13.11.2025 Xalapa, Ver.- La madrugada del 13 de noviembre, integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) irrumpieron en el Zócalo capitalino, pretendiendo “derribar” vallas metálicas para instalar un plantón frente a Palacio Nacional, lo que no lograron.
La acción marcó el inicio de un paro nacional de 48 horas convocado por la organización magisterial, que también movilizó contingentes hacia San Lázaro, donde se prevé la instalación de un segundo campamento en demanda de la abrogación de reformas educativas y laborales que consideran lesivas para el magisterio..
La jornada de protesta convocada por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)
culminó con la instalación de un plantón frente a la Cámara de Diputado. El contingente marchó desde el Zócalo capitalino como parte de su “paro nacional” por dos días justo cuando la juventud mexicana va a marcha este 15 de noviembre en contra de la violencia y la inseguridad.
Contrario a versiones que circularon en redes sociales, no se derribaron vallas ni se ocupó Palacio Nacional. Maestras y maestros intentaron acercarse a Palacio antes de la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum, pero fueron “contenidos” por cuerpos de seguridad, mientras arengaban desmañanados consignas.
Aunque la CNTE argumenta que sus demandas no han sido atendidas, su irrupción ha generado críticas por coincidir , como en otras ocasiones, con un momento de creciente movilización ciudadana contra el gobierno federal por temas como la inseguridad, la violencia, las extorsiones, la corrupción, los feminicidios y la crisis de personas desaparecidas.
Durante su conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum cuestionó abiertamente la protesta. “¿Qué necesidad había?”, expresó, aludiendo a la existencia de mesas de diálogo abiertas con el magisterio. La mandataria aseguró que su administración ha mantenido una política de respaldo al sector educativo, con aumentos salariales y programas de apoyo tanto a docentes como a estudiantes.
“No se entiende esta postura”, insistió, sugiriendo que la movilización no responde a una falta de atención gubernamental, sino a otros intereses, tal como lo señaló en la ocasión anterior, donde trascendió que les dieron millones para que se retiraran .
La CNTE, por su parte, sostiene que el gobierno ha incumplido compromisos adquiridos en años anteriores. Entre sus principales exigencias se encuentran la abrogación total de la reforma educativa de 2019, la reinstalación de docentes cesados, la basificación de trabajadores eventuales y un aumento salarial que compense la pérdida del poder adquisitivo. También demandan mayor presupuesto para infraestructura escolar y respeto a los derechos laborales de los trabajadores de la educación.
Sin embargo, el contexto político y social en el que se da esta movilización ha despertado sospechas sobre el verdadero papel de la CNTE.
En redes sociales y espacios de opinión pública, diversos sectores han señalado que la Coordinadora suele aparecer en momentos clave para desactivar o diluir protestas ciudadanas más amplias.
En esta ocasión, su irrupción coincide con una creciente indignación social por el asesinato de Carlos Manzo y figuras políticas valientes que enfrentan al crimen organizado y son masacradas ante las omisiones de los gobiernos en sus denuncias por las extorsiones a que es sometida la población mexicana.
Igualmente alzan las voces y salen a las calles por el nuevo repunte en la violencia de género contra mujeres y niñas, muchas de ellas “levantadas”, explotadas y asesinadas por la leva impune de organizaciones criminales contra las y los jóvenes; así como el aumento de desapariciones forzadas y la falta de resultados en materia de seguridad pública pese a lo que -denuncian- son cifras alegres oficialistas.
Para algunos analistas, la CNTE actúa como un grupo de choque funcional al oficialismo, al ocupar el espacio público y desviar la atención mediática de las demandas de víctimas y colectivos ciudadanos.
La falta de legitimidad de la CNTE también se alimenta de su historial de prácticas corporativas, bloqueos prolongados y negociaciones opacas con el poder. Aunque su lucha por los derechos laborales es legítima, su estrategia confrontativa y su aparente alineación táctica con el gobierno actual han erosionado su credibilidad ante amplios sectores de la sociedad.
La protesta de este 13 de noviembre, más que un episodio aislado, se inscribe en una disputa más profunda por el espacio público y el sentido de la protesta social en México. Mientras miles de ciudadanos exigen justicia por los feminicidios, la corrupción y la impunidad, la presencia de la CNTE en el Zócalo plantea una pregunta incómoda: ¿a quién sirve realmente esta movilización? La respuesta, como el plantón, sigue abierta.












