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/ Por: Zaira Rosas/
¿Qué nos hace humanos? Esta pregunta ha sido parte de un debate central desde hace siglos, filósofos como Aristóteles y René Descartes pensaban que la diferencia principal del ser humano en comparación con otras especies estaba justo en la razón, con el tiempo a esto se le llamó conciencia y conforme hemos avanzado en conocimiento buscamos más elementos que puedan igualar lo que consideramos como un ser humano.
Con tantos avances tecnológicos y la llegada de la inteligencia artificial el debate se hace aún más profundo, no es solo la resolución de problemas, sino también hay algo más profundo y aún inexplicable que nos conecta con otras personas, la empatía y la capacidad de reconocernos en los demás es también parte de nuestra humanidad, así lo pensaban filósofos como David Hume y Adam Smith, sin embargo ¿qué tanto aplicamos nuestra humanidad en la interacción cotidiana con otras personas?
En medio de escenarios automatizados, muchas personas agradecen la calidad en el servicio, cualidad que en muchos espacios se ha perdido y para evitar grandes inversiones en capacitaciones hay empresas que prefieren destinar los recursos a bots personalizados que con mayor amabilidad resuelven las problemáticas, sin embargo, pese a los esfuerzos y avances nada se compara con un trato verdaderamente humano.
Sin importar el rubro en el que trabajes, todas las personas estamos en contacto con otras y necesitamos de habilidades blandas para destacar en nuestros distintos ámbitos, principalmente de la empatía, misma que cada vez es más escasa en puestos de atención. Es común que en una era de hiperconectividad un lugar se vuelva famoso por sus reseñas o pierda la popularidad por la misma razón, las empresas y cualquier negocio puede crecer y posicionarse por encima de cualquier competencia si toma en cuenta lo importante de una sonrisa, el respeto, resolución de problemas y amabilidad. Incluso si no se tiene la respuesta correcta, es más probable que se tenga empatía ante la situación si tan solo se atiende bajo una actitud positiva en comparación con quien no presta atención y solo refunfuña.
Los restaurantes de alta gama, los hoteles con categoría diamante y las empresas que facturan más de 6 o 7 cifras, han llegado hasta este punto porque reconocen el valor de habilidades blandas, esas que no te enseñan en la escuela, pero que toda persona debería identificar como la inteligencia emocional, la asertividad, la creatividad, el liderazgo y la gestión del tiempo. Saber quiénes somos y cómo conectamos con otros bajo distintos escenarios puede abrir más puertas de las que imaginamos, sin embargo, a veces se nos olvida que nuestra esencia humana va más allá de solo un rol.
Pocos son los espacios donde actualmente encuentras un buen servicio y no es solo culpa del personal que trabaja en las empresas, también es responsabilidad de clientes, pues en la inmediatez cotidiana se nos olvida decir hola, buenas tardes, antes de hacer cualquier solicitud y a cambio nos topamos con personas altamente frustradas en puestos o espacios que realmente no disfrutan. Todo lo anterior responde también a un sistema, que ha priorizado lo operativo por encima de lo humano, de vínculos sociales y una verdadera calidad de vida.
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo solo por placer? Esas pequeñas acciones en las que aparece el disfrute o incluso momentos de no hacer nada, son indispensables para conectar con lo más profundo de nuestra humanidad, eso que ninguna computadora puede igualar, la creatividad, la resiliencia y la posibilidad de hacer algo completamente nuevo e inesperado.
Antes de cerrar este 2025, te invito a reflexionar a ti, ¿Qué te hace humano? ¿Qué te da felicidad? ¿Cómo recargas tu pila? Toma al menos un instante en este cierre de ciclos y conecta con eso que te hace un ser único y especial, ahí está el verdadero sentido de nuestra humanidad. ¡Felices fiestas!













