Patricia Galeana.
Una colaboración de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales
El feminismo ha sido satanizado por Estados e iglesias de diferentes partes del mundo. En medio de la cuarta ola feminista que recorre nuestra aldea global, es importante reflexionar por qué. Originalmente el feminismo era un término utilizado para designar a un hombre que tenía características de mujer. Así como a quienes tenían características infantiles se decía que padecían infantilismo, quienes tenían características femeninas padecían feminismo.
El hijo del escritor Alejandro Dumas, del mismo nombre que su padre, uso el término en un sentido peyorativo en el panfleto “El hombre mujer” (1870), en el que criticaba a las mujeres que querían ser como los hombres. La sufragista francesa Hubertine Auclert fundó el periódico La Ciudadana y popularizó el término con un sentido positivo, como la defensa de los derechos de las mujeres. Si hoy consultamos cualquier diccionario, feminismo es la doctrina social que busca que las mujeres tengan los mismos derechos, como seres humanos, que los hombres. Sin embargo, todavía en el semanario Desde de la fe del Episcopado mexicano se afirmó en tiempo reciente que el feminismo es una doctrina que causa la disolución de la sociedad.
La lucha de las mujeres por sus derechos ha sido larga y aún no concluye. Ha sido, mayoritariamente, una revolución pacífica y silenciosa. Mujeres, y también hombres, han alzado su voz en contra de la injusticia de la desigualdad entre los géneros.
Sería muy extenso hacer una revisión histórica de esa lucha, desde la Antigüedad; basta recordar que desde la Revolución Francesa, la dramaturga Olympia de Gouges escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, y que fue hasta el siglo XIX cuando se acuñó el término feminismo, e inició lo que podemos llamar la primera ola, que se extendió hasta la primera mitad del siglo XX. En este periodo se dan varias luchas paralelas. Como habían planteado Gouges y Auclert, se exigen derechos políticos. El movimiento sufragista se extendió por Europa, y de Gran Bretaña pasó a Estados Unidos, donde logró los primeros triunfos. Llegó también a México y a las diferentes regiones del mundo. Nueva Zelanda fue el primer país en otorgar el voto a las mujeres blancas en 1893; en Europa, el primero fue Finlandia, en 1906; en Estados Unidos se otorgó en 1920, y en Latinoamérica, en Ecuador, en 1929.
La lucha de las mujeres por sus derechos ha sido larga y aún no concluye.
Después vino la lucha por pasar del voto al ejercicio del poder. Hoy en el mundo, de 193 países, solo 20 están encabezados por una mujer.
Además del voto, las mujeres demandaron derechos civiles dentro del matrimonio sobre sus propios hijos. Paralelamente, las trabajadoras exigieron derechos laborales: a trabajo igual, salario igual. Hubo un sinnúmero de huelgas en Nueva York desde mediados del siglo XIX. También en México las saraperas de Puebla y las cigarreras de Ciudad de México, unos años después, exigieron mejores condiciones laborales. Sin embargo, hasta la fecha, de acuerdo con el Índice de Brecha de Género del Foro Económico Mundial de Davos de 2021, la diferencia salarial mundial es todavía de hasta 32.48% por trabajo igual.
En la década de 1960 se dio una segunda ola del feminismo para denunciar la desigualdad de género. Se demandó la emancipación de la mujer, el fin de la cultura patriarcal y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres: en pocas palabras, la liberación femenina, el respeto a sus derechos humanos y poder decidir sobre su propio cuerpo. El primer país en despenalizar el aborto fue Suecia, en 1910. Actualmente, cincuenta países han legalizado la interrupción del embarazo, de acuerdo con datos de 2021 del Centro para los Derechos Reproductivos. Las mujeres mexicanas solo pueden ejercer su derecho a decidir cuando pueden y quieren ser madres en Ciudad de México y en el estado de Oaxaca.
En la última década del siglo XX, emergió una tercera ola del feminismo, que demandó el derecho a la otredad, la multiplicidad de identidades culturales y de géneros. Surgieron diversos feminismos y tomó fuerza el movimiento LBGTTTI+. En Europa, Dinamarca fue el primer país en reconocer los derechos de la comunidad homosexual y el matrimonio entre personas del mismo sexo, en 1989; en Estados Unidos se reconoció en 2015. En Latinoamérica, Argentina fue el primer país en reconocerlo a nivel federal en 2010. En México es legal solo en veinte entidades federativas.
La cuarta ola feminista actual se desencadenó con el movimiento #MeToo, en 2017, que busca el fin del acoso sexual, de los feminicidios y la despenalización del aborto. Ha habido todo tipo de manifestaciones. La primera fue en Washington, en enero de 2017, al tomar posesión Donald Trump. Ese año se organizaron 673 marchas en ciudades de todo el mundo. Dos años más tarde, el performance de Las Tesis chilenas “Un violador en tu camino”, se replicó lo mismo en París que en Nueva Delhi, en Ciudad de México que en Bogotá. En 2020, el paro nacional en México, “Un día sin nosotras”, tuvo un impacto 15% mayor de lo que se había previsto de acuerdo con la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio. El primer paro internacional se había convocado el 8 de marzo de 2017, por organizaciones de más de cincuenta países y se realizó en doscientas ciudades del mundo.
El movimiento #MeToo inició con la publicación en The New York Times de las más de cuarenta denuncias contra el productor cinematográfico Harvey Weinstein. Se desencadenaron las denuncias por acoso y abuso sexual en la política, en el ámbito empresarial, la academia, en todos lados.
En el 2018, surgió también la “Marea verde”, manifestaciones con un pañuelo verde como insignia para exigir que se no se siga criminalizando a las mujeres por decidor sobre su cuerpo. Este movimiento alcanzó una victoria el 30 de diciembre de 2020 cuando el Senado argentino legalizó el aborto en las primeras 14 semanas de gestación.
Cabe recordar al filósofo italiano Norberto Bobbio, quien afirmó que el mejor termómetro para medir el grado de civilización de un pueblo es la situación de sus mujeres.
La ola feminista actual es un movimiento social popular caracterizado por un activismo presencial y en línea. Plantea el fin de los privilegios del hombre, establecidos históricamente, la denuncia la violencia machista, los feminicidios y el acoso sexual, y reitera la demanda de la despenalización del aborto. “Un violador en tu camino” se volvió un himno feminista mundial: “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía. El violador eres tú”.
Esta cuarta ola del feminismo fue interrumpida por la pandemia, pero continúa manifestándose en redes sociales y también de manera presencial, y es que sus causas no solo no se han solucionado, sino que han aumentado, tanto la violencia como los feminicidios durante el confinamiento.
De acuerdo con las Naciones Unidas, en 2017 hubo 90 000 víctimas de feminicidio en el mundo, 57% de ellas a manos de su pareja. Cada hora 10 mujeres son víctimas de feminicidio. La región con el más alto índice de feminicidios es Asia con 20 000, seguida de África con 19 000, América con 8000 y Europa con 3000 al año. En México, de acuerdo con la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, en 2020 hubo 940 feminicidios, y la violencia aumentó 300%, de acuerdo con la Red Nacional de Refugios.
Herbert Marcuse escribió en 1969 que la revolución de las mujeres era la más trascendente en la historia de la humanidad y que era irreversible. Hay que añadir que aún no termina. Para concluir, cabe recordar al filósofo italiano Norberto Bobbio, quien afirmó que el mejor termómetro para medir el grado de civilización de un pueblo es la situación de sus mujeres.
PATRICIA GALEANA es licenciada en Historia, maestra en Historia de México y doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sígala en Twitter en @PGaleanaH.