubre y nada estaba estéril. Las mujeres tampoco tenían ninguna formación en la medicina, sin embargo, le pidieron ser valiente y de forma sucinta, rebanaron todos sus genitales externos.
«Rebanaron mis labios internos, externos, mi clítoris (…) recuerdo llorar y suplicar, pero me dijeron que me callara. Cosieron mi piel con un hilo grueso, fui acostada en un cuarto oscuro con las piernas cerradas (…) todos esos días estuve encerrada, sin juguetes, sola, sangrando. Ese momento cambió mi vida para siempre y yo sobreviví, pero muchas niñas no lo hacen, en Somalia, 98% de las niñas han sido sometidas a algún tipo de mutilación y el otro 2% corresponde a niñas que no tienen la edad suficiente», narró Zainab.
El hecho ha traído opiniones controvertidas sobre qué hay detrás de la mutilación genital y por qué, si se trata de una crisis que atenta contra derechos humanos de las mujeres y niñas, no ha existido la intervención de las autoridades internacionales para prevenir y erradicar esta práctica que se escuda en los usos y costumbres. Sin embargo, algo que es urgente evidenciar es que la mutilación genital femenina es sólo una de las violencias que cargan las mujeres de este país; existen una serie de estructuras que convierten a Somalia en un entorno crudo y profundamente misógino. Gracias a Zainab y su poderoso discurso ante cámaras internacionales, se coloca en el discurso público a este país del África Oriental, atravesado por la pobreza, el conflicto, el hambre y la violencia.
Miss Somalia no ganó la corona en esta edición de Miss Mundo -la corona la ganó Tailandia-, sin embargo, la palabra de Zainab Jama se convierte en sello emblemático, no sólo por convertir su discurso en una narración personal, sino también, porque recuerda que, escuchar la experiencia de Zainab, su perspectiva, el dolor y lo que pensaba siendo una niña, implica convertir lo que se considera «privado y personal» en un acto político que visibiliza que no existe vivencia en la vida de las mujeres que sean aisladas; son experiencias estructurales que pueden ser clave para evidenciar cosas más grandes, como por ejemplo, el abuso sexual, la violencia doméstica, la violación o la mutilación genital.
«No pararé hasta que todo el mundo hable de esto», zanjó Zainab Jama.
De esta forma, se concluye que al reconocer de lo que atraviesa a la mujer, no constituye una «revictimización» -como muchas veces se pretende nombrar-, que intenta desmeritar las experiencias del resto poblacional, sino más bien, se trata de construir sociedades más justas sacando de la esfera de lo doméstico, lo familiar o lo vergonzoso, los pasajes de nuestra vida, como menciona la teórica feminista Carol Hanisch: «Lo personal es político«,
Somalia: Entre guerras, violencia de género y crisis humanitaria
De acuerdo con UN Women, en Somalia desde hace 20 años Somalia ha vivido guerras civiles de forma intermitente que desembocan en crudas crisis humanitarias y el extremismo violento, dando lugar a pobres infraestructuras institucionales, precarización, hambre y circunstancias adversas a causa del cambio climático.
Como resultado, Somalia tiene una de las tasas más altas de personas desplazadas a nivel global, la sequía y la violencia son los principales motivos por las que las personas abandonan el país, se estima que aproximadamente hay 7.7 millones de personas que necesitan asistencia humanitaria.
Según estadísticas de UN Women, estos son los datos más importantes para entender el panorama en materia de género en Somalia:
- Somalia ocupa el cuarto lugar más bajo en igualdad de género
- Ocupa los primeros lugares en muerte materna e infantil
- El 99.2% de las mujeres de 14 a 49 años ya fueron sometidas al procedimiento de mutilación genital
- La violencia sexual es una de las violencias con mayor número de incidencias en el país
- Ante contextos de conflictos civiles, las necesidades de las mujeres no son cubiertas y tampoco participan en la toma de decisión
- Sólo 2 de cada 10 personas que están en la Cámara del Pueblo son mujeres.
- A causa de la interpretación de la sharía, las mujeres están limitadas al espacio doméstico y los regímenes judiciales tienden a ser discriminatorios con ellas
Según ha documentado Human Rights Watch [2024], Somalia no ha ratificado la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer ni el Protocolo de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos relativo a los derechos de la mujer en África (Protocolo de Maputo).
Los conflictos constantes en Somalia están ligados a las luchas entre grupos de milicias, clanes y militares, además, de tensiones con el país vecino, Etiopía que rechaza reconocer la soberanía del país. El principal promotor de violencia es un grupo enorme llamado Al Shabab, quienes tienen enfrentamientos cotidianos con las fuerzas armadas de Somalia por control del territorio.
Según los registros de Human Rights Watch, Al Shabab ha realizado atentados suicidas, pero también, bombardeos a civiles que producen cientos de muertes y lesiones; se atacan no sólo comunidades rurales, sino también, espacios públicos de urbes grandes, como el ataque del 2 de agosto del año pasado cuando se asesinaron a 37 personas en un restaurante y se hirió de gravedad a más de 200 en un atentado.
Amnistía Internacional documentó que el 18 de marzo del 2024, dos aviones no tripulados causaron la muerte de 23 personas; 14 eran niños. Entre ataques y violencia, las mujeres quedan en medio de estos crímenes; se recrudece el abuso sexual, el feminicidio, la muerte materna, la inseguridad alimentaria, el acoso y las violaciones de niñas y adolescentes; los responsables no son sólo los miembros de Al Shabab, sino también, mismos militares de Somalia.
El contexto actual de Somalia es una conversación urgente; un país donde prácticamente todas las niñas son sometidas a una mutilación genital, a desangrarse -y muchas morir-; donde la violencia sexual es constante y se usan los cuerpos de niñas, adolescentes y mujeres como motín de guerra, implica reconocer que la agenda feminista, más que constituir un capricho contemporáneo, es una necesidad. Es 2025 y las mujeres y niñas del mundo siguen viviendo condiciones crueles, inhumanas y degradantes.