Julieta Fierro hizo de la divulgación un acto de amor y rebeldía.

*“La ciencia también es un acto de libertad”: expresó la física y astrónoma en el marco de su última visita a la Universidad Veracruzana, en junio pasado.

*Durante más de cinco décadas dedicó sus esfuerzos a la divulgación científica y a fomentar vocaciones .

*Esta casa de estudios reconoce su legado, su vida y su dedicación a cultivar el asombro.

Física, astrónoma, divulgadora científica y una de las voces más entrañables,.

*Nuria Martínez Cabrera

/Fotos: Rodolfo de Jesús Pérez Carmona/

20/09/2025. Xalapa, Ver.- Julieta Fierro, reconocida astrónoma y divulgadora científica mexicana, encontró su vocación por casualidad y convirtió la ciencia en un acto de libertad, amor y rebeldía. Hoy, con motivo de su fallecimiento, la Universidad Veracruzana (UV) brinda un homenaje y reconoce su legado científico, académico y humano que perdurará por siempre.

Su calidez, alegría y amor por la vida fueron virtudes que la caracterizaron, así como la pasión hacia su vocación, su afán por impulsar la incursión de las mujeres al ámbito científico y por despertar el interés de las infancias a través de la divulgación de la ciencia.

En junio pasado visitó esta casa de estudios para ofrecer una conferencia que tituló «Astronomía Mesoamericana», realizada en el Museo de Antropología (MAX), un encuentro donde la investigadora habló sobre lo que la deslumbró de las culturas ancestrales. En el marco de ese evento, también concedió una entrevista, que hoy compartimos.

“La ciencia vive, se siente y se comparte”

Julieta Norma Fierro Grossman descubrió su vocación casi por error, un cartel mal colocado que anunciaba “Carrera de Astronomía” cambió el rumbo de su vida. Siempre estuvo convencida que la ciencia se vive, se siente y se comparte.

Física, astrónoma, divulgadora científica y una de las voces más entrañables, Fierro hizo de la divulgación un acto de amor y rebeldía.

Recordó que en su casa abundaban los libros y, aunque padecía dislexia, las imágenes de galaxias y rocas despertaron en ella una curiosidad profunda. Si bien su camino no fue sencillo -al perder a su madre a los 13 años y quedar al cuidado de sus dos hermanos-, Julieta optó por rebelarse ante el rol de cuidadora que se esperaba de ella. Fue su hermana quien le sugirió estudiar física.

“Mi papá quería que nos quedáramos a cuidar a los niños, pero nos rebelamos. Yo quería ser matemática, pero mi hermana que era la grande dijo: ¡No, mejor estudia física, así podemos irnos de la casa, puedes estudiar y trabajar!”

“Le hice caso y me metí a física que no me gustaba en ese momento, ahora sé que es la manera elegante y extraordinaria de entender a la naturaleza”.

Sus recuerdos de los libros ilustrados y el letrero equivocado la hicieron decidirse. Comenzó tomando sólo dos materias, una con Manuel Peimbert -figura clave en la astronomía mexicana- y otra con Eduardo Schmitter, un profesor excéntrico y brillante que tenía tarántulas sueltas en su oficina. Ambos la enamoraron de la astronomía.

Fue justo en ese momento cuando su carrera como divulgadora comenzó. En esa época, Peimbert la exhortó a ser su asistente de investigación, y una invitación a su maestro a un programa de televisión fue el hecho que definió su vocación.

“A Manuel lo invitaron a la tele, al canal 11, era el crimen perfecto, nadie lo veía, fui y hasta la fecha me siguen invitando. Después, lo invitaron a dar una conferencia. Me dijo: ¡Ve tú!

Fierro consideraba esencial hacer que la ciencia fuera divertida y que las y los estudiantes pudieran vincular sus intereses con el conocimiento.


Fierro consideraba esencial hacer que la ciencia fuera divertida y que las y los estudiantes pudieran vincular sus intereses con el conocimiento

“Me fue bien, me siguen invitando, después le dijeron que escribiera un artículo, lo mismo, me dijo: ¡Escríbelo tú!”

Fierro contó que su camino en la divulgación se dio de forma natural. “Manuel quería que fuera investigadora como él, pero yo me fui por el camino del mal”, compartió entre risas la autora de más de 40 libros y exdirectora de Divulgación de la Ciencia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Sobre la enseñanza de la ciencia, fue contundente en la idea de que debe vivirse y sentirse, alejándose del aprendizaje memorístico. “En primer lugar habría que enseñarles ciencia a los docentes. En segundo, enseñarles cómo enseñar ciencia, de ninguna forma de manera memorística. Y, en tercer lugar, cambiar los programas de estudio para que los temas que se enseñen sean experimentos sencillos, fáciles de hacer”.

A partir de una pregunta sobre cuántas veces se usan las fracciones o si alguna vez se ha visto un meteorito, la autora logró demostrar de forma muy sencilla que la ciencia, cuando se vive, no se olvida. Por eso, creía importante que los y las estudiantes puedan vincular lo que les interesa de verdad con el conocimiento, y no que se les obligue solo a memorizar.

“Es una tortura. Las multiplicaciones… ¿cuándo has usado la multiplicación del 13, del 17? Jamás. Pero ¿qué tal si la maestra lleva un dulce y lo multiplica por dos? Entonces le verían sentido. Si les enseñáramos a los niños lo que les hace sentido, a los de secundaria ¿por qué ya no soporto a mi mamá?, ¿por qué ya no soporto al niñito de al lado?, ¿por qué me salen barros? Eso sí les interesaría, pero no la tabla periódica de los elementos de memoria. ¿Cuántas veces la has usado? Ni yo me la sé, ¡e hice investigación en evolución química del Universo!”

Además, consideró fundamental que haya diversidad en las formas de enseñar. “Que la ciencia no sea memorística, que sea algo que les interese a los niños, así la van a disfrutar y la van a gozar. Cada niño es diferente y cada docente también. Se necesita una gama amplia de métodos para que cada quien encuentre su manera de aprender”.

Sobre experiencias emotivas o su proyecto de divulgación más querido, sin dudar, respondió que los museos. Narró cómo durante la creación de Universum, montó una cama de clavos con materiales adquiridos directamente de una ferretería y la llevó al metro de la Ciudad de México.

“Pesaba muchísimo. Tuvo que ser seccionada para poder cargarla. Llevé globos, iba pasando la gente y le decía truénelo, y pues sí se tronaba. Después decía acuéstese ahí y claro, se distribuye la presión entre los clavos y te puedes acostar tranquilamente”.

Fierro contó como un día pasó una señora “con su bolsa de mandado y un mandil con encajitos y cuadritos” y le ofreció cuidarle las bolsas para que pudiera acercarse al experimento. Le explicó en qué consistía y la observó acostarse, agarrar sus cosas e irse.

“Al día siguiente llegó con sus niños y ella les explicó cómo hacerlo y eso fue para mí maravilloso porque es lo que quiero, porque a esa mujer le gustó, entendió la ciencia y la quiso compartir con sus niños ¿te imaginas qué maravilla? Es el tipo de experiencias que a mí me gustan, estar con la gente y que digan: ¡wow!”.

Julieta Fierro es un referente en la integración de niñas y mujeres a la ciencia. Sin embargo, reconoció que con el tiempo entendió que el problema es estructural. “Para ser científico tienes que hacer una licenciatura, un posgrado, una estancia posdoctoral, conciliar un puesto de trabajo ¿y cuándo vas a tener los niños?

La autora afirmaba que hacían falta más mujeres en la ciencia “porque hay realidades que sólo nosotras entendemos”
La autora afirmaba que hacían falta más mujeres en la ciencia “porque hay realidades que sólo nosotras entendemos”

Ya no hay escuelas de tiempo completo, ya no hay guarderías en las universidades, ni en los bachilleratos, ni en los centros de investigación ¿Se prolongan las becas de posgrado para las mujeres? No. Cuando tienen que decidir si son científicas o son mamás, pues muchas veces prefieren ser mamás”.

Aseguró que hacen falta más mujeres en la ciencia porque hay realidades que sólo nosotras entendemos, desde los cólicos menstruales hasta la menopausia o incluso el diseño arquitectónico de espacios hechos para mujeres. “No hay investigación para evitar que suframos”, lamentó.

Categorías: Ciencia, Cultura, General, Principales

Etiquetas: Astronomía Mesoamericana, Divulgación de la Ciencia, Eduardo Schmitter, Julieta Norma Fierro Grossman, Manuel Peimbert, MAX, Museo de Antropología, Nuria Martínez Cabrera, Rodolfo de Jesús Pérez Carmona, UNAM, Universidad Nacional Autónoma de México

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