*Sin tacto
/ Por Sergio González Levet /
Ayer decía en este espacio que la concordancia es un elemento sustancial para la buena relación entre las personas y traté de irme por vericuetos que me condujeran a la conclusión de que la falta de acuerdos entre los seres humanos es lo que nos tiene enfrentados en problemas personales, en pleitos grupales, en guerras.
Nos peleamos con nuestros semejantes porque no logramos negociar convenientemente y empatar nuestros intereses con los de los vecinos (y por su parte los vecinos tampoco empatan con nosotros).
Habla el lingüista que subyace en mí cuando digo que la falta de concordancia es tal en nuestros tiempos que la estamos olvidando hasta en los más mínimos detalles… como la concordancia en la gramática.
Dice la regla que en una oración, el núcleo del sujeto y el núcleo del predicado deben concordar en un accidente gramatical: el número. En cristiano, de lo que se trata es que si el sujeto es singular, el verbo principal debe ir en singular, y si es plural, en plural.
Si escribo el enunciado: “El político roba”, estoy haciendo concordar el singular del sujeto -masculino- con la persona singular -la tercera-. Si pusiera el sujeto en plural, tendría que poner en plural el verbo: “Los políticos roban”.
Pero hay un intríngulis con esta regla, que parece sencilla a simple vista, y es que dice: “el núcleo del sujeto” y “el núcleo del predicado”. Los poquísimos que saben algo de gramática estructural lo entenderán, pero para quienes fueron alumnos de algún profesor de la CNTE debo explicarles que:
- La oración se compone de dos elementos: sujeto y predicado. El primero es de quien se habla y el segundo es lo que se habla de él. “Los campesinos llegaron” es un enunciado en el que el sujeto es “Los campesinos” y el predicado “llegaron”. El núcleo “campesinos” concuerda en plural con el núcleo verbal “llegaron”.
Fácil, hasta un diputado tomboleado lo puede entender.
Pero si yo cambio el sujeto y pongo: “Un grupo de campesinos”, estoy modificando el núcleo del sujeto, que ahora es “grupo”, y resulta que es un sustantivo en singular. Así que para seguir la regla, la oración correcta es: “Un grupo de campesinos llegó”. O sea: “Un grupo llegó”.
Este error de concordancia lo comete la gente cada vez más a menudo, y se escucha mucho en los noticieros de las televisoras de la Ciudad de México. Hasta el maestro Ciro Gómez -exiliado para salvar la vida frete a la amenaza de la 4T- cae en él, por poner un ejemplo.
Vea usted, pues, si no podemos concordar el sujeto y el predicado, cómo nos vamos a poner de acuerdo con nuestros prójimos.
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