Internacionalización de los cárteles mexicanos .

/ Eunice Rendon /

A finales de los años 60, se consolidó el primer gran negocio de exportación de droga de nuestro país. Cultivadores de marihuana y opio del “Triángulo Dorado” comenzaron con el tráfico y exportación a Estados Unidos, aprovechando la demanda de los veteranos de la Segunda Guerra Mundial. Así surge el Cártel de Sinaloa. A pesar de las numerosas disputas con otros grupos, este grupo delictivo, ha logrado establecer una red de tráfico sin precedentes: desde Centro y Sudamérica a través de México, hacia Estados Unidos. Según el último reporte de la DEA cuenta con más de 26,000 efectivos, tiene presencia en 19 estados de nuestro país. La ONU reconoce su existencia en al menos 50 países.

Por su parte, el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), una facción separada del Cártel de Sinaloa que se dio a conocer en 2011 ha crecido exponencialmente, convirtiéndose en el principal rival del Cártel de Sinaloa. Caracteriza al CJNG el uso extremo de la violencia y, según la DEA, es el grupo criminal con mayor presencia en México: opera en 21 de los 32 estados y se ha expandido a todos los continentes.

De acuerdo con el gobierno de Biden, hoy el CJNG y el de Sinaloa son las organizaciones de tráfico de drogas más poderosas del mundo. Y si bien la globalización del crimen organizado no es algo nuevo ni exclusivo de estos dos grupos, su acelerado crecimiento y expansión en Centro y Sudamérica se han vuelto una preocupación para la región.

Según documentos de la Fiscalía General de Colombia, filtrados por el “Guacamaya Leaks”, la inicial expansión de los cárteles mexicanos a Centroamérica ha alcanzado también a Venezuela, Brasil, Perú, Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador. Esto ha sido posible gracias a la debilidad y corrupción de los gobiernos de la región.

Las amenazas y vínculos de los grupos mexicanos con políticos sudamericanos, incluido el asesinato del candidato a la presidencia de Ecuador Fernando Villavicencio a 10 días de las elecciones presidenciales, ponen de manifiesto el control que ha conseguido el crimen organizado en la región.

Las disputas por las zonas en las que se produce y transporta la droga trascienden del territorio mexicano para satisfacer la oferta y demanda de drogas a nivel regional e incluso global. Esto es una consecuencia de la debilidad y corrupción de los gobiernos de la región latinoamericana y de las políticas equivocadas que han dejado vastos sectores sociales abandonados, en contextos de pobreza y violencia. Del otro lado, la ausencia de políticas eficaces para atacar las causas que originan el consumo de drogas ilícitas.

Las actividades delictivas de los cárteles se han diversificado, pasando por la extorsión, los secuestros, tráfico de personas, drogas y armas, hasta negocios lícitos para blanquear sus activos. Este crecimiento ha sido posible gracias al uso desechable de niños y jóvenes sin acceso a oportunidades. Según la Red por los Derechos de la Infancia, hasta 250 mil menores tan solo en México estarían en peligro de ser reclutados por la delincuencia organizada.

Según la ONU el aumento de la violencia en la región de Las Américas se debe, en gran medida, a la rivalidad entre el CJNG y el Cártel de Sinaloa. A pesar de la complejidad y fragmentación de los grupos criminales en México, a nivel mundial son actores poderosos que operan a nivel local por medio de redes, que incluyen pandillas y grupúsculos en los distintos lugares del mundo.

Los problemas globales requieren soluciones globales. Debemos reconocer que la estrategia que se enfoca en la producción y tráfico de la droga, sin querer atacar la demanda, ha resultado ineficaz. En ese sentido, es necesario entender que en México y en cualquier otra parte del mundo, la expansión del crimen tiene que ver con que existen individuos dispuestos a formar parte de sus filas. Una estrategia que se enfoca en luchar contra un enemigo abstracto con capacidad ilimitada de crecimiento tiene nulas posibilidades de éxito. Urgen políticas integrales a nivel regional, que eviten la continuada inclusión de niños y jóvenes al fenómeno delictivo.

@EuniceRendon