Igualdad de género y sostenibilidad

/ Alejandra D Hyver /

Nos encontramos en un momento crítico. Los recursos naturales y los ecosistemas se han dado por sentado, se subvaloran como si fueran infinitos, a pesar de que son la base de las economías y del bienestar. El cambio climático, la degradación ambiental, la contaminación y la pérdida de biodiversidad -que han resultado de un modelo económico insostenible- representan un riesgo para todas las personas de no ejercer plenamente sus derechos humanos. Se prevé que los desastres relacionados con el clima empujarán a 100 millones de personas más a la pobreza extrema para 2030.

Pero esta crisis climática y ambiental no afecta a todas las personas por igual. Las mujeres y las niñas se ven afectadas de manera desproporcionada. La desigualdad de género se traduce en que las mujeres, que constituyen la mayoría de la población en situación de pobreza, no tienen el mismo acceso que los hombres a la educación, la salud, la protección social y el empleo. En particular, las mujeres rurales e indígenas dependen más de los recursos naturales y medios de vida que están amenazados por el cambio climático, pues también el acceso, uso y control que tienen de recursos como el agua, los alimentos, la tierra o la energía son limitados, reduciendo la capacidad de adaptación. En México, las mujeres rurales producen más del 50% de los alimentos; no obstante, 6 de cada 10 mujeres rurales viven en situación de pobreza; 37% de las mujeres sufrieron inseguridad alimentaria y de las personas ejidatarias y comuneras representan nada más 25% y 20%, respectivamente. Además, son las responsables de recolectar leña, que es utilizada en 75% de las viviendas en localidades rurales, y dedican 2.6 horas promedio a la semana en acarrear agua para consumo del hogar.

Estas cifras representan tan sólo un ejemplo de la desigualdad de género que enfrentan las mujeres y las niñas. Y, sin embargo, son agentes de cambio; las primeras respondientes en situaciones de crisis y desastres causados por el cambio climático, cuidadoras y defensoras del medio ambiente y el territorio, transmisoras de saberes y conocimientos indígenas sobre el cuidado de la naturaleza. Son quienes adoptan prácticas sostenibles para mejorar la resiliencia de los medios de vida y la soberanía alimentaria, y emprenden con energías verdes. Cuando las mujeres y las niñas participan y lideran la gestión de los recursos naturales, se obtienen mejores resultados en la conservación del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático.

Cada año, el 22 de abril se conmemora el Día Internacional de la Madre Tierra para recordar la importancia de cuidar nuestro planeta y de restaurar los ecosistemas que han sido dañados, pero de los que todas las personas dependemos.

No podemos esperar más para actuar. La crisis climática y la degradación ambiental profundizan la desigualdad que enfrentan las mujeres y las niñas, y esto a su vez nos afecta a todas y todos. Es urgente que garanticemos la igualdad de género y que ellas estén en el centro de la acción climática si queremos lograr un desarrollo sostenible.

La autora es especialista en cambio climático y acción humanitaria con perspectiva de género en ONU Mujeres México. @ONUMujeres

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