La corrupción en tiempos de López Obrador II

FELIPE DE JESÚS FERNÁNDEZ BASILIO

DESDE A JANELA

La maestra infame.

Un maestro es por definición alguien que busca el mayor beneficio posible para quienes son sus alumnos y es que el hecho de enseñarles algo, ya es procurarles un beneficio tangible.

Ejemplos de lo anterior tenemos en que, una persona alfabetizada tiene evidentes ventajas sobre una que no lo está, o bien, alguien que sabe matemáticas básicas o entiende una segunda lengua, indudablemente queda en mejor posición frente a la vida que quien no cuenta con esos conocimientos.

Sin embargo, como en todas las profesiones acontece, existe toda clase de maestros y así tenemos desde los más excelsos hasta los francamente nefastos y ese es precisamente el caso de Delfina Gómez Álvarez, quien se hace llamar maestra, pero que por su actuar, parece todo menos maestra.

Y es que, resulta que la “maestra” Delfina es un personaje que por su desempeño al frente de la Secretaría de Educación Pública, solo es posible calificar como infame; ya que, si nos basamos en su formación personal y en su desarrollo profesional hasta antes de entrar en la política, no hay manera de comprender su proceder ahora que es la secretaria de educación.

Pues resulta, que la profesora delfina es licenciada en educación egresada de la Universidad Pedagógica Nacional y ha cursado dos maestrías: una en pedagogía y la otra, increíble pero cierto, en educación con especialidad en administración de instituciones educativas; habiéndose desempeñado hasta antes de ingresar a la política como maestra de primaria.

Cuando me enteré de lo anterior, les confieso que no encontré manera alguna de explicarme cómo una persona con esa formación y con esa experiencia profesional haya llegado al máximo puesto administrativo al que una persona realmente preocupada por la enseñanza aspiraría para beneficiar a la niñez del país, el de secretaria de educación pública, para destruir o asistir impasible a la destrucción de la enseñanza pública en México.

Vaya, todavía es comprensible hasta cierto punto que a la profesora le surgiera el espíritu político porril propio de los sindicatos magisteriales que desgraciadamente existen en México y con tal de lograr cargos de elección popular o administrativos, se convirtiera en una delincuente electoral tal y como sucedió en su paso por la alcaldía de Texcoco, en donde descontó parte del salario a sus trabajadores y literalmente se “peinó” ese dinero; situación que ya fue juzgada por el tribunal electoral.

Pero una cosa son esas muy malas mañas, y otra, lo es asumir el puesto de secretaria de educación y desaparecer desde ahí programas educativos de alto impacto, como lo es de las Escuelas de Tiempo Completo y con ello dejar en el abandono educativo a miles de niños mexicanos.

Ese programa se viene implementando gradualmente desde hace ya varios años y consiste en ampliar la jornada escolar en un horario que va de la mañana a media tarde, horario en el cual se incrementa la carga educativa de los niños y también da tiempo para que se les proporcione alimentos e incluso se les asista en la realización de las tareas escolares; permitiendo, además, que los padres de familia puedan desempeñar sus labores a sabiendas que sus niños se encuentran bien en la escuela.

Aunado a lo anterior, dicho programa también representa ventajas para los docentes, ya que al ampliar su jornada laboral también reciben un estímulo salarial; pero lo más importante de todo es que con la implementación progresiva de ese programa, se pretende igualar a la educación pública de los países más desarrollados, ya que el tiempo que un niño mexicano pasa en la escuela hoy en día, es verdaderamente ridículo (aproximadamente de tres horas a tres horas y media efectivas) cuando, por ejemplo, en Estados Unidos la escuela dura casi todo el día.

Pero obviamente ampliar la jornada escolar cuesta dinero, ya que se incrementan las clases a impartir, se tiene que proporcionar alimentos y elevar el sueldo de los profesores, en pocas palabras aumentan los costos de operación gubernamentales; cosa que para un gobierno tan nefasto como lo es el de López Obrador es anatema, ya que la línea ha sido desaparecer la operación del gobierno para desviar y ocupar sus fondos en los programas dizque sociales y caprichos de todos conocidos.

Resultando verdaderamente patética la forma en que el presidente trató de justificar, junto a una secretaria de educación muda, la desaparición de las escuelas de tiempo completo, aduciendo que había corrupción en el programa (como siempre, sin demostrarla) pero que el mismo apoyo iba a llegar directamente a los padres de familia.

Y aquí cabe preguntar tanto al presidente como a la secretaria: y ¿Cómo qué van a hacer los padres de familia con ese dinero? ¿Van a poner ellos la escuela de tiempo completo haciendo “coperachas” o cada uno en su propia casa? Por favor, ¡No sean cínicos! y ¡No sean ridículos!

Y a eso, entre muchos otros problemas tanto añejos como creados recientemente, le sumamos que este gobierno se ha opuesto a incorporar formalmente a los maestros de inglés en el sistema educativo nacional y sólo los considera como “asesores externos”, obligándoles a trabajar sin prestaciones, cuando realizan exactamente las mismas labores docentes que sus pares de español y matemáticas.

Como pueden darse cuenta amables lectores, la maestra especializada en instituciones educativas y en enseñanza de nivel primaria, actúa al frente de la SEP de una manera que solo se entiende a través de la infamia y por ello es que en este espacio le llamamos: la maestra infame.

felfebas@gmail.com

Twitter: @FelipeFBasilio

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