Incongruencias migratorias .

**La Corte .

/ Azul Etcheverry /

El soft power estadunidense, entendido tanto por esta capacidad del vecino país para influir y persuadir a otros, como por esta habilidad de crear imágenes y narrativas para proteger y promover sus intereses, ha sido capaz de colarse en la imaginaria colectiva para proyectar escenarios que no siempre son como se pintan.

Esta no tan sutil herramienta ha sido la encargada de que las palabras que instantáneamente brincan a nuestra mente al escuchar “migración” sean “patrulla fronteriza”, “riesgo” “deportación” e, incluso, “muerte”. Sin embargo, hoy la comunidad mexicana en Estados Unidos está más viva que nunca.

¿Qué o quién les da vida? Para empezar, el gran número que representan, 97% de los 11 millones de mexicanos que viven fuera del país, residen en Estados Unidos, siendo 63% de la comunidad latina y 3% de la población total de ese país. Por lo que ya no sólo el obvio impacto económico es evidente, sino también la influencia cultural y la manera en la que la voz latina ha logrado colarse en la esfera política.

Ejemplo del último punto es la llamada Green light law, iniciativa de ley presentada ya desde hace varios años en congresos estatales para permitir la emisión de licencias de conducir a migrantes indocumentados, sin necesidad de comprobar su estatus legal, misma que sólo ha sido aprobada en 16 estados de la Unión Americana.

Sin embargo, el reconocimiento no se debe focalizar en los resultados, sino en el proceso, en el hecho de que se aborde ya el tema en las discusiones políticas, pues el argumento de los legisladores que han propuesto y apoyado esta iniciativa desde años atrás es “brindar seguridad y goce de derechos básicos para el sector migrante no regulado, quienes hacen contribuciones vitales a la economía del país”. Estas declaraciones, sin duda, representan otra inyección de vida para la comunidad.

Por otro lado, la iniciativa prevé que, para la emisión de licencias, al no contar con número de seguridad social (documento que sólo se da a residentes y migrantes documentados) se pueda presentar en su lugar el número de identificación personal de contribuyente, el cual sí es emitido para migrantes indocumentados, nada más y nada menos que por la instancia gubernamental estadunidense encargada de la recaudación de impuestos.

La contradicción irónica y curiosa de poder pagar los taxes, pero no tener una licencia de conducir nos lleva a pensar que, como es usual en ese país, todo lo que representa dinero tiene un lugar en la política, todo lo que genera dólares tiene vida, por tanto, mientras la comunidad mexicana siga siendo ejemplo de trabajo duro, poco a poco serán los encargados de que las palabras que relacionemos con “migración” sean ahora “esfuerzo”, “trabajo de calidad”, “influencia cultural de impacto” , “vitalidad” y, sin duda, “vida”.

El soft power mexicano, el que no está basado en retóricas políticas incongruentes, sino en la calidez humana y en, como proclaman los estadunidenses, la búsqueda de la felicidad.