“Killing me softly”

*Hiel y Miel.

/ Tere Vale /

México y Canadá han evitado —por ahora— el golpe de los aranceles generalizados, también el coscorrón de los aranceles recíprocos, pero no han logrado eludir el mega-trancazo de los aranceles del 25% a los coches parcialmente producidos en estas naciones o los aranceles al acero y aluminio o hasta a la cerveza de la que México es el primer exportador a EUA.

En este 2025 priva la ley del más fuerte y háganle como quieran: solo la palabra del inquilino de la Casa Blanca es la que importa.

Seguramente la peor parte se la llevaron los países asiáticos, entre ellos China, el enemigo favorito de Trump, con aranceles que van hasta el 54% pasando por el 49% a Camboya o Vietnam con un 46%.

Sí, el pasado 2 de abril no nos fue tan mal, desde luego nos podría haber ido peor pero la incertidumbre y la volatilidad continúan y el desaparecido Poder Judicial hará más falta que nunca para intentar salir de esta tragedia. Estamos inmersos en un peligroso juego de mátame, pero nomás tantito y mejor paso a pasito.

El mundo está sorprendido, entre enojado y temeroso, pero aprestándose sea como sea para la batalla. La economía mundial se tambalea y comienza, en mayor o menor magnitud, una temible guerra comercial de consecuencias inimaginables.

Muchos analistas han recordado como la gran depresión de 1930, que afectó prácticamente a todas las naciones del mundo, se originó después del famoso lunes negro de octubre de 1929, por un colapso del comercio mundial.

Esto es, el volumen de los intercambios comerciales en todo el planeta se redujo casi en un 50% o sea el equivalente a entre 4 y 5% del PIB mundial; aumentaron las bancarrotas de grandes empresas; se elevaron los precios de bienes y servicios y subió significativamente el desempleo. Por supuesto, en esos años aumentó la pobreza en todo el mundo. Se parece bastante a lo que podemos imaginar que suceda a partir de la actual crisis proteccionista trumpiana. Ojalá y nos equivoquemos, pero la mayoría de los analistas está de acuerdo en que todos sufriremos por la difícil situación económica que vamos a enfrentar un buen número de países afectados por este aumento.

Todo puede empeorar, las amenazas de la administración Trump están presentes y a muchos países no les queda —¿o no nos queda? — más que callar y obedecer, eso sí con la cabeza bien fría. Entre otras, una espada de Damocles: el secretario del Tesoro de los EUA advirtió que una reacción precipitada ante estos impuestos por parte de los países afectados sería considerada como “imprudente” ¡Uy!

La gran pregunta en el aire es ¿cuál es la mejor estrategia para lidiar con estos liderazgos autoritarios capaces de todo para mostrar su poder y control? En juego está la seguridad de nuestro país, la vida de miles y miles de migrantes extranjeros y mexicanos, y la supervivencia de millones de mexicanos. Destruir es muy fácil, recientemente lo hemos comprobado, lo difícil es construir, con libertades y con respeto al otro para seguir adelante. Me niego al “killing me softly” de la gran Roberta Flack. Digo.