/ Liébano Sáenz /
La estabilidad política y económica después de 1995 fue el resultado de reformas y de un ejercicio disciplinado del gobierno. Son generaciones de mexicanos que no han conocido una inflación galopante, tampoco han visto minimizados sus ahorros bancarios o todo lo que acompaña a una devaluación mayor del peso.
Fue un proceso virtuoso en cuanto a estabilidad y no mucho respecto al crecimiento y menos a la distribución de riqueza. 2024 significó un cambio: la deuda se disparó al igual que el déficit. La disciplina en las finanzas públicas de los primeros cinco años del gobierno de AMLO cambió en el año de la elección. No sólo se trataba de financiar los programas sociales, también de dar continuidad al fondeo de las obras públicas en proceso.
El desmantelamiento del orden político que regresa al esquema de la presidencia sin contrapesos se vuelve factor de incertidumbre porque la voluntad del gobernante no es suficiente para garantizar la certeza de derechos que requieren los ciudadanos, familias y negocios. El proyecto político vigente contradice las decisiones de desconcentración del poder, división de poderes y la garantía de constitucionalidad de los actos de gobierno y de las decisiones legislativas.
La democracia es la mejor fórmula para la certeza jurídica, conclusión de los laureados por el Premio Nobel de Economía de este año. La concentración de poder la complica, especialmente si no hay un control exógeno al gobierno sobre la legalidad de su desempeño. La mejor manera para lograr el crecimiento es a través de las reglas y de una instancia judicial independiente que las haga valer frente a todos, justo lo que ahora se altera.
La inversión extranjera es un catalizador de la confianza. Importa su volumen, pero también su giro, origen y destino. Con datos de la Secretaría de Economía de México, el diario El País, informa que en 2023, España representó 10% de los anuncios de inversión, igual que Canadá y EU, 38%. Para 2024 la inversión extranjera será de casi 40 mil millones de dólares. España deja de invertir de manera relevante. Querétaro, Nuevo León y Coahuila, ninguno gobernado por el partido oficial, concentran 44% de los anuncios de inversión. Prueba de que la pluralidad favorece a la inversión