Honremos el legado de Juárez

Ana Lilia Herrera.

Hace algunos años, al término de una gira como presidenta municipal, una extraordinaria líder comunitaria me pidió hablar a solas con un gesto de preocupación.

Visiblemente nerviosa, me solicitó autorización para que un grupo de jóvenes le ayudaran a remozar un espacio público de su colonia. Aún más intrigada, le respondí que era una gran idea, que pondríamos los materiales y lo haríamos en conjunto.

Entonces vino su confesión, con los ojos humedecidos por lágrimas: “Discúlpeme porque nunca le había platicado, pero soy evangélica y los jóvenes son de mi congregación. ¿Tendría algún problema con eso?”¡Ninguno!, le contesté mientras la abrazaba y se agolpaban en mi memoria los recuerdos de las veces que, con su particular alegría y disposición, me acompañó a comunidades católicas para llevar ayuda.

Quienes gozamos del ejercicio de nuestros derechos, no imaginamos los estragos del odio y la discriminación que ocasiona la intolerancia religiosa, aún cuando el artículo 24 constitucional establece que tenemos “derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión”.

Nuestra Carta Magna regula el principio histórico de la separación del Estado y las iglesias, en un Estado laico, que tiene prohibido establecer preferencias en favor de religión alguna y tampoco a favor o en contra de ninguna iglesia ni agrupación religiosa.

Por eso hoy quiero coincidir con la admiración que el presidente López Obrador profesa a Benito Juárez. Me gusta la decisión de honrar su memoria, pero me gustaría más que fuera congruente con el legado de Juárez: la laicidad del Estado y respetara la prohibición constitucional para que las autoridades intervengan en la vida interna de las asociaciones religiosas.

En el texto El pensamiento laico de Benito Juárez, la historiadora Patricia Galeana retoma un discurso del Benemérito de las Américas de 1840, donde señaló que “… España subyugó a México con el derecho del más fuerte… Les inculcó las doctrinas de una ciega obediencia… Mezcló política con religión para revestir a sus máximas de una veneración que sólo a Dios es debida. Sistemó la intolerancia y el fanatismo…”.

¿Será que el lopezobradorismopretende algo similar? ¿Cómo explica que este año la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos no tendrá a tiempo los libros para los estudiantes, pero sí publicó con oportunidad y presupuesto suficientes, La Cartilla Moral con los colores de su partido, Morena, y que será distribuida por iglesias evangélicas, además de formar parte de los materiales para los maestros?

¿Cómo interpretar que el nuevo régimen haya prestado el Palacio de Bellas Artes para homenajear a un líder religioso?

Juárez afirmaba que “los gobiernos civiles no deben tener religión, porque siendo su deber proteger imparcialmente la libertad que los gobernados tienen de seguir y practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente este deber si fueran sectarios de alguna”. Los admiradores del estadista oaxaqueño estamos obligados a honrar con hechos su principal legado.