La calle es nuestra…

La Fiesta del Té

Brisa Gómez

Imagina que sales a la calle para ir a clase, trabajar, hacer compras, tener una reunión y luego una cena, caminas por las calles a tus destinos cercanos, usas el transporte público en los tramos que son más largos y vas todo el tiempo con tu bolsa al hombro, traes dentro el teléfono, la cartera, y las cosas que necesitas para tu día cotidiano.

Eso es un día normal para cualquier niña, adolescente, mujer joven, anciana…pero pongámosle los sonidos que acompañan esos trayectos y se puede oír frases como “mamacita”, “¿a dónde vas?”, “señora, siéntese”, “pásale mamacita”, “en tu casa estarías mejor” y otras más que no mencionaré por aguantar.

A esos sonidos agreguemos las imágenes que le dan contexto a los pasos de las mujeres en las calles, encontramos miradas lascivas de hombres que ven las nalgas, los senos, las piernas, vamos, los cuerpos de las mujeres, incluso de las niñas.

Hasta podríamos agregar los detalles de cuando los hombres llegan a superar la barrera del espacio personal y se atreven a nalguear o manosear a las mujeres, sólo por el hecho de salir a la calle.

Esta es la realidad de todas las mujeres en las calles, sólo por salir, sin importar el destino, la actividad, la edad, nada, porque tradicionalmente las calles han sido espacios masculinos.

Las calles oscuras, los rincones, los puntos ciegos, los andadores sin iluminación, los parques sin vigilancia, los arbustos crecidos, los cubos de zaguanes que sirven de guarida para los agresores, son espacios creados sin perspectiva de género.

La académica, Harmida Rubio, es una urbanista con perspectiva de género que ha hablado de esto y ha hecho estudios muy específicos con sus estudiantes para realizar proyectos de rescate en las zonas que pueden ser vistas como de riesgo para el paso de las mujeres.

Esos sin duda son proyectos brillantes, cuya implementación es de altísimo valor para la el empoderamiento de las mujeres, sin embargo aún falta camino por andar.

Ese camino por andar es el cambio de mentalidad en la sociedad, pues urge generar conciencia de que las calles no son espacios masculinos, sino espacios y punto, sitios por los que cualquier persona, sin importar su edad, sexo, género, estado de salud, condición física puede transitar sin sufrir ningún tipo de agresión.

Hace unos días, una diputada hizo evidente esta mentalidad, haciendo ver que la postura es “las mujeres a su casa”, sin darse cuenta de que con esto avalaba el discurso machista que condena a las mujeres que salen a la calle.

Además evidenció la mentalidad que considera que los hogares son sitios seguros para las mujeres, cuando ha quedado probado que esto no es así, pues muchas veces es el sitio donde sufren maltrato de parte de sus parejas, o familiares.

Existe la necesidad de cambiar las políticas públicas en torno a la percepción de los espacios, garantizar verdaderamente la vida libre de violencia para las mujeres y garantizar que cualquier niña, adolescente, mujer joven, adulta o anciana puede transitar por las calles sin sufrir agresiones.

Porque aquí tod@s estamos loc@s

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