La columna feminista .

Tribuna Oberta .

Mar Vicent

Salió la palabreja – feminista- y más de uno habrá arrugado la nariz con gesto casi inapreciable, o se habrá encogido de hombros despectivo, o simplemente dejará de leer porque en su abanico de intereses sociales no aparece el feminismo, que como todo el mundo sabe, es un asunto de hembras resabiadas, algo anticuadas y con dificultades para el autocontrol.

Sin embargo esta opinión, esta columna, va a ser feminista. Orgullosamente feminista. Felizmente feminista. Sabiamente (o por lo menos lo va a intentar) feminista.

Y eso no quiere decir que vaya a enjuiciar en plan talibán todo suceso o declaración, ni que su secreta intención sea la conspiración para conseguir un mundo dominado por las mujeres en plan amazonas, que esclavizarán despóticamente a los hombres y a quienes no piensen como ellas.

Quien así piense, hágaselo ver y póngase al día en esta materia porque las feministas de hoy en día, muchas y muchos más de las que así se definen, somos gente muy diversa que entendemos el feminismo como una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente como ya adelantó Simón de Beauvoir.

No pedimos favores, exigimos derechos pero somos, sin duda alguna, gente pacífica porque la nuestra es una causa, una revolución, que nunca ha causado un muerto. Somos gregarias, trabajamos en equipo y formamos grupos y asociaciones en cualquier sitio por pequeño que sea, porque aún siendo las mujeres tan diversas reconocemos lo que tenemos en común en cuanto nos lo proponemos y somos capaces de superponerlo a lo que nos separa. Opinamos sobre lo divino y lo humano, con nuestras gafas violetas(o lentillas) puestas, es decir, con la perspectiva que nos da la situación que ocupamos en el mundo y en la vida. Y así analizamos también la realidad y descubrimos temas que para otros pasan desapercibidos y a nosotras nos interesan, nos apasionan y nos motivan. Por ejemplo, el hecho de que en Haití se asignaran los recursos de supervivencia a las mujeres, verdaderas garantes del cuidado de los indefensos. O que la nueva Barbie venga vestida de ingeniera informática a petición popular. O que las mujeres inmigrantes se hayan convertido en el escenario de la crisis en el sostén de sus familias. O que haya agencias de publicidad que promuevan anuncios dignos de siglos pasados. Hay realidades que no toleramos sin ningún tipo de contemplación: la violencia contra las mujeres ejercida por quienes dijeron quererlas o la ablación que mutila a 6000 mujeres al día en este planeta. También poseemos un sentido del humor considerable a diferencia de otros movimientos que han perdido totalmente la capacidad de reírse de ellos mismos y de los demás. Nosotras, en cambio, hemos descubierto que la risa es una forma de vencer al adversario, a ése que directamente nos quiere machacar, sin contemplaciones, pero también a ése que parece apoyarnos en la forma, pero nos traiciona en el fondo

Podría decirse que quienes nos sentimos feministas partimos del convencimiento junto con García Márquez, de que este siglo será de las mujeres o no será, lo cual no es una amenaza para nadie, sino una garantía tranquilizadora de futuro para todas las personas.

MAR VICENT
XATABEA, Organización por la igualdad y contra la violencia de género