La Abogacía.

  • Alguien como tú.

/ Gladys Pérez Maldonado /

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay aproximadamente 442 mil personas dedicadas a la Abogacía, de las cuales 40% son mujeres.

A través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo se reveló que la edad promedio de los abogados y abogadas, en el caso de las mujeres es de 39.5 años y de hombres 42.2.

En tanto, en los años de escolaridad por género las mujeres tienen 16.2 años en promedio y los hombres 16.6 años.

El sitio Data México indica que al cierre del cuarto trimestre de 2020 las entidades con más abogados eran Ciudad de México con 106 mil, Estado de México con 42 mil 200 y Jalisco con 36 mil 700.

La Abogacía como profesión, cumple una función social al servicio del Derecho y la Justicia, siendo su objetivo esencial la convivencia social de las personas como fuente de paz, libertad, progreso y bienestar general y cuya acción no se limita al solo éxito de la causa que patrocina o de la función que cumple en el órgano jurisdiccional o en una entidad pública o privada.

Ejercer la Abogacía implica cumplir deberes con la sociedad, con las y los colegas y consigo mismo, que si bien interesan a la propia dignidad y honorabilidad, influyen de manera directa en el prestigio de esta noble profesión.

La Abogacía requiere un profundo conocimiento de la jurisprudencia, las leyes y el procedimiento de los tribunales, que se fundamentan en una tradición común de dignidad y de honor en la conducta del profesional de las leyes, en la libertad de su ejercicio profesional y en un acentuado sentido de responsabilidad ante la sociedad, los clientes y los órganos jurisdiccionales.

Las y los abogados son parte esencial de la defensa del orden democrático y el Estado de Derecho a través de su participación en el sistema jurídico del país. Por ello, debe respetar la función de la autoridad y ejercer el Derecho, cualquiera que fuere el ámbito en que se desempeñe, con sujeción a los principios de lealtad, probidad, veracidad, honradez y buena fe.

La persona que se dedica al ejercicio de la Abogacía, además, debe conducirse con honor y con honra, términos que se confunden y usan indistintamente.

El diccionario de la Real Academia Española define al honor como una cualidad moral, que lleva al cumplimiento de los propios deberes  respecto del prójimo y de uno mismo. Por otro lado, define a la honra como estima y respeto de la dignidad propia, buena opinión y fama adquiridas por la virtud y el mérito.

No tienen honor aquellas personas quienes aparentan virtudes o méritos que no poseen, las que faltan a su palabra o a sus compromisos, quienes agravian u ofenden a su prójimo, las que mienten, las que son manipuladas para actuar en contra de otras y lesionan sus derechos legítimos  o les perjudican deliberadamente. Pierden la honra aquellas que cometen faltan, errores o delitos que llevan al menoscabo del aprecio y la estima de las demás personas. (Fuente: www.smu.org.uy “El Honor y la Honra”)

Luiso Anneo Séneca, filósofo romano, afirmaba: “Quien pierde el honor, ya no puede perder más.”.

El Día de la Abogacía llega a una celebración 2024, en tiempos donde se encuentra cuestionada la división de poderes, la democracia y el Estado de derecho,  aunado a que enfrentamos una inminente reforma Constitucional al Poder Judicial de la Federación, que entre otros temas pretende desintegrar la estructura actual de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de los Tribunales Colegiados de Circuito y de los Juzgados de Distrito, proponiendo que los titulares de estos órganos jurisdiccionales sean electos por la ciudadanía mediante el voto popular; así también, la instalación de un Tribunal de Disciplina Constitucional y la creación de un órgano de Administración, estos últimos sustituirían al actual Consejo de la Judicatura Federal.

Al respecto se están llevando a cabo diversos foros titulados Diálogos Nacionales para la Reforma del Poder Judicial, en diversas sedes de las entidades federativas, organizados por la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión quienes se encargarán de discutir y en su caso aprobar la mencionada reforma, la cual una vez aprobada a nivel federal, se contarán con 180 días para armonizar las Constituciones locales y en el mismo sentido reestructurar los Poderes Judiciales de los Estados, de ahí la importancia de recabar la opinión de la academia, de las personas juzgadoras y de la sociedad civil a lo largo y ancho de nuestro país.

Esta reforma al Poder Judicial es magna y ambiciosa en su trascendencia, es dar borrón y cuenta nueva a la estructura de uno de los tres poderes del Estado Mexicano, nos corresponde a los que ejercemos esta loable profesión, pugnar desde nuestras trincheras por el  respeto a  la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a los derechos humanos y reinvindicar la legalidad de los actos de las Instituciones. Unida la Abogacía por una misma causa, debemos enaltecer nuestra vocación y honrar el compromiso con la Justicia…