*CAFÉ DE MAÑANA.
/ Por José Luis Enríquez Ambell /
Se debe reconocer que la seguridad pública, la procuración de justicia y la administración de justicia no atraviesan, por sus mejores momentos, al menos en lo que va del siglo en el país.
Esa razón es la que justifica que la Iglesia católica ponga en acción a nuevas estrategias entorno a contribuir a través del llamado “Taller de Construcción de Paz”, mediante la Universidad Pontificia, en las comunidades de algunas regiones de México.
La misma iglesia en un comunicado oficial difundido hace unas horas, ha dicho que, ante algunas interpretaciones surgidas a raíz de recientes declaraciones públicas, desde el Diálogo Nacional por la Paz, consideró importante la precisión en el propósito y el enfoque de todo este esfuerzo colectivo, pues el denominado Taller no está dirigido al diálogo con grupos delictivos, sino a buscar brindar herramientas para generar una cultura del encuentro con la diversidad de actores presentes en todas las comunidades, en sintonía con la doctrina social de la iglesia.
Y es que este taller busca construir la paz desde abajo – sumando esfuerzo de personas defensoras de los derechos humanos, a las autoridades comunitarias, organizaciones sociales, académicos, representantes de las iglesias y miembros de distintas instituciones – con enfoques incluyentes y sensibles al contexto, y sin sustituir las responsabilidades que competen al Estado a través de sus áreas de gobierno.
La posición humanitaria y pastoral de la Iglesia Romana, no es la primera ocasión que busca gestionar la paz en comunidades de México, ante la real y creciente inseguridad, e incluso varios sacerdotes han enfrentado amenazas, extorsión y episodios de desplazamiento forzado por modelos sociales de inseguridad y para la generación de la violencia.
El comunicado oficial puntualiza que; “esta realidad compleja y dolorosa nos exige contar con herramientas mínimas que permitan el proteger la vida y la seguridad de las comunidades”. Por tanto, el Diálogo Nacional por la Paz busca abrir espacios de diálogo público con las iglesias, las universidades, los empresarios, los colectivos de familias buscadoras, organizaciones sociales, distintos niveles de gobierno y ciudadanía en general para construir propuesta de paz en los ámbitos local, estatal y nacional.
Cabe decir que este trabajo tiene poco más de 3 años y se han identificado buenas prácticas que son socializadas en espacios de diálogo para concretar caminos que permitan mejorar el tejido social, la seguridad y la justicia, y ya tienen toda una amplia red de equipos interinstitucionales que día con día trabajan por la paz en su respectivo territorio. “Y la apuesta no es buscar el diálogo con los grupos contrarios a la ley para construir la paz del país, sino socializar las metodologías que funcionan con todos los sectores sociales para construir caminos de paz”, y “la iglesia reconoce que los acuerdos que se puedan lograr con grupos delictivos son frágiles a corto, mediano y largo plazo”.
PARA POSTRE
En los tres años -asegura el comunicado- “ya hemos encontrado y elaborado metodologías que hoy compartimos con maestros, policías, empresarios, iglesias, familias, jóvenes así como, gobiernos y diversos colectivos, que permitan emprender una cruzada nacional para capacitar a diversos actores sociales en mecanismos para la transformación de conflictos, pues el compromiso de la Iglesia es con las víctimas y con la búsqueda de justicia, dignidad y paz, a través de medios pacíficos, participativos y respetuosos de la legalidad.
UN CAFÉ DE OLLA DE BARRO
En algunos estados, los párrocos ya han implementado protocolos de autoprotección y coordinación con las autoridades civiles para mantener canales de comunicación abiertos ante situaciones de riesgo, a partir de la más estricta confidencialidad, orientación ética y constante supervisión interna para garantizar que los objetivos se limiten a la pacificación, con la asesoría de especialistas en resolución de conflictos, derechos humanos y seguridad.
UN CAFÉ LECHERO LIGHT
Los comunicados verbales y escritos, talleres y acciones concretas que desarrolle la Iglesia en busca de involucrar a la sociedad civil y a las autoridades en la búsqueda de soluciones pacíficas y en el apoyo a las víctimas, nunca estarán de más.
¡ES CUANTO!
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