Héctor Calderón Hallal.
Érase una vez que se era…
En un muy lejano reino. Nada que ver con México, ni con un régimen republicano eficiente y respetuoso de los derechos ciudadanos como el nuestro… por supuesto.
Se trata del reino de Malandrilandia, donde gobierna un peculiar príncipe, que por costumbre tiene desde muy niño, porfiada e insensatamente, darse la contra a sí mismo frente al espejo cada mañana que se despierta; mentándose ‘prolíficamente la progenitora’ por no encontrar aún la satisfacción de su ‘misión vital’ para la que se sabe un ‘predestinado’; misión de vida que se sintetiza en la venganza y el exterminio a todo aquel que por generaciones haya osado humillarlo a él, por conducto de sus antepasados.
Y así, mascullando su odio hacia el mundo, lo trata de ocultar con un hábil posicionamiento de falsa humildad y vida proba, basada en el amor, la tolerancia y el perdón cristiano.
¡Ah!… pero no se le ocurra a ningún súbdito ‘hacerlo desatinar’ en su trayecto hacia su ejercicio de gobierno diario, tipo ‘audiencia salomónica’; porque ahí mismo se torna implacablemente majadero contra sus críticos o simplemente contra quien tenga la osadía de cuestionarlo o pedirle una simple aclaración.
En ese momento su tono ‘meloso’, de chamaco chiqueado, invocando cierta victimización para que el respetable lo asista con comprensión, empatía, identificación y hasta cierto afán de protección… en ese momento, se reitera, todo lo anterior se vuelve un conjunto de prendas despojables de la humanidad del príncipe enfurecido y empieza a llamar a sus oyentes, reaccionarios, conservadores, mezquinos, trepadores, traidores a la nación de ‘Malandrilandia’, racistas, vendidos… y todo un compendio de groserías, solo dignas de un ciudadano desadaptado, en un país como México… ahí si.
Desenfunda entonces el Rey ‘Chiquito’ su flamígero sable y a partir de ese momento, ofuscado, como programado para el desastre, empieza a tomar decisiones supuestamente ‘salomónicas’, cuesten lo que cuesten… y hay de aquel niño que sea reclamado por dos madres a la vez, porque lo que le espera es de seguro, un arrebato de ´poca madre’… y ¡Ay de aquel aeropuerto!… que haya sido reportado inconcluso y que amenace con convertirse su terminación, en herencia obligatoria para su administración… y de aquel corporativo extranjero que pretenda invertir para generar empleos en territorio nacional, porque corre el riesgo de que se le someta a una ‘chairoencuesta’ y resulte no aprobado por decisión del ‘pueblo bueno y sabio’.
Y …¡Ay de aquellos padres de familia que se encuentren legítimamente desesperados!… porque por su condición económica y ante la eliminación de programas de asistencia social y médica implementados en gobiernos anteriores al Rey ‘Chiquito’, se atrevan a reclamar cívicamente, el derecho humano de sus hijos por él representados, a la salud. ¡Ay de aquellos padres con hijos con cáncer, que vivan en Malandrilandia bajo el gobierno del ‘Rey Chiquito’!… Les espera una larga y penosa agonía, como enemigos declarados del régimen.
Y …¡Ay de aquellas víctimas de la violencia con sevicia y hasta con visos de racismo o de diferencia religiosa!… cuantimás cuando los hechos se consuman en la lobreguedad de un desierto, a casi 3 mil kilómetros de distancia de la capital de Malandrilandia y las policías en ese reino están al servicio de una clase dominante.. la que al parecer ya, deliberadamente, sostiene al ‘Rey Chiquito’: la clase llamada delincuencia organizada.
Es el Rey ‘Chiquito’… el ‘Vengador de la historia’. Aquel soberano que debió haber llegado al poder en el siglo 6 de nuestra era, pero su nacimiento tuvo que diferirse hasta el siglo 18, gracias a la acción malévola de su némesis histórico, su antítesis político, ‘Phillip Walker’, a quien el Rey ‘Chiquito’ atribuye haberse robado el guión de la historia.
Desde entonces, desde el siglo 6, el Rey ‘Chiquito’ no ha aprendido a vivir y a disfrutar de las cosas más simples de la existencia. No ha aprendido siquiera a disfrutar de su período de gobierno, al frente de Malandrilandia.
Su coraje se ha tornado enfermizo y endémico, como el de un chamaco obstinado en hacerle berrinche a sus padres o al universo, por sobre cada acto o decisión que asumen para con sus otros hermanos. Así le reprocha a la historia, todo cuanto le suceda a Felipillo ‘El Caminante’ (Phillip Walker)… sea bueno o malo.
Podría envidiarle un ‘puño de alacranes’ a Felipillo, viniendo como obsequio sincero de la población.
El Rey ‘Chiquito’ vive pendiente de su pulso, de su respiración, de sus pensamientos, de todos sus pasos.
Aunque su odio antes que a Felipillo es hacia sí mismo, para después trasladarlo enforma de insensibilidad hacia el resto de la población del reino; no obstante que postula y hasta pontifica un discurso diario que habla del amor al prójimo, de la igualdad entre los hombres y de la justicia en general. La realidad es que el Rey ‘Chiquito’ desde hace mucho tiempo quemó las naves y puso su gobierno al servicio de la vida cotidiana en Malandrilandia… precisamente los malandrines, la delincuencia organizada.
Hace tiempo fingió detener y liberó en el acto, al hijo mayor del jefe del cártel más importante del narcotráfico, luego de que un pelotón del Ejército fue humillado y materialmente puesto de rodillas por el malandrinaje de una de las plazas. Y meses después, fue a ofrecerle ‘sus respetos’ a la madre del capo mayor de la delincuencia en todo Malandrilandia.
Ya no hay nada qué hacer, absolutamente… el Rey ´Chiquito´es una figura simbólica,… nadie, de los llamados factores reales de poder, le hacen caso. Este príncipe, está más sólo que el mismísimo ‘Principito’ de Antoine de Saint-Exupéry.
Este príncipe, por si faltara algo, se ha aventado la puntada de entregar el sistema de justicia de foma deliberada, descarada propiamente dicho, al crimen organizado… y ha empezado a ceder a sus caprichos e intereses.
Los narcos de Malandrilandia han golpeado la mesa y le han dicho al Rey ‘Chiquito’:”No queremos batallar cuando por alguna circunstancia caigamos en el bote Rey ‘Chiquito’, ya sea en tu gobierno o en otro que te suceda cuando te vayas…¡fíjate bien!… Queremos caer todos en la misma cárcel de San Juan de los Pericos, en nuestra tierra, donde sigamos siendo los dueños del negocio desde dentro del penal; donde llevemos la tambora cada semana, estemos criando “puercos y becerritos” para nuestras barbacoas; que sigamos metiendo nuestras mujeres a las visitas maritales, cada que se nos ´hinche el máiz”, sin registro biométrico en Plataforma México, sin señal inhibidora de telefonía celular para mantener nuestros aparatitos adentro, con cablevisión, aire acondicionado, internet… y de vez en cuando salir a la calle pa’ ir a ver a la novia… ya te la sabes. ¡Que no falte adentro ni el perico ni la cheve!…. y no me salgas con que me mandas al Penal del Altiplano o al de la frontera, a convivir con los otros cárteles.
Así le fue dada la orden al Rey ´Chiquito´. Eso solo pasa en Malandrilandia… Ni tenga pendiente.
Para reflexionar:
En México, en la vida real, este 4 de junio fue publicado en el Semanario Judicial de la Federación, que el Amparo, cuya figura es también equiparable a un medio extraoridinario, ha quedado desechado como vía para atacar una orden de traslado a un reo federal, de un reclusorio a otro, siempre y cuando no se interponga ninguna causal de las previstas en la propia Ley Nacional de Ejecución Penal vigente.
Que a partir de la fecha en que entra en vigor la disposición, según lo dispuesto por la Primera Sala, la controversia judicial prevista en los artículos 52 y 117, fracción III, de la referida Ley Nacional de Ejecución Penal, es el medio de impugnación idóneo para impugnarla, aun cuando el afectado no tenga una resolución tangible que recurrir (que la orden le haya sido notificada verbalmente o por criterios arbitrarios o injustos de parte de la autoridad carcelaria) y por tanto, debe agotarlo antes de promover el juicio de amparo indirecto.
Esto implica que uno de los trámites que más se les dificultaba a los presos por delitos de delincuencia organizada (léase narcotráfico) en México, era precisamente el atacar disposiciones como cambios súbitos de reclusorio, a donde el procesado estaba obligado a enfrentar las condiciones de adversidad, propias de un proceso de reinserción social o reeducativo.
Este trámite (el amparo indirecto para atacar una permuta de penal no pedida o una reubicación) es el más socorrido y más altamente cobrado por los pocos abogados a queines les es concedido el referido amparo tras el juicio correspondiente.
Hoy ya no se ocupa ese juicio de Amparo, según la novedad que se difunde en el Semanario Judicial de la Federación, con fecha del pasado 4 de junio, a las 10:10 horas. Con seguir el formato de Controversia contemplado por la ley sustantiva penal en materia de ejecución de penas, en sus artículos 52 y 117 fracción tercera, ya es suficiente y con amplias expectativas de ser obsequiado el solicitante.
Queda allanado el camino en México, para una más de sus exigencias al Poder Ejecutivo Federal. Los integrantes del crimen organizado dicen en qué penales quieren compurgar penas y en cuáles no…
Cualquier coincidencia con el relato hecho del Reino de Malandrilandia y su príncipe, el Rey ´Chiquito’, créalo,… es ´pura coincidencia´.
Y es que esto no es ninguna transformación. Se les rescatan y garantizan los derechos a los delincuentes, no a la gente que cumple y vive apegada al régimen legalmente establecido. Eso no era una urgencia siquiera. Podría haberse revisado gradualmente.
El derecho de la gente justa, que vive dentro del estado de derecho, es lo que hay que rescatar y garantizar.
Pero ni hablar, sea coincidencia o no con la historia del Rey ‘Chiquito’, deseamos que tenga éxito -a pesar de todo- el plan de ‘Abrazos, no balazos’ del presidente López Obrador.
A manera de colofón, baste también citar al gran José Vasconcelos, ‘Maestro de América’:…”La corrupción no vive del ambiente, la difunde como peste el mal gobernante”.