SERPIENTES Y ESCALERAS.
Salvador García Soto.
El Presidente cree que “hubo mucha simulación” en el trabajo de García Hernández
Esta semana el gabinete del presidente López Obrador sufrió dos cambios importantes con la salida de Irma Eréndira Sandoval el lunes pasado y, tres días después, el jueves 24, la sorpresiva renuncia de Gabriel García Hernández.
De los dos movimientos, el que más sacudió al Presidente y a la 4T fue sin duda el del Coordinador de Programas Federales de la Presidencia de la República; porque mientras la baja de Irma Eréndira ya estaba decidida desde hace un par de meses, por las traiciones que le achacaron en Guerrero, la caída de Gabriel fue una decisión dolorosa para López Obrador.
Si en las religiones consideradas “abrahámicas” como el judaísmo, el cristianismo y hasta el Islam, el nombre de Gabriel se le da a un arcángel que es considerado “el mensajero de Dios” para hablar con algunas personas, en el gobierno de López Obrador y en su proyecto político, García Hernández fue durante muchos años un auténtico “arcángel” que se encargaba de bajar y aterrizar a las bases sociales y a las distintas campañas presidenciales del político tabasqueño la operación lo mismo electoral que financiera y política.
De ese tamaño era la cercanía y confianza que el hoy Presidente depositó por más de una década en el ahora excoordinador de sus Programas en los estados de la República y jefe de los 32 súper delegados y de los “Servidores de la Nación”, que son la estructura territorial y operativa de la llamada 4T.
La salida de Gabriel García Hernández del cargo y el despacho estratégico que ocupaba en Palacio Nacional se debió básicamente a dos temas: los resultados electorales negativos para Morena en el Valle de México, particularmente en la Ciudad de México y la entidad mexiquense, y las derrotas contundentes que sufrió el lopezobradorismo en las principales capitales y municipios urbanos.
La molestia del Presidente con esos resultados ha sido tal, que no sólo lleva ya tres semanas hablando del tema y cuestionando a los votantes de la clase media que le dieron la espalda, sino que, en sus cavilaciones y dificultades para digerir esos resultados, el Presidente llegó a la sospecha de que “hubo mucha simulación” en el trabajo de sus operadores territoriales en estos comicios.
Porque la elección del 6 de junio tuvo dos lecturas muy concretas para la 4T: un avance mayúsculo a nivel de gubernaturas y congresos locales, pero un retroceso y derrota en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México y en las grandes ciudades del país.
Para explicar esa dualidad en las votaciones, los asesores del Presidente primero quisieron explicar que era “culpa del partido”, que Morena no existía en las grandes ciudades. Pero esa teoría se estrelló con una aceptación realista de que Morena solo es el membrete oficial para postular candidatos pero que “los pies y el cuerpo del proyecto son los programas sociales del gobierno federal”, y que donde no ganó el partido oficial fue porque esos pies no caminaron.
Por eso se llegó a la conclusión de que “hubo mucha simulación” en la operación de los programas sociales a cargo de Gabriel García Hernández y de las dos estructuras que controlaba: los 32 superdelegados federales en los estados y los “Servidores de la Nación”.
El jueves 24 de junio hubo una reunión en Palacio Nacional con los 32 delegados estatales y ahí el Presidente les reclamó: “Están haciendo politiquería, que ya traían proyectos políticos personales, y que no estaban haciendo una adecuada promoción ni trabajo político en favor del movimiento”.
Según versiones de algunos de los asistentes a ese encuentro, ahí mismo les anunció que habría cambios y movimientos en la estructura de la Coordinación de Programas Federales.
Y ese mismo jueves vino el primer cambio con la dimisión del coordinador Gabriel García y la confirmación de la remoción de Cristina Ruiz como delegada de la CDMX y en su lugar el nombramiento de Estefany González. Hoy se sabe que también están en capilla los delegados federales del Estado de México, Nuevo León y San Luis Potosí, que serán removidos en los próximos días.
EL DESORDEN DE LOS PROGRAMAS SOCIALES SIN PADRÓN
La derrota electoral de Morena en las grandes zonas urbanas fue la causa “superviniente” de la renuncia de Gabriel García. Porque antes ya había habido algunos antecedentes, por ejemplo, el tema de los cajeros del Bienestar, que era un proyecto prioritario para el Presidente, que se vio afectado y frenado por la incursión de empresarios como Carlos Cabal Peniche y Alejandro del Valle, que fueron invitados por García Hernández.
Pero lo que más molestó al Presidente, fue que su hombre y operador de confianza nunca pudo concretar siquiera un padrón completo, confiable y auditable de beneficiarios de los programas sociales de su gobierno.
Hubo también una buena cantidad de auditorías no solventadas a los programas presidenciales, que se reflejaron en irregularidades, desorden administrativo y hasta corrupción en algunos programas de apoyo social, de acuerdo con reportes de los Órganos Internos de Control, que dependen de la Secretaría de la Función Pública y cuyos titulares en varias dependencias federales ya se habían quejado de que los superdelegados no les daban información ni reportes para poder auditar el desempeño y la correcta aplicación de los apoyos sociales que entrega el gobierno federal.
Todo eso se fue acumulando y llegaron las elecciones y todo eso reventó: la derrota de Morena en CDMX, Valle de México y municipios urbanos importantes en toda la República. Se perdieron capitales estatales importantes que ya gobernaba el partido del Presidente.
Eso se reflejó en la decisión del presidente de mandar a Gabriel, a pesar de la cercanía que le tiene, de regreso a ocupar su escaño en el Senado, para nombrar en su lugar a Carlos Torres, quien era hasta ahora su secretario Técnico y quien tiene el encargo directo de “ordenar, auditar y revisar” todos los programas y apoyos que entrega el gobierno de la 4T.
Así, el “arcángel” Gabriel cayó del pedestal en el que estuvo desde el inicio de este gobierno y fue expulsado del paraíso del Palacio Nacional cuando el Presidente se dio cuenta de que su mensajero, a quién le había confiado su ejército y estructura política y electoral en todo el territorio nacional le había fallado y se había dedicado no sólo a simular, sino que había sido incapaz de poner orden en los programas sociales federales que hoy le cuestan al gobierno y a todos los mexicanos 303,982.9 miles de millones de pesos. Y con toda esa inversión estratosférica y creciente, ni siquiera hay un padrón que nos diga a quién se le entregan esos recursos públicos.
NOTAS INDISCRETAS…
En su afán por defenderse hasta con las uñas y evitar ser procesado por la justicia federal, el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca se mandó a hacer un doble blindaje: el jurídico, que se lo hizo la mayoría panista en el Congreso local modificando la Constitución del Estado de Tamaulipas, y el blindaje político, anunciando, en lo que todos interpretaron como un destape que su polémico Secretario de Gobierno, César Verástegui “El Truco”, será noticia porque “pronto van a escuchar hablar de él”.
El comentario público de Cabeza solo dejó dos dudas: la primera, si lo está destapando como candidato a gobernador del PAN para los comicios de 2022 o si lo está anticipando como un posible gobernador sustituto, en caso de que termine siendo detenido o procesado por la Fiscalía General de la República.
Y la segunda duda que deja el gobernador, es si sabrá que, como él, Verástegui también tiene expedientes y asuntos abiertos en la FGR. Fuentes de la Fiscalía nos confirman que “El Truco” tiene un sendo expediente de irregularidades en las que lo acusan, entre muchas otras linduras, de haber desviado el cauce de un río, el Guayalejo, para que pasara por su rancho en la región de Mante, algo que es un delito federal.
También hay un expediente de empresas vinculadas al actual secretario de Gobierno de Tamaulipas que durante años han acaparado permisos de explotación de agua de la Conagua, en la zona cañera de Mante-Xicotencátl y que, de manera ilegal, se dedican a venderles el vital líquido a los productores cañeros de esa zona.
Pero además, las fuentes, afirman que la familia Verástegui tuvo “estrechos vínculos”, tanto César como su hermano Vicente Verástegui, con Pancho Carreón, el jefe de Plaza de los Zetas en Tamaulipas, además de acuerdos y pactos que hizo con la columna armada “Pedro J. Méndez”, los cuales controlan 7 municipios del centro del estado tamaulipeco: Hidalgo, Mainero, San Carlos, Villagrán, Padilla entre otros.
De todo eso, nos dicen las fuentes, tiene documentado la Fiscalía General de la República sobre el hombre fuerte del gobernador de Tamaulipas. ¿A eso se referiría Cabeza cuando dijo que pronto “escucharán hablar de él”?…
Después de 26 años de vivir o más bien de sufrir bajo el cacicazgo charril de Carlos Romero Deschamps al frente del Sindicato Petrolero, más de 92 mil 600 agremiados de las 36 secciones y los 470 centros de trabajo de Pemex se alistan para elegir a su nuevo secretario general, al amparo de la promesa del presidente Andrés Manuel López Obrador de que participarán en una elección limpia y libre.
Sin embargo, desde la sombra de la jubilación, Romero Deschamps no quiere dar su brazo a torcer dentro del poderoso sindicato, pues en la elección interna participará a través de dos de sus discípulos: César Pecero Lozano, de la Sección 48, y Miguel Arturo Flores Contreras, de la Sección 1, a quienes la base petrolera los identifica como los caballos de Troya romerista.
Ambos disputarán el nuevo liderazgo con Fred Navarro, de la Sección 35, quien ha logrado aglutinar el apoyo de los petroleros que durante más de dos décadas y media sintieron que la cúpula sindical les pisoteó sus derechos. Navarro es producto de una disidencia que ha enfrentado al cacicazgo de la élite formada por Romero Deschamps, por lo cual es bien visto por algunos grupos al interior de la 4T que lo perciben afín a su estilo e ideología.
La convocatoria para la elección sindical está próxima a emitirse y caerá el telón para conocer el resultado de este nuevo choque de trenes en el que tendrá que definirse si prevalecerá el poder de los líderes charros, con un líder electo por votación pero cercano a Romero Deschamps, o si surgirá un nuevo liderazgo producto de un ejercicio democrático, libre y transparente como lo ordena la Reforma Laboral y lo promete el propio López Obrador. Veremos…Los dados cierran con Escalera doble. Buena la semana.