**Sin tacto.
/ Por Sergio González Levet /
Es muy conocida y más reveladora la frase del matemático, físico, filósofo, teólogo católico y apologista parisino Blaise Pascal (1623-1662) que dice:
“Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas”.
Es una joyita que con once palabras y una coma explica que la congruencia es una virtud indispensable para tener una buena vida humana.
Y la congruencia me salta a la vista por la falta de ella que ha mostrado, una vez más, nuestro estimado presidente Andrés Manuel López Obrador, que en esta ocasión también una vez más fue acompañado de su esposa, la recordada maestra Beatriz Gutiérrez Müller.
Y la incongruencia de la pareja presidencial se obvió en el caso de su hijo, un muchachón de 15 años que en una foto con su padre después de un juego de beisbol muestra una obesidad que se contradice con lo que han expresado sus progenitores sobre el tema.
En conferencia de prensa del pasado 19 de abril, AMLO declaró que (sobre) “las aguas industrializadas, aguas puercas algunas, me decía una gente, que cuando necesitaba pulir un metal usaba un refresco que no voy a decir su nombre. Imagínense cómo quedan los intestinos, el estómago.
(Por eso) “comer bien. No a las chatarras. No a la obesidad. Hay que hacer un gran esfuerzo tanto en el gobierno como en las familias, porque es mejor la medicina preventiva”.
Y la que no es Primera Dama (aunque sí se terminó comportando como tal) publicó un tuit el 2 de mayo de 2020 en el que aparentaba una preocupación genuina por la buena alimentación (y mostraba en cambio una despreocupación alarmante por la sintaxis):
“En estos tiempos de distanciamiento social voluntario pero responsable, consume productos locales y de temporada. Evita bebidas gaseosas y comida chatarra. Y ojalá las evites para siempre: mucha grasa y azúcar”.
Para el joven hijo de la pareja, mis respetos, y mis mejores deseos de que sus padres se pongan las pilas y se ocupen de él con mayor denuedo. Me duele ver a este niño solitario que deambula por el Palacio Nacional y hace travesuras que luego resultan la comidilla en las redes, de modo tal que las corcholatas y los colaboradores cercanos del Presidente tienen que salir a defenderlo de oficio… aunque sin un buen oficio de defensores.
Y me preocupa igualmente que la incongruencia presidencial se puede emular a un trastorno mental que los siquiatras conocen como paratimia… pero de eso hablaré mañana.
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