Fuera de Tono.
Por Hernán Gomez Bruera
La distancia entre Irma Eréndira Sandoval y el presidente López Obrador se antoja insalvable. AMLO la recibe cada vez menos en privado y no se los ve juntos en actos públicos. La última vez que estuvo en una mañanera fue el 23 de enero de 2020, cuando el primer año de gobierno asistió siete veces.
Incluso a finales del año pasado AMLO auscultó nombres de posibles sucesores, pero ninguno aceptó su oferta.
El presidente sabe bien cuál es el papel que la secretaria jugó para pretender imponer a su hermano Pablo Amílcar, de ahí que ayer este haya tenido que retirarse. Varios secretarios le contaron de las llamadas que recibieron de la misma funcionaria que los audita —nótese ese detalle— para pedirles su apoyo. AMLO sabe también que ella y su marido fueron uno de los factores clave en la operación mediática en contra de Félix Salgado Macedonio.
Pero el descontento frente a Irma Eréndira viene de tiempo atrás. Al Presidente no le gustó como manejó discursivamente el caso Bartlett; mucho menos la sanción que, contrario a sus instrucciones, le impuso a su hijo por la compra a altos precios de ventiladores, algo que AMLO habría percibido como injusto.
El presidente también se enteró lo que la secretaria hizo a Miguel Ángel Lozada –ex director de Exploración y Producción de Pemex–, a quien inhabilitó injustamente por diez años, para finalmente ser absuelto por el TFJA ante la falta de evidencias. Irma Eréndira le había asegurado a AMLO que Lozada era culpable, cuando todo parece indicar que buscaba apartarlo de un área estratégica dentro de la paraestatal o tal vez simplemente lucirse.
A AMLO, como a varios secretarios, les irrita el protagonismo de una secretaria que busca cualquier oportunidad para figurar. Por esa razón, en más de una ocasión le ha llamado la atención en reuniones de trabajo tras haberse anticipado en dar a conocer información a la prensa, sin consultarlo previamente o sin socializar los temas con sus pares.
En el gabinete se percibe el trabajo de Irma Eréndira como uno fundado en el sospechosismo y el mal trato a sus pares. Molesta su arrogancia y prepotencia y ha sorprendido que llegue a las reuniones acompañada de un séquito de ayudantes y escoltas que muy pocos funcionarios utilizan. “Todo lo que nadie haría en la 4T lo hace ella”, aseguró una fuente.
Al caso de Irma se suman los de John Ackerman que también han puesto en aprietos al gobierno y a la 4T. En Palacio Nacional aseguran que al Presidente no le gustó nada la forma en que el académico estadounidense intentó reventar el proceso de selección de consejeros del INE, por mencionar solo un hecho.
Irma Eréndira podría mantenerse en su puesto porque al presidente no suelen gustarle las destituciones. Quizás el retiro de su hermano de la contienda en Guerrero le permita conservar su puesto. Sin embargo, cada vez estará más marginada y podría terminar siendo un florero.
Algunos sugieren que, en realidad, López Obrador está convencido que la Secretaría de la Función Pública no sirve para nada, a tal punto que le ha dejado una sola subsecretaría. ¿Será que está pensando eliminar esa dependencia y asunto resuelto?