*Escrito por Wendy Rayón Garay.
29.12.2024. /Cimac Noticias.com/ Ciudad de México.- La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que las niñas, niños y adolescentes pueden ser víctimas de violencia de género o familiar, incluso si esta no se ejerza directamente sobre ellos. Con esta decisión, la Corte reconoce que las acciones violentas de personas adultas en el núcleo familiar impactan el desarrollo de las infancias y adolescencias, perpetuando esta violencia como fenómeno social.
De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México, el Registro de Lesiones 2010-2023 de la Secretaría de Salud contabilizó 20 mil 585 personas de entre 1 a 17 años que fueron atendidas por violencia familiar en los hospitales del país. Esta cifra significó un aumento de 595.2% respecto al primer registro en 2010 con 2 mil 961. Además, fue la tercera mayor cifra documentada y superó el promedio anual de 13 mil 514 hospitalizaciones. Asimismo
Asimismo, son las niñas y las adolescentes quienes representaron el 87.9% de las víctimas de violencia familiar en 2023. La población adolescente es particularmente vulnerable a esta violencia, ya que el 80% de los casos se concentraron en personas entre los 12 y 17 años, el 14.2% en niñas y niños entre 6 a 11 años, y 5.8% tenían 1 a 5 años.
Por otro lado, 1 de cada 4 casos encontrados de violencia familiar pertenecen al Estado de México. Seguido de esta entidad federativa se encuentran: Guanajuato con el 11.8% y Veracruz con el 6.7%. Los datos del Registro de Lesiones 2010-2023 hallaron que estos tres estados concentraron dos de cada cinco víctimas.
En adherencia, los principales agresores de las niñas y adolescentes fueron: sus parejas a quienes se les atribuye dos de cada cinco casos de violencia familiar; los parientes como primos, tíos, hermanos o abuelos ocasionaron uno de cada seis casos; algún padre con el 12.9%; la madre con 8%; padrastro con 6.2%; y la madrastra con 0.2%.
Los principales sitios donde ocurre la agresión en las mujeres son la vivienda con 91.6% casos y la vía pública con 1.7%. En adición, durante 2023 también se registraron agresiones en escuelas, vehículo privado, institución residencial, comercio y área de servicios, granja, trabajo, área deportiva y atletismo, club, cantina o bar.
Ante esta problemática, se presentaron diferentes consecuencias y afectaciones en las niñas y las adolescentes como malestar emocional (54.8%), embarazo (11.2%), trastorno del estado de ánimo (9.1%), contusión o magullamiento (4.3%), trastornos de ansiedad o estrés postraumático (5.1%), depresión (4.6%), laceración o abrasión (1.2%), herida (0.8%), infección de transmisión sexual (0.5%), fractura (0.2%), trastornos psiquiátricos (0.3%), cicatrices (0.2%) y aborto (0.2%).
Sin embargo, aún faltaría considerar a aquellas personas entre 1 a 17 años que en medio de la violencia familiar, también son victimas de la violencia en razón de género que se reproduce en sus entornos aunque esta no se ejerza de manera directa contra ellos.
La decisión de la Corte
A principios de este año, una mujer -en representación de su hija menor de edad- promovió un procedimiento especial en contra de su expareja por violencia familiar. A través de esta instancia solicitó medidas de protección por distintos tipos de violencia que él ejerció contra ellas como la física, psicológica y patrimonial. En primer lugar, se consideró que no había pruebas suficientes para acreditar la violencia familiar, por lo que se decretó que ambas partes debían acudir a terapia psicológica y que el demandado asistiera a sesiones de justicia restaurativa familiar.
Debido a esta decisión, la madre promovió un juicio de amparo directo en el que señaló a la autoridad responsable de no cumplir con sus obligaciones de juzgar con perspectiva de género, el cual también fue negado, por lo que interpuso una revisión. Gracias a este caso, la Corte determinó que el actuar de las personas adultas influyen en la forma en que las niñas, niños y adolescentes crecen y se desarrollan.
Es decir, que inciden en cómo los menores observan y aprenden las conductas de quienes los rodean. En principio, está la visión distorsionada sobre el género de donde se puede aprender ideas erróneas sobre cómo deben comportarse las personas, reforzando así los estereotipos del patriarcado. Por ejemplo, si los niños observan que es el hombre quien ejerce control o agresión sobre la mujer, entonces replicarán este actuar.
Como segundo punto, la Corte señaló la normalización de la violencia que puede conllevar a las niñas, niños y adolescentes a aceptarla como algo natural o inevitable, ya que observan que los conflictos siempre se resuelven con agresiones, gritos o humillaciones y que no hay consecuencias visibles para quienes ejercen violencia, lo que refuerza la idea de que es permisible. Esto no solo afecta las relaciones personales, sino que perpetúa ciclos de violencia.
Finalmente, la indefensión aprendida afecta a los menores porque perciben que no pueden cambiar la situación o protegerse de la violencia. Este sentimiento surge porque no tienen el poder o recursos para intervenir del entorno violento u observan que las personas agredidas no logran defenderse o salir de esa situación.