/ Eduardo Sadot /
El presidente José López Portillo dijo que lo peor que nos puede suceder como mexicanos, es volvernos un país de cínicos.
El cinismo o la hipocresía poco o en nada contribuyen a la gobernabilidad desde el poder. Y no es que mantener una postura de imparcialidad haya sido solo una pose, por el contrario, quien hoy se conduzca con transparencia, manda señales de autenticidad y transmite certeza al universo de sus gobernados.
No hacerlo, es evidenciar una conducta sectaria, partidista y discriminatoria. Lo que le da autoridad, confianza, credibilidad y certeza a un gobierno es precisamente el mensaje incluyente de su gobernante. Ello contribuye a la autoridad y calidad moral, el factor de gobernabilidad facilita cualquier gestión, abona a la solución de conflictos, pues todos saben que su arbitraje desemboca en justicia, por el contrario, la entorpece, al menos en la forma, los funcionarios se esforzaban por mantener una imagen de imparcialidad, si aunque en la práctica no lo hacían, por lo menos al pueblo no le dejaban un sabor de injusticia, tenían oficio político, sabían al menos que si el solicitante no podía ver satisfecha su petición, no se iba con las manos vacías y con la sensación de frustración. En la administración pública, cuando hay voluntad de hacer las cosas, se hacen, una prueba reciente es el caso del joven Hugo asesinado salvajemente.
El secretario de gobernación Adán Augusto, viajó en un vuelo oficial en un avión militar junto con otros funcionarios, inclusive algunos con uniforme, a promover la revocación, ante las evidencias, igualmente los acarreos que hiciera el presidente de MORENA, en otro tiempo habrían provocado movimientos y manifestaciones de la oposición, pero ésa oposición rabiosa y beligerante, hoy es gobierno y no hay nadie que exija justicia.
Pero por si eso no fuera poco, durante su discurso de arenga para el voto, amenazó a funcionarios del INE, rompiendo con la imparcialidad de manera precisa y descarada, se refirió a ellos violentando el Derecho, incumpliendo su obligación de imparcialidad y respeto, a un órgano independiente, el senador Germán Martínez, hizo señalamientos precisos de la legislación violentada, sostuvo que en principio no cumple con sus obligaciones establecidas en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, en lo referente a promover la unidad y el fortalecimiento de las instituciones democráticas, no intervenir en materia electoral, cumplir su juramento constitucional. En estricto sentido y por ética el notario, hoy secretario de Gobernación debiera renunciar, el presidente debía solicitarle su renuncia, él por ética debiera presentársela al presidente, pero no será así.
Después del desfile de anomalías y atropellos a la ley electoral, en la desesperada búsqueda de reconquistar los votos perdidos, viendo el comportamiento de su propio partido, y al no poder sancionarlos, por tratarse de funcionarios de MORENA, para no dañar la imagen y los principios de la nación y del presidente, debiera renunciar, pero no lo hará nadie.
Solo queda el testimonio para la historia.
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