14.12.2025 Santiago de Chile. José Antonio Kast, referente de la derecha más dura en el país, ganó las elecciones presidenciales de Chile con una ventaja amplia sobre la candidata oficialista Jeannette Jara, de acuerdo con los resultados oficiales divulgados por el Servicio Electoral. Con más del 57 por ciento de los votos escrutados, Kast se impuso por casi veinte puntos, en una jornada marcada por una participación histórica derivada del voto obligatorio y por un clima de descontento hacia la administración del presidente Gabriel Boric.
El triunfo de Kast representa un giro significativo en el escenario político chileno. Su candidatura, identificada con posiciones ultraconservadoras y con una reivindicación parcial del legado de Augusto Pinochet, logró capitalizar el malestar acumulado en distintos sectores sociales tras años de tensiones institucionales, frustraciones económicas y un proceso constituyente fallido. La campaña del candidato se centró en un discurso de orden, seguridad y reducción del tamaño del Estado, en contraste con la propuesta de continuidad del oficialismo. La diferencia de votos confirma que una parte considerable del electorado optó por una alternativa que promete un quiebre con la agenda progresista impulsada en los últimos años.
El proceso que condujo a esta decisión ciudadana se desarrolló en un contexto de desgaste político generalizado. La administración de Boric enfrentó dificultades para consolidar reformas estructurales, mientras la inseguridad, el aumento del costo de vida y la percepción de ineficacia estatal se convirtieron en temas centrales del debate público. La oposición, encabezada por Kast, supo canalizar ese descontento con una narrativa que vinculó los problemas cotidianos con la necesidad de un liderazgo fuerte y de un giro hacia políticas más restrictivas en materia migratoria, penal y económica. La obligatoriedad del voto, restablecida en Chile, amplió la base de participación y permitió que sectores tradicionalmente abstencionistas incidieran en el resultado final, lo que reforzó la magnitud de la ventaja obtenida por el candidato de derecha.
La victoria de Kast abre un escenario de profundas implicaciones para Chile. Su llegada al poder anticipa un reordenamiento de prioridades en materia de seguridad pública, un endurecimiento de la política migratoria y una revisión de programas sociales implementados en los últimos años. También plantea interrogantes sobre la relación del nuevo gobierno con los movimientos sociales que protagonizaron las protestas de 2019, así como sobre el futuro del debate constitucional, que ha atravesado dos procesos fallidos. En el plano internacional, su triunfo podría modificar el posicionamiento de Chile en la región, alejándolo de los gobiernos progresistas y acercándolo a alianzas conservadoras.
La candidata derrotada, Jeannette Jara, reconoció el resultado y se comunicó con Kast para desearle éxito en su gestión, subrayando que lo hacía por el bien del país. El gesto confirmó la rápida aceptación del desenlace electoral y abrió paso a un proceso de transición que se anticipa complejo, dadas las diferencias programáticas entre ambos bloques.
Con el resultado confirmado, Chile inicia una nueva etapa política marcada por el ascenso de un liderazgo que, por primera vez desde el retorno a la democracia, se sitúa abiertamente en la ultraderecha. El desafío inmediato para Kast será traducir su victoria electoral en gobernabilidad, en un país que mantiene profundas fracturas sociales y un sistema institucional que exige acuerdos amplios para avanzar en reformas de largo alcance.












